Andaba mal el tema político entre 1922 y 1923, hasta tal punto que el Gobernador tomó cartas en el asunto. Depuso a la corporación en pleno presidida por don Felix Pregrín, y nombró a una comisión provisional.

A las pocas semanas anula las competencias de la citada comisión y repone al antiguo gobierno con su alcalde a la cabeza. 

Un asunto de corruptelas no acabaría aquí y traería muchos río de tinta, hasta tal punto que en diciembre de este año acabarían 26 exconcejales encausados y algunos de ellos en cárcel. Y si no los encerraron a todos, es porque la cárcel no daba tanto de sí.

Lo de ofrecer como promesa artefactos pirotécnicos a los patronos o cualquier otra divinidad ya venía de antiguo, como la de la fabricación casera de los mismos en cualquier lugar sin apenas medidas de seguridad.

Es lo que pasó en la cueva de Francisco Guerra en la que estando confeccionando una docena de cohetes para una promesa, se produjo una explosión en el polvorín. La causa se le achacó al fuerte calor de agosto. Fuese lo que fuese, el resultado fueron quemaduras graves en el brazo y una pierna de la mujer de Francisco, en la espalda, cabeza y manos en su hijo Rafael y en la pantorrilla en su hijo Francisco.

Aparte de los daños causados, causó gran conmoción entre el vecindario.