San Antón y la fiesta de las Carretillas

El origen de una Devoción. Por Andrés Carrillo Miras

La devoción a San Antón no llegó a propagarse por Europa hasta la llegada de sus reliquias a Francia y la fama de santo milagroso que le precedió con las enfermedades infecciosas. Desde allí la devoción popular se divulgaría por toda Europa a la par que la Orden Hospitalaria iba creando hospitales. 

En España empezó su fundación por las rutas del Camino de Santiago, para continuar en los lugares principales que se iban reconquistando al Islam auspiciados por los reyes cristianos. Estos necesitaban crear, por un lado, una asistencia sanitaria de cierta calidad y por otro, que fuera capaz de ayudar a asentar el cristianismo, y que mejor manera si hay “milagros” por medio.

Estos lugares se convertían en centros de perenigración y devoción de enfermos de un mal tan generalizado en toda Europa como era el del Fuego de San Antonio (enfermedad de la que se pensaba que su curación era obra milagrosa del Santo), ayudando con esto a aumentar las devociones que tanta falta hacía en los territorios conquistados al infiel.

El trayecto que siguió la devoción hasta instalarse en Cantoria desde Francia, pasa por Tortosa (Tarragona), camino de Valencia continuando hacia Murcia hasta llegar a Almería, conforme iba avanzando la reconquista. Más del 50 % de los repobladores que vinieron a repoblar el Valle del Almanzora y el levante almeriense, territorios que se habían quedado desiertos después de las guerras de las Alpujarras a finales del siglo XVI, eran de Murcia (que a su vez se había repoblado en el siglo XIV con gentes del reino de Castilla, Aragón, Cataluña y Valencia), Valencia, Alicante y Albacete y en especial del marquesado de Villena, cuyo territorio se extendía por gran parte de estas dos últimas provincias. Alrededor del 75 % de las localidades de procedencia de los repobladores tenían una devoción confesa a San Antón, incluido el único extrangero, procedente de Agen, en la región de la Gascuña Francesa, por donde pasa uno de los 4 ramales principales del camino de Santiago y donde la orden hospitalaria tenía varios hospitales en esa ruta. 

Y como es natural, con ellos llegaron sus creencias religiosas con sus tradiciones y ritos, que con el tiempo fueron evolucionado e incorporando elementos nuevos, para adaptarse a la nueva realidad que se vivían en esta zona del antiguo reino de Granada.

Es a finales del siglo XVI cuando Cantoria oficialmente contaba con San Antón como patrón oficial, siendo el primero de los tres que actualmente tenemos. Las carretillas y el nuevo patrón San Cayetano vinieron casi dos siglos después, en el XVIII, con una gran oleada de nuevos colonos que llegaron cuando se pacificaron las costas de las invasiones piratas.

Como hemos dicho anteriormente, en el antiguo Reino de Valencia llegó con la reconquista y fue el morellano Francesc Paholach, obispo de Tortosa (Tarragona) que tenía bajo su jurisdición gran parte del antiguo reino de Valencia, quién divulgó en toda la diócesis la fiesta de San Antonio en el sínodo de 1311. Es pues a partir de esa fecha, cuando su devoción se incrementa, dando lugar a que muchas cofradías fundadas en los inicios de la cristiandad valenciana medieval, se acogen a su patronazgo, al que le dedican iglesias, ermitas e incluso topónimos. Actualmente más de 100 poblaciones de la Comunidad Valenciana celebran San Antón, siendo muchas de esas fiestas catalogadas como de Interés Turístico Nacional.

Villena y su castillo, nombre que le da a uno de los marquesados mas grandes e importantes de la España del siglo XVI, que abarcaba parte de los territorios de las actuales provincias de Alicante y Albacete donde la devoción a San Antón estaba muy extendida y arraigada. 

Grupo de Carretilleros junto con el párroco en el descanso de la procesión del carretillero en los años 40. Colección: Lola García

Imagen del patrón en las pruebas de las carretillas. Colección: Decarrillo

Origen de nuestra fiesta

Y hablaremos del origen de nuestras carretillas de Cantoria pero para comenzar, lo mejor es ir al principio de todo, al origen de la pólvora y fuegos de artificio (que casi van unidos de la mano), su invención y sus primeros usos. El origen de la pólvora es antiquísimo y se la puede considerar como una de las más importantes innovaciones tecnológicas del ser humano, puesto que ha supuesto un hito en el desarrollo minero y, también, en las obras públicas, sin olvidar el uso militar y como no, el festivo. Tradicionalmente se establece su origen en China, en el siglo IX, en que se fabricó pólvora negra tras una mezcla de nitrato potásico, carbón vegetal y azufre.

Luego, la generalización de su uso en el campo militar se produce rápidamente (siglos XI-XII), llegando a Europa durante el siglo XIII de manos, según cuenta la leyenda de Marco Polo. En España fueron los árabes que en ese siglo la introdujeron en los territorios del levante peninsular, reino de Muria y Granada, que andaban en continuas refriegas con los reinos cristianos de Castilla y de Aragón. Por eso era muy común las fábricas de pólvora en los territorios de frontera, como es el caso de nuestro municipio.

Una vez conquistadas para el cristiano el reino de Valencia, convivieron ambas culturas casi 300 años y algunos de los ritos y fiestas árabes en los que se utilizaba la pólvora fueron calando en la nueva población que las cristianizó, popularizó y expandió cuando a su vez fueron repobladores de Murcia y Almería. Moros y Cristianos, las fiestas de invierno en honor a San Antón, Santa Lucía, etc., son algunos ejemplos.

En Cantoria, había una gran fábrica de pólvora en las inmediaciones del Peñón del Lugar Viejo, pero inutilizada después de las guerras de las alpujarras en que Cantoria se quedó casi sin población, y aunque hubo una primera repoblación institucionalizada, no cuajó demasiado por el peligro de vivir tan cerca de la costa donde las incursiones piratas estaban a la orden del día. Alguna de ellas fueron devastadoras, haciendo esclavos a cientos de personas como ocurrió en Cuevas y Adra. Hay que añadir que muchos de los piratas eran árabes despojados de sus propiedades y expulsados de España, que volvían como corsarios siendo grandes conocedores del terreno, y como ejemplo el caso del Joraique (Tahal).

Por lo que fueron la segunda oleada de colonos o nuevos repobladores venidos de la Comunidad Valenciana y Murcia a mediados siglo XVIII, cuando se militarizó la costa con guarniciones permanentes cesando con ello las incursiones piratas. Uno de los grupos más numerosos era el de la localidad de Ibi (Alicante), famosos por utilizar elementos de pirotécnica en sus fiestas, por lo que podemos suponer que fueron ellos los que trajeron esos artefactos llamados carretillas, instituyéndose una tradición de elaboración y tirada en la festividad de San Antón.

Esta devoción y patronazgo en Cantoria a San Antón ya existía desde el siglo XVI, influenciada por las gentes de Castellón y Valencia que repoblaron y que se quedaron en ese primer intento repoblador después de 1572 (de 102 vecinos, quedaron 89).

A todo lo que anteriormente hemos citado hemos de añadir un dato, y es la referencia de un vecino de Ibi que dejó en su testamento en el siglo XVIII una cantidad de dinero para las obras de construcción de la ermita a San Antón que se en ese momento se estaban acometiendo. Hemos de suponer que este buen señor tenía familia aquí y que fue por su mediación el tomar la decisión de donar ese dinero.

la ermita en 2005. Colección: Silverio Sánchez

Elaboración de las Carretillas

Las “carretillas” en su origen eran de caña, cogidas en los márgenes del río Almanzora y ramblas del municipio. Éstas se depositaban en las cámaras de las viviendas durante varios meses, dejándose secar, evitando que no le dieran el sol para que no se rajaran y estropeasen. Una vez seca la caña, ésta se troceaba por los nudos, clasificándose en varios calibres de menor a mayor con una longitud de entre 13 a 15 cm de largo. Posteriormente se le liaba a su alrededor un hilo “bramante”, que evitaba que la caña al cargarla con pólvora se rajara, Este hilo iba impregnado de “pez” caliente, que al enfriarse hacía pegamento evitando que el hilo se soltara.

Como las carretillas de caña requerían un incesante y poco agradecido trabajo, en las últimas décadas se han intentado buscar alternativas menos costosas, con materiales como el PVC (goma), que resultaron se un verdadero fracaso y peligro, pues al salir el fuego por la boca, la “goma” se dilataba saltando el “oído” y originando una explosión. Finalmente se optó por unos canutos de cartón, siendo la opción mas viable que se importaban desde Valencia con diferentes calibres (16, 18, 20 y 22).

El relleno del canuto de la carretilla era un preparado compuesto de pólvora y limadura de hierro (el los últimos años se llegó a utilizar también limadura de titanio). Antes de rellenar la canilla, se le hace el "oído" (pequeño agujero que queda en un extremo) con ayuda del "atacador" y la "tetina" y luego se añade la mezcla de pólvora y limadura, esta vez usando sólo el atacador, con golpes contados como "pares". Una vez cargada la carretilla, se le hace un tapón de greda (el mismo material que se empleó para el oído) y ya está lista para ser probada y ver si las proporciones de los "pares" han sido apropiadas, pues es ahí donde está el secreto de una buena carretilla, que no debe explotar ni elevarse, sino mantenerse a ras del suelo, colear mucho y no estallar.”

Las distintas peñas y agrupaciones se empezaban a juntar a principios del mes de noviembre para empezar a fabricar las carretillas, compitiendo entre ellas para ver quien eran los productores de las mejores, que tiraban al llegar la esperada noche del 16 de enero. Cada peña fabricaba gran cantidad de carretillas (11.700 hizo la peña San Antón en el 1993). Días antes de la fiesta, se puede oír a los carretilleros probando su trabajo por todos los rincones del pueblo y cortijos del término municipal, para comprobar cómo va el proceso de la misma. Estas pruebas se realizaba con la carretilla atada a través de una cuerda y esta a su vez a una piedra pesada que se coloca en el suelo.

Distintos calibres y variedades de carretillas

Dos imágenes sobre diferentes procesos de la elaboración de las carretillas. Colección: José María Aránega

Las Pruebas de las Carretillas

El 15 de enero se realizaban las pruebas, en las que cada carretillero presentaba una muestra de las carretillas que elaboraba de forma artesanal. En un principio esta demostración se realizaba en la Plaza de la Constitución, para trasladarse después a la plaza del Emigrante, y allíi un jurado emitía un veredicto sobre las mejores, obsequiando al ganador con el simbólico premio de “Mejor Carretillero del Año”. Este evento de las pruebas se creó en 1985 complementándose con una gran parrillada. Actualmente, al no poderse fabricar en el pueblo las carretillas, ha derivado en una demostración pirocténica de pólvora, luz y color por parte de la Asociación de Carretilleros en una zona acotada en la plaza de la Constitución, creando un espacio seguro para disfrutar de esta fiesta. Estos actos están favoreciendo que habitantes de otros municipios nos visiten durante esta festividad.

Las Carretillas es una fiesta popular que entraña un gran peligro por el uso y manipulación de la pólvora y el fuego. En los últimos años parece ser que hay una mayor concienciación del peligro que supone reduciéndose el número de quemados. A lo largo de la hisotira han sido muchos los que han fallecido por explosiones manipulando la pólvora, tanto en los polvorines que que montaban sin control en bajos de casas, cocheras, cortijos, etc, como por la tirada de las carretillas en la víspera de la festividad.

La Procesión del Carretillero

La víspera por la tarde tiene lugar la misa y posterior procesión del Carretillero con San Antón. acompañado de San Cayetano que son paseados y bailados al grito de “¡vivan los santos!”, colocados en andas y a hombros de los jóvenes carretilleros ataviados con el atuendo típico, constituido por ropa militar, botas, sombrero o casco, gafas, guantes, talín y una mecha atada a la cintura. También es tradición llevar rodeada al cuello la bufanda de San Antón.

Retrocediendo hasta los siglos XVIII y XIX, a esta procesión se le conocía como del Rosario, porque costumbre rezar el rosario en las procesiones que se celebraban en la víspera de su festividad, derivando con el tiempo en un ambiente mas festivo cuando se añadieron los artefactos pirotécnicos que trajeron por los repobladores de la costa levantina. Su salida normalmente era a las ocho de la tarde, en plena tirada de las carretillas. Igualmente, los patronos iban a hombros de “santeros” (personas que tenían algún tipo de promesa), los cuales llevaban el cuerpo cubierto de mantas y otras prendas, que a su vez iban impregnadas en arcilla amasada con agua al igual que las imágenes de los santos para evitar daños y quemaduras, ya que estos santeros transportaban las imágenes por medio de las hogueras.

Al día siguiente, día de San Antón, éstos eran llevados por la mañana al “Pilar” (acequia bebedero de animales) donde eran lavados y aseados para la procesión de la tarde. Hacía el año 1920 cayó la imagen de uno de los santos al suelo rompiéndose por la cabeza, por lo que la Iglesia prohibió la procesión. Estas dos imágenes, junto a otras que se encontraban en la iglesia parroquial, fueron quemadas en plena Guerra Civil en la plaza del Convento.

Tirada de Carretillas

"Carretillero borde, tírala que está mea"

Tras depositar a los santos en la iglesia, cada carretillero/a prepara su “talín” (caja de madera donde se llevarán las carretillas). Las carretillas se tiran a lo largo de la noche por las calles y plazas del pueblo. Es tradición dirigirse a la fachada de la iglesia a quemar nuestras primeras carretillas a los santos patronos al grito: ¡Esa para San Antón!, buscando con ello su amparo y protección.

Desde que comienza a anochecer hasta las once de la noche aproximadamente, los más pequeños serán los encargados de darle luz a la fiesta, con la tirada de sus minis carretillas, sintiéndose por unos momentos los verdaderos protagonistas de todo el ambiente que les rodea. Carretillas que saltan y corren como locas, enredándose en nuestros cuerpos, y produciendo un bello espectáculo de luz, color y sonido que sin duda transmite sensaciones inenarrables. De esta forma entre cánticos de carretilleros y golpes de tambores, se llega al amanecer repitiendo una y otra vez el mismo ritual.

Mientras tanto, los vecinos prepararan su propia fiesta en las lumbres de las calles con un gran surtido de carnes y embutidos caseros, todo ello regado con un buen vino del país dando ejemplo de la hospitalidad de los vecinos invitando a los carretilleros a sus casas, donde se toma buena cuenta de los mejores manjares. Durante toda la noche está presente esa atmósfera de luz, color y sonido en la que, sin duda, el olor a pólvora lo invade todo. De esta forma se llega al amanecer.

Así le da Cantoria la bienvenida a un nuevo día, despertándose con el repicar de campanas y el lanzamiento de cohetes, pareciendo sus calles grandes alfombras de ceniza y pólvora quemada, que quedan esparcidas como si de una lluvia gris se tratara. Como si de un ritual ancestral hablásemos. Los más madrugadores año tras año repiten la mima pregunta: “¿Se quemó alguien?”, con esos rostros de incertidumbre que da el no conocer la respuesta de antemano.

Desde que las carretillas se empezaron a fabricar con canutos de cartón, los accidentes tanto en la fabricación como en la noche de la tirada empezaron a disminuir. Anteriormente, cuando se hacían de caña del río eran mucho más peligrosas, ya que el envoltorio era de menor calidad y se producían numerosas explosiones, de hecho, no se producen incidentes graves desde hace unos cuarenta años, en que por desgracia se tuvieron que lamentar varios fallecidos.

Antiguamente, las muchachas en edad casadera, desde las rejas de sus casas piropeaban a los carretilleros para que estos les obsequien con el mayor número de carretillas.

Juan Peña de carretillero en 1959. Colección: Familia Peña

Día de San Antón

Después de una noche intensa, el 17 de enero, día de San Antón, Cantoria se despierta con la diana de la banda de música y lanzamientos de cohetes. Sus calles parecen grandes alfombras de cenizas y carretillas quemadas, que quedan esparcidas por todo el pueblo, y con la pregunta en boca de todo Cantoriano “¿Se quemó alguien anoche?” En la actualidad y en términos medios, se puede calcular en unos dos mil kilos de pólvora los que se queman, y con la que se obtienen unas 170.000 carretillas. El Ayuntamiento de Cantoria, con motivo de estas fiestas, publicara un bando en el que se pedirá a todos los vecinos que vallan a participar en las carretillas, que se abstengan de producir daños intencionados en las personas y fachadas debiendo adoptar las medidas necesarias para que la fiesta transcurra por los cauces del más estricto respeto a los bienes ajenos.

A media tarde se realiza la procesión de San Antón que finaliza en la ermita donde se depositan hasta agosto, que vuelven a bajar para las fiestas de San Cayetano.

Y ya sobre las 8 de la noche, un gran espectáculo de fuegos artificiales para concluir los actos de las fiestas.

Procesión de San Antón a mediados de los años 50. Colección Marilou Carreño

Espectacular despliegue de fuegos artificiales el día de San Antón para dar por finalizados los actos de las fiestas. Colección: Decarrillo

Los Moros y Cristianos

Hasta los años 50 se han venido representando los Moros y Cristianos en Cantoria y en algunas de sus pedanías, como Almanzora, el Arroyo Albanchez y en los Pardos. Esta representación era un medio para entretenerse y buscar una válvula de escape para olvidar la miseria y el hambre en el que se veían sumidos.

La última representación fue en el Arroyo, ya que este era un punto neurálgico de encuentro, dónde solían darse cita todos los jóvenes de los pueblos colindantes para compartir de sus verbenas y fiestas. En los años 50, con un intervalo de cuatro años, se representó en esta pedanía en dos ocasiones "los Moros y Cristianos". Una de ellas tuvo lugar el 12 de septiembre de 1953, día de la Virgen del Rosario, patrona del Arroyo. La llevan a cabo los vecinos y pone de manifiesto la importancia de la religión en esos momentos. La obra desarrolla la lucha entre moros y cristianos en clave de humor, con la evidente victoria de estos. El texto procedía del Chirivel y uno de los vecinos de esta localidad, Guillermo Botella Domenech, se encargó de reformarlo y adaptarlo.

La representación se llevó a cabo en una de sus eras: la de los Corellas. El vestuario consistía en un traje blanco, con turbante para los moros y de militar con condecoraciones los cristianos; también participaban en la trama un niño vestido de ángel y un demonio (Luzbel) con espectacular disfraz. La acogida fue absoluta tanto por los vecinos participantes como por los asistentes. Hoy podemos escuchar a algunos de ellos narrarnos la experiencia y parecen por un instante transportarse a aquella época y contagiarnos de su entusiasmo y alegría.

Recuerdan los habitantes más ancianos que, hace ya muchos años, se llevaban las figuras de los patronos San Antón y San Cayetano al cerro de las Heras donde moros y cristianos luchaban por la posesión de los mismos, a la vez que se hacía un buen alarde de productos pirotécnicos conforme avanzaba la representación. Esto se hacía el día de San Antón y es posible que la actual fiesta de las carretillas fuese complemento de la de los moros y cristianos y permaneciese tras la desaparición de los batallones.

La lucha consistía en una disputa verbal, con versos preparados que se aprovechaban para aludir con ironía a tal o cual vecino del pueblo. Los personajes que actuaban como portavoces, respaldados por lo demás componentes de su bando, variaban según el lugar y podían ser: Abdelkrin (rey moro), Raisulí (espía), Mohamed, Luzbel o simplemente un caudillo moro; y, por parte de los cristianos, Sanjurjo, espía, Millán, abanderado, un ángel o un general cristiano sin nombre propio. El primer día los moros lograban hacerse con el santo o los santos en cuestión y, al siguiente, los cristianos conseguían recuperarlos. Todo concluía con la conversión de los moros y su posterior bautizo.

Moros y Cristianos de los Pardos hacia 1920. Colección: Archivo Provincial de la Diputación de Almería

Representación a finales de los 50 de los Moros y Cristianos en el Arroyo Albanchez. Colección: Guillermo Botella Domenech

Las Luminarias de San Antón

Es cierto que el origen de las hogueras de San Antonio debe asociarse a ritos paganos como tantas otras celebraciones, y muestra todos los rasgos típicos de una celebración del solsticio de invierno: las hogueras, la bendición de bestias y ganado, y la quema de cosas viejas. Con el culto al fuego como protagonista, está cargada de simbología como auyentar a los malos espíritus, acabar con lo malo para dejar entrar lo bueno, etc.

La cristiandad fue encauzando estos ritos paganos convirtíendolos en ofrendas a algún santo, siendo en este caso a San Antón coincidiendo con su festividad (el 17 de enero se festeja su fallecimiento). De hecho, en muchas poblaciones se representa cómo los demonios intentan quemarlo sin éxito. Por otro lado, en la leyenda de San Antonio Abad leemos que fue atacado por varios demonios en forma de fieras, las cuales, a punto de derrotar al santo, son ahuyentadas por una gran luz.

Volviendo a nuestro pueblo, el día 16, víspera de San Antón y día de las carretillas, los vecinos montan sus hogueras por las calles del pueblo, que se alimentan de la leña recogida en ramblas y ríos, de enseres viejos que se desechan de las casas y ramas de la tala de árboles y plantas. Se dice que el que no aporte nada a la lumbre esa noche se quema.

La víspera por la tarde tiene lugar la misa y posterior procesión del Carretillero con San Antón acompañado de San Cayetano, donde son paseados y bailados al grito de “¡vivan los santos!”, colocados en andas y a hombros de los jóvenes carretilleros ataviados con el atuendo típico, constituido por ropa militar, botas, sombrero o casco, gafas, guantes, talín y una mecha atada a la cintura. También es tradición llevar rodeada al cuello la bufanda de San Antón.

Retrocediendo hasta principios del siglo XX, esta procesión tenía lugar en plena tirada de las carretillas. Igualmente, los patronos iban a hombros de “santeros” (personas que tenían algún tipo de promesa), los cuales llevaban el cuerpo cubierto de mantas y otras prendas, que a su vez iban impregnadas en arcilla amasada con agua al igual que las imágenes de los santos para evitar daños y quemaduras, ya que estos santeros transportaban las imágenes por medio de las hogueras. Al día siguiente, día de San Antón, éstos eran llevados por la mañana al “Pilar” (acequia bebedero de animales) donde eran lavados y aseados para la procesión de la tarde. Hacía el año 1920 cayó la imagen de uno de los santos al suelo rompiéndose por la cabeza, por lo que la Iglesia prohibió la procesión. Estas dos imágenes, junto a otras que se encontraban en la iglesia parroquial, fueron quemadas en plena Guerra Civil en la plaza del Convento.

Dos imágenes de la misma hoguera de San Antón. Colección: Decarrillo

El Marranico de San Antón

El significado del animal que le acompaña se ha tergiversado con el paso del tiempo y tiene varios significados. El primero es que fue considerado animal impuro por las tres religiones monoteístas, un cerdo a los pies del santo representaba su triunfo sobre la impureza y sobre la carne.

Indultado por los cristianos, el cerdo terminó siendo el animal que se mataba públicamente en una sangrienta fiesta a la que se invitaba a todos los vecinos para demostrarles (a ellos y al inquisidor de turno) que en la familia no habían moros ni judíos.

En segundo lugar, represena también la victoria de la fe cristiana sobre lo satánico, ya que fue ésta una de las formas –la del cerdo– en las que se le apareció el diablo al eremita egipcio en las conocidas tentaciones que hubo de superar. Incluso el tamaño refuerza esa idea, nunca se representa en las proporciones reales sino en un tamaño muy inferior, como si de un conejo o gato se tratase, para acrecentar esa idea de sometimiento.

En tercer y último lugar, representa a los animales, en especial a los cerdos, que se soltaban por la orden hospitalaria y por las cofradías para que fueran mantenidos por los fieles. Una vez que estaban criados, se sacrificaban y su carne servía de sustento para los hospitales y los sobrantes se subastaba o vendía para sufragar los gastos de los cultos al santo. Esta tambíen es una de las razones por la cual se le venera como patrón de los animales domésticos o "abogado" de los mismos. 

A finales del siglo XIX, a estas rifas del marranico se le fueron añadiendo productos donados por los comercios y feligresía, obeniendo unos beneficios que aseguraban las celebraciones y actos que durante todo el año se realizaban en honor al santo.

Y que valga como ejemplo de lo que se podía recaudar en estas subastas, en Bédar a principios del siglo XX se le tenía gran devoción a San Antón, aunque no era patrón de la villa y ni se contaba con una imagen del mismo. Con tal de darle los mismo honores que a los patronos San Gregorio y Nra. Señora de la Cabeza y que dicha devoción se perpetuase a lo largo del tiempo en la parroquia, se decide comprar un cerdo para que fuese alimentado por los vecinos y que una vez subastado, se recaudase el suficiente dinero para comprar una imagen, como así ocurrió y finalmente se talló en Barcelona en 1904.

En Cantoria, en los primeros meses de la primavera de cada año era costumbre que algún vecino/a soltara un cochinillo como favor o promesa a San Antón. Tras ponerle en el cuello un pequeño lazo de color rojo, se le soltaba en la calle, engordando con la comida que le iban dando los propios vecinos hasta convertirse en un gran cerdo.

Con antelación a la festividad de San Antón, se formaba una comisión de mayordomos, y se trasladaban de casa en casa vendiendo papeletas para el sorteo del marranico, destinándose el dinero obtenido para sufragar los gastos que ocasionaban los actos programados para la fiesta y el mantenimiento de la ermita. Dicha rifa se hacía en el día de San Antón. Esta tradición se ha conservado hasta hace muy pocos años, que desapareció como consecuencia de las desapariciones de este animal por robo, y por la suciedad y malos olores que provocaba, así como la dificultad de convivencia entre el animal y la gran cantidad de vehículos del municipio.

En el momento en que José Álvarez, fotógrafo de Cantoria, iba a tomar una foto a Ana García y Huertas Rodríguez en la puerta del bar de la Guardabujas, el marranico de San Antón se les acercó, plasmando esta curiosa instantánea. Colección: Ana Guerrero

Testimonio de Alfonso Lozano Ortega

Según me contaba mi abuelo, en la antigüedad la fiesta en honor a San Antón era bastante más fuerte y brutal que ahora. El día 16 de enero, víspera del santo por la mañana, se juntaban los mozos del pueblo y partían al campo con sus yuntas de vacas, de mulas y con hoces y horcas para cortar los zarzales. Luego con sogas largas se hacían grandes haces de leña que más tarde llevarían a la plaza del pueblo para la hoguera en honor a San Antón.

Por otro lado los vecinos del pueblo se reunían en las calles alrededor de sus lumbres y comenzaban a beber vino del país y a comer todo tipo de embutidos caseros procedentes de las matanzas que habían realizado en noviembre y diciembre.

Era tradición meter en la lumbre hierros cruzados que llegaban de una parte a otra de la calle. Y cuando las lumbres estaban en todo su esplendor, entonces se sacaban a los patronos en procesión por todo el pueblo. Estos eran portados por jóvenes que se apuntaban a santeros e iban muy bien preparados con las piernas totalmente vendadas y mojadas en greda, ya que tenían que pasar a las imágenes por encima de las lumbres en todo su apogeo y en muchas ocasiones se les enredaban los pies en los hierros y lo pasaban muy mal.

El alcalde daba la orden de que no se tiraran carretillas hasta las 7 de la tarde. En enero a esa hora ya es de noche y todo ya estaba permitido. De ahí en adelante hicieras lo que hicieras no pasaba nada, por lo que el que no quería que le sucediera algo, que no saliera ni al portal de la calle hasta la mañana siguiente.

El coche línea

Había un coche de línea que pasaba por Cantoria y al que llamaban la Alsina que venía de Almería y llegaba hasta Serón donde hacía noche y a la mañana siguiente volvía a pasar por Cantoria.

Fue una noche de carretillas de principio de siglo que pasadas ya las 7 de la tarde, y estando las carretillas en todo su esplendor llegó el coche que iba lleno de pasajeros y entre ellos había un sacerdote. Los carretilleros lo rodearon por todas partes y entonces el sacerdote se bajó intentando poner paz ante una situación tan peligrosa. Pero si el párroco tarda en subirse y encerrarse lo asan vivo. Por lo que desde aquel suceso la empresa tuvo que cambiar su horario esa noche.

Las autoridades

La fiesta era tan brutal que en muchas ocasiones pudimos presenciar cómo algunos mozos del pueblo llegaron a perder incluso su vida en estas fiestas.

Por este motivo, el alcalde, máxima autoridad del pueblo, decidió ir a hablar con las autoridades judiciales que por aquel entonces Cantoria pertenecía al partido judicial de Vélez Rubio. Y así el alcalde habló con el juez acordando que el próximo año estas autoridades se iban a personar la noche de las carretillas en el pueblo para poner orden y si llegaba el caso, prohibir la fiesta.

Llega el citado día y las autoridades se personan el 16 por la noche. Estos se hospedaron en una fonda que había en la plaza, y el alcalde con ellos. Pero los mozos del pueblo estaban preparados para que nada ni nadie les arrebatara su fiesta ancestral heredada de sus padres y abuelos y la defenderían hasta la muerte.

Llega la hora de las carretillas y si el año anterior fueron fuertes, este año ya fue el apoteosis. Cuando la fiesta estaba en su momento álgido, salen de la posada el juez con las demás autoridades incluida el alcalde del pueblo a la cabeza. Según mi abuelo, aquello no era fiesta sino el mismísimo infierno en llamas; aquello no se había contemplado en el pueblo con anterioridad. Viendo los dirigentes políticos y judiciales el giro que tomaba el evento, decidieron rápidamente meterse en la posada. Allí tendrían su pleno, tomarían sus decisiones; y a la mañana siguiente cuando la fiesta hubo acabado y del infierno se convirtió en pasó a la gloria, el alcalde se despidió del juez y demás séquito. Montaron en su coche marchando y dejando que la fiesta continuara con su ritmo de tantos años.

Así que en las tradiciones de un pueblo la única manera de entenderse es mediante el dialogo con la gente; por la fuerza no hay nada que hacer.

El toro de fuego

Otra de las salvajadas que se hacían, está ya presenciada por mí, fue otro 17 de enero pero del año 1953.

Por aquel entonces había en el pueblo un pregonero y el día de la fiesta por la tarde éste salía por todo el pueblo echando el pregón. En él decía: "El que sea torero y quiera torear, a las 7 de la noche estará el toro en la plaza del pueblo".

En aquellos años las fiestas más importantes del pueblo eran cinco: la fiesta de San Antón, la  Semana Santa, San Cayetano, la Feria y por último la Pascua. Siendo en estas fechas cuando la gente solía estrenar sus trajes y sus zapatos con mucho esfuerzo e ilusión en tal época.

Al llegar la hora del espectáculo, apareció la gente en la plaza puesta de "tiros largos". La sorpresa se produjo cuando apareció una vaca mecánica en cuyo interior contenía un polvorín de carretillas. La vaca la colocaron en el centro de la plaza y ésta empezó a soltar carretillas por doquier. La gente empezó a por todas partes e incluso a los que estaban viendo el espectáculo en los balcones les alcanzaron.

El toro y las muletas

Esto sucedió un 16 de enero pero de 1950. La Junta de Festejos organizó aquel año torear un toro en la plaza del pueblo el día del Santo Patrón. Llegada la hora la plaza estaba a rebosar, tapándole las cuatro salidas que tiene ésta a una altura prudencial, para que la gente pudiera ver el espectáculo. Bajaron el toro del camión que lo transportaba y lo colocaron en la plaza. La gente empezó a saltar al ruedo para torear al animal pero éste parece ser que no tenía muy buenas pulgas. En una de las salidas que tenía tapadas la plaza se encontraba un hombre mayor que tenía que andar con muletas y quien también quiso participar en tan colosal espectáculo. El toro se puso en la parte alta de la plaza y salto por el lugar donde se encontraba este hombre. Se dejó ir hacia él que se encontraba en primera línea y éste al verlo tiró las muletas, se hizo paso entre la multitud llegando incluso a atropellarla. Al toro lograron atraparlo en otro pueblo que distaba de Cantoria a unos ocho o diez kilómetros y el hombre de las muletas y no volvió a necesitarlas.

Las rencillas

Otro caso real como los demás tuvo lugar en el año de 1943 aproximadamente. La noche de las carretillas eran propicia para muchas cosas aparte de tirar carretillas, como que las personas que se tenían alguna envidia o se peleaban por algo durante el año, se lo guardaban para vengarse esa noche, todo esto regado con vino del país.

En ese año había dos hombres, uno mayor y otro joven. El joven salió a tirar carretillas como de costumbre у de pronto el viejo comenzó a darle una paliza sin venir a cuento y el joven lo guardó para el año siguiente.

El viejo tenía un cortijo en el campo al que iba todos los días y se recogía al oscurecer. En la tarde noche del 16 de enero cuando se recogía montado en su burra entró en un callejón y allí estaba escondido el joven el cual se puso por la espalda a apalearlo hasta que lo tiro de la burra y siguió dándole hasta casi matarlo. Pero gracias a la gente que se encontraba allí y le ayudaron evitaron un final trágico pues según decía, su intención era matarlo.

Procesión de San Antón en los años 50. Colección: José A. Fernández Zapata

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para hacer las CARRETILLAS.

Tomad pluma y un papel,

que os digo lo que hay que hacer;

ya veréis que maravilla.

 Antes haré un alegato:

no me valen 'Carbonillas',

ni tampoco 'Carbonato'.

- Un buen carbón vegetal,

- buen azufre,

- limaduras,

- un lebrillo,

- una maza y

- un mortero.

El carbón se hace polvillo

- mezclad todo con esmero,

y para hacer ataduras:

- mucha pez y

- buen bramante.

. mucho Vino del País,

- buen talante,

(que me lo digan a mi)

- eliges buenos canutos; (de caña)

y una cosa muy importante:

el bujerillo de cebo,

por algunos conocido

como 'oreja' o como 'oido' ,

calíbradlo con esmero,

con un cuidado absoluto, (con maña)

pues de ello dependerá

la trayectoria que hará,

no me lo hagáis a lo bruto. (sin saña)

- Los atacáis con primor

con golpes  pares de a dos;

para acabar la tarea

lo taponaréis con 'grea'

y, tararí que te vi,

listo para ser usado.

Llenad a tope el tahalí

que este cuento se ha acabado.

Ya está listo el material

y ordenado con esmero,

dispuesto para quemar.

si tenéis 'mencha' y 'menchero'

 

A CANTORIA Y SAN ANTÓN!

mi  recuerdo  y devoción,

también a SAN CAYETANO,

que es nuestro CO-PATRÓN,

aunque sea un Santo italiano,

y su rango sea menor;

Egipcio es SAN ANTÓN.

pero ya es nuestro paisano

¡¡Viva el VINO EL DEL PAÍS.

y las MIGAS DE MAÍZ!!!

¡¡Me comería una fanega

¡¡Me bebería un lingotazo!!

pero aunque tu no me creas,

yo suspiro por un vaso…..

¡¡¡…de AGUA DE LAS MATEAS!!!


¡¡VIVA CANTORIA!!

¡¡VIVA LA HOYA!! (OLLA DE COL)

¡¡VIVA EL AUTOR DE ESTA HISTORIA!! (YO)

¡¡VIVA SAN ANTÓN!!!

¡¡VIVA SU MARRANO!!

¡¡Y VIVA SAN CAYETANO!! (COMO NO)

El juglar del Río Almanzora

Ritual de las Carretillas. Por Jose Luís Castellanos

-¿Qué tanto alborozo?!!.. dice la señora del frente…

Mientra, vecinos corren, se amontonan y amigos dicen presente…

Es que hoy, mucha carne, embutidos y morcillas,

son ofrecidos para celebrar la tirada de carretillas.

 

Festeja el pueblo mancebo,

Se alegra el santo del fuego…

Es que cada año, Cantoria festeja su santo patrón

y la Villa entera rinde homenaje a San Antón.

 

Se construyen hogueras y el pueblo entero se hace callejero,

en la tarde del 16, en la procesión del carretillero.

¡Cuidado!  ¡Podrá quemarse! Pues así la tradición enseña,

el que no haga su aporte con enseres y mucha leña.

 

Mientras la procesión  baila gran emoción provoca

suena la música de la banda que entusiasta toca y toca…

Son llevados al hombro San Cayetano y San Antón…

¡Vivan los santos venditos!.. Grita toda la población…

 

La bufanda blanca envuelve el cuello entero

y el talín carga en su hombro alegre, el carretillero.

Se dirigen a la Iglesia para prender la hoguera y lumbre

¡Esta es para San Antón!...se grita, como es costumbre.

 

El ritual sigue en las casas de las familias mas queridas

Y las mejores carretillas son con regocijo encendidas…

Se invita a comer, a un buen vino beber,

mientras un espectáculo de luz y color sigue hasta el amanecer.

 

 Se lanzan cohetes y la calle alfombrada de color ceniza

es testigo de la hoguera que ya no quema y moribunda agoniza…

Y es común el decir de las vecinas, al borde del reproche,

que frunciendo el seño  preguntan:  ¿No hubo ningún quemado anoche?...

Juan Peña ataviado de carretillero. Colección: Juan Peña

Curiosidades

Sobre el año 1915 hubo una gran sequía que azotó esta parte de la provincia y para hacer que lloviera se realizaron muchas rogativas a san Antón. Este agradecido hizo que lloviera a cántaros. No tardaron los devotos en sacales estas dos coplillas:

Por Dolores Oller:

San Antón de Cantoria,

hicísteis que lloviera

como nunca más llovió,

y salió el río, nevó en Bacares,

en Almería y en Macael.

Ya sabéis agricultores,

cuando estéis todos de secano

se lo pedís a San Antón,

que es de Cantoria nuestro Patrón.


Por Juan Tijeras:

San Antón, Antón,

de Cantoria patrón,

hicisteis que lloviera

como jamás aquí llovió,

te hicieron fiestas,

fuegos y cohetes,

que es lo que le gusta a San Antón,

y acompañado de San Cayetano,

salieron en procesión.

San Antón, Antón,

de Cantoria Patrón.

Procesión por la calle Romero a principios de los años 50. Colección: Juan Jiménez

Recibo justificante de las donaciones para colaborar con las fiestas de los mayordomos de los Santos Patronos. Colección: Encarnita Jiménez

La fiesta en los años 30 del pasado siglo

A principios de año llegaba la fiesta del Santo Patrón, organizada por una cofradía de mayordomos, que era la encargada de nombrar la comisión de fiestas. Entre sus labores estaban la de cobrar la cuota a todos los mayordomos, comprar el marrano y rifarlo en su momento. Con el dinero recaudado, sumándole los donativos que hacían los devotos, se sufragaban los gastos de la fiesta. En el día del patrón se celebraban los Moros y Cristianos, una tradición ya perdida y en la que participaba casi todo el pueblo. También se ha perdido las dianas en los domicilios de las mayordomas el 15 de enero por la noche y la procesión de los Santos por las lumbres después. 

Procesión por la calle Romero a principios de los años 50. Colección: Juan Jiménez

Cuando los patronos no procesionaron juntos

El día 6 de enero del año 1974, festividad de los Reyes Magos ocurrió en Cantoria un hecho curioso e insólito. Desde tiempo inmemorial es tradición en el pueblo trasladar los Santos Patronos San Antón y San Cayetano, en procesión desde la ermita a la Iglesia, acompañados por una gran multitud de gente y por la banda de música, encargada de amenizar esta procesión.

Al no haber ese año comisión de fiestas, nadie se percató que a la imagen de San Cayetano se le habían roto los tornillos que sujetan la imagen a las andas, por lo cual era imposible trasladarlos a hombros.

Llegada la hora de la procesión la gente subió a la ermita, eso sí, sin banda de música. La sorpresa fue enorme cuando vieron que solamente podían trasladar a hombros a San Antón. Después de mucho deliberar, la mayoría acordó procesionar a San Antón a hombros, como siempre y a San Cayetano trasladarlo en un camión, y así lo hicieron.

Este percance lo relata en verso sin ánimo de ofender a nadie, y de forma jocosa de la siguiente manera:

Este día de los Reyes

ha sido muy singular,

de los dos santos patronos

uno no pudo bajar.


Son dos santos bullangueros

amigos de la jarana;

este año están muy tristes

porque no subió la banda.


Ellos preguntan extraños

la causa de este afrentón,

y entonces les informaron

de que no había comisión.


Disgustados los dos santos

se ponen a dialogar

sobre que sería mejor,

si bajar o no bajar.


San Antón que es el más viejo

y con más veteranía

está dispuesto a bajar

para no amargar el día.


Pero el otro que es más joven

y también mucho más pillo

para no poder bajar

se aflojó de los tornillos.


Triste fue la despedida,

y los dos santos pensaban,

que era poco dos tornillos

para que los separaran.


Pero en vista que el problema

es falta de comisión,

uno se queda en la ermita

y otro baja en procesión.


San Cayetano dentro de la ermita

está pasando un mal rato,

y a San Antón en la Iglesia

lo rodean los beatos.


A pesar de su bondad

y ser un santo varón,

ante tanta hipocresía

se le nubla la razón.


Al otro día van a la ermita

hombres de buen corazón,

para convencer al otro

que baje con San Antón.


Después de escuchar el Santo

les puso por condición

que él no bajaba al pueblo

si no era en camión.


Estudiaron el motivo

de tan rara petición,

y al final se lo bajaron

en el “Ebro” de Mirón.


Al entrar el Santo al pueblo

de forma tan singular,

no pudo contener la afrenta

y el pobre se echó a llorar.


Lo que hablaron los dos santos

dentro del grandioso templo

no lo olvidará la gente

aunque pase mucho tiempo.


San Antón le dice al otro:

¡San Cayetano Bendito!

-Padre de la Providencia.

Al ver cómo te traían,

¿no te has muerto de vergüenza?


San Cayetano contesta:

La vergüenza para mí ha sido

no poderte acompañar

por culpa de los tornillos.


Al llegar el diecisiete

y seguir sin comisión,

don Francisco con talento

arregló la situación.


Los santos tuvieron banda

y solemne procesión

y misa con celebrada

como es de tradición.


Regresaron a la ermita

sin bailar por el camino,

y cuando estuvieron solos

dijeron entre suspiros:


Por lo que he visto este año

yo te digo San Antón

que estas fiestas se han quedado

como el gallo de Morón.


Te digo San Cayetano

que como esto siga así,

yo no bajo más al pueblo

¿LO JURO POR MI GUARIN!


LO QUE QUEDA POR DECIR

Y COMO ESTE DE MI MANO

YA LO SABREIS EN AGOSTO

FIESTAS DE SAN CAYETANO

Procesión de los patronos por la calle San Juan a principios de los años 60. Colección: Ana Guerrero

San Antón después de la restauración llevada a cabo por Eva Jiménez, licenciatura. Especialista Restauraciob y Conservación de Patrimonio. Colección: María del Mar Carreño

Bibliografía

FERNÁNDEZ ZAPATA José Antonio. Las Carretillas, Historia, Tradiciión y Futuro de una Fiesta. Revista Piedra Yllora. Nº 3, año 2008.

https://sites.google.com/view/carretillasdecantoria/inicio

TESTIMONIOS DE: