Iglesia de Almanzora

Levantada a partir de 1769 por orden del X marqués de los Vélez dentro del complejo de la Casa de Administración del Marquesado, siendo el arquitecto encargado fray Pedro de San Agustín, religioso franciscano de La Ñora (Murcia), derribando la ermita que había en su lugar por su estado ruinoso. 

En el viaje que dicho marqués realizó a sus estados, en su visita a Almanzora, su secretario dejó anotado en su diario lo siguiente referente a la iglesia de Almanzora: 

"Hay una ermita pequeña dedicada a San Ildefonso, con capellán, para evitar que los que viven en aquellos cortijos vayan al pueblo, que distará cerca de una legua". 

Se trata de un ejemplo sencillo de Barroco Tardío, sin muchos ornamentos. Cuenta con una sola nave, los techos abovedados y encima de la entrada principal se encuentra el coro. No dispone de torre ni tampoco de campanario, ya que este estaba situado en la Casa de Administración, aunque en época reciente se construyó uno encima de la puerta principal. El párroco Silverio Sánchez Franco realizó un restauración integral, actuando principalmente sobre tejados, fachada, arreglo de cúpulas, sacristía, adornando el altar mayor con un retablo de nueva construcción y cambiando los bancos antiguos por otros nuevos debido a su deterioro.

Interior de la iglesia de Almanzora, de una sola nave con techo abovedado y de sencilla, pero elegante decoración Colección: Decarrillo

Retablo lateral con una virgen de los Dolores que fue comprada en 2006 con donaciones de los vecinos. Colección: Decarrillo

Cuadro de la Virgen del Carmen donado por Antonio Berbel y su mujer Carmen Águila tras una promesa. Colección: Decarrillo

Altar mayor de la iglesia con la imagen de la Inmaculada Concepción. Colección: Decarrillo

Imagen del interior de la iglesia de Almanzora. Colección: Antonio Berbel

Programa del brillante acto cultural de este grupo de jóvenes de Almanzora. Colección: Familia Berbel

El grupo de muchachas que se encargó de cerrar el acto cultural con "Los Embrujos de Graná".

La Capilla del Marqués en la Guerra y Posguerra. Por Miguel Ángel Alonso Mellado

La capilla del Palacio de Almanzora propiedad de los marqueses y dedicada desde hace siglos a San Ildefonso, tan solo contaba con un reclinatorio para estos señores y por lo tanto los colonos de Almanzora permanecían de pie. Tras la venta de sus posesiones en 1927 y desligarse de esta población, la misa en Almanzora empezaba a tener gente sentada, pero eso sí, con sillas que se traía el personal de sus casas.

Durante la guerra civil el palacio y la iglesia fueron utilizados como almacén de víveres para el frente de Granada y depósito de abastos para el racionamiento. Aún se ven en algunas dependencias que dan a la calle del Borlas (Calle Cuartel), los techos repletos de púas de las que colgaban todos los fiambres, melones, etc. Al terminar la guerra en la capilla había balas, botes de leche condensada, ¡menudo caviar! que jugosamente saborearon los críos Almanzora puesto que su instinto les hizo pensar que allí se podía encontrar de todo lo soñado.

Durante la contienda se destruyeron las imágenes religiosas de Almanzora, lanzándolas desde el campanario viejo (espadaña del palacio que da a calle del borlas) junto con la campana que allí estaba instalada. San Ildefonso que por lo visto era duro de mollera, no terminó de romperse por lo que le hicieron un paseillo hasta el paso a nivel del tren y allí volvieron a hacer puenting con él, hasta destrozarlo.

Como después de la guerra no quedaba nada en la iglesia, se realizaron una serie de actos benéficos para recaudar fondos para la capilla. La primera imagen que se compró fue la de La Purísima y luego llegó San Ildefonso.

Esto nos contaba Antonio el Sevillano sobre la recaudación de fondos para la capilla de Almanzora en su biografía en esta página:

"Los años iban pasando y la capilla del palacio seguía tal cual la habían dejado los militares. El estado apenas tenía dinero para obra pública y el obispado ni estaba ni se le esperaba. En esos años este edificio religioso todavía no era parroquia. En 1945 los jóvenes decidimos que había que hacer algo ante la impasividad institucional y establecimos un programa de actividades para recaudar fondos, bajo la dirección del maestro y poeta Juan Berbel y su hermana Jerónima. Entre ellas fue la de representar varias obras de teatro que ensayábamos en casa de Manuela Sánchez. Nos convertimos en improvisados actores y fue tal la aceptación, que poco a poco fuimos llenando la hucha.

Llegaron los carnavales y el mismo grupo de actores de los teatros formamos varias comparsas callejeras, recorriendo varios pueblos de la comarca, consiguiendo la nada despreciable cantidad de 2500 pesetas".

El programa de una de esas actuaciones de 1952 es una verdadera joya. La otra foto es del grupo de chicas que actuaba en todos esos teatrillos.

Esta jornada se realizó el 7 de diciembre de 1952 en el salón de actos Mellado (La fábrica). Era la antigua fábrica de gaseosas El Zepelín propiedad de Humberto Blanco que había donde están las casas de Pantaleón y José Gázquez, que algún año después se hicieron bailes allí también.

Organizado por el Grupo Artístico Glorias de Andalucía.

Lola Cazorla, Vicenta de Atanasio, Lola la pájara, la Cazorla de Albox, la Feliciana de los Borlas, María Pardo (hermana de Martín del Molino), Magdalena Alonso, Belén Cazorla y Antonia Cazorla de Albox.

Entre los mozos del reparto: Antonio el Sevillano, Rogelio Berbel, Adolfo, Lázaro Cazorla, Martín del Molino, Julián el de Argentina, Joaquín el royero y Ángel Alonso. 

Me comentan los mayores que participaron, que necesitaban para interpretar el personaje de D. Bernardo a alguien serio y los del casting pensaron que mi padre, Angelillo, era lo que más se aproximaba al personaje, por lo que participó en la obra en la que estaba toda una generación de almanzoreños. Se metió tanto en el papel que incluso llegó a pintarse un bigote ese día.

Todo esto dirigido por la señorita Francisca Díaz, que durante mucho tiempo estuvo metida en los teatrillos que se hacían en Almanzora.

El programa tiene guasa, finaliza diciendo:

¡¡¡Importantísimo!!! La salida como siempre por la puerta de la calle y COMPLETAMENTE GRATIS....

Al poco tiempo después llegó otra representación que se titulaba Quien me compra un lío, donde el elenco de actores eran casi todos los que habían participado en la anterior.

Con lo recaudado en la primera se compró el Sagrario y con la otra se compraron 4 bancos que se pusieron al final de la Iglesia. En esos bancos se sentaban los hombres y las mujeres se seguían llevando sus sillas. Excepto la hermana de Juan Lozano, que seguía utilizando el reclinatorio de la Marquesa que estaba en el Coro.

Es una joya que nos permite recordar un trozo de nuestra historia cuando se van a cumplir 70 años a final de año y recordar a los que ya no están.

Iglesia de Almanzora a principios de los años 50. Colección: Lola Cazorla