La Almería Nazarí
Yusuf I fue uno de los monarcas más destacados de la dinastía nazarí, que gobernó el Reino de Granada, el último bastión islámico en la península ibérica durante la Edad Media. En palabras de gran al-Jatib que lo describió como "la luna llena de los reyes y el ornato de los príncipes", nació en 1318 en la Alhambra y accedió al trono en 1333, tras el asesinato de su medio hermano Muhammad IV, en un contexto político delicado y lleno de tensiones tanto internas como externas. Era el tercero de los cuatro hijos varones que tuvo Ismācīl I (1314-1325). Su madre era una umm walad (esclava que al dar un hijo a su dueño es liberada a la muerte de este) llamada Bahār (posiblemente significara Primavera), que solo tuvo a Yūsuf I. Cuando accedió al Trono, su abuela paterna Fāṭima, hija de Muhammad II, mujer libre todavía vivía, a pesar de su longevidad conservaba sus extraordinarias cualidades, capacidad e influencia política que sin duda utilizó para ayudar a su joven nieto durante casi todo su emirato, además de ejercer su tutela durante los primeros años.
Ascenso al trono: El acceso de Yusuf al poder estuvo apoyado por su influyente visir Ridwan (un cargo similiar al de primer ministro) y por el respaldo de parte de la nobleza granadina. Desde el inicio, tuvo que enfrentar desafíos internos para consolidar su autoridad, aunque logró estabilizar el reino con relativa rapidez.
Política exterior y diplomacia: Durante su reinado, Yusuf I mantuvo una política exterior basada en la prudencia y la diplomacia. Supo jugar con habilidad entre las potencias vecinas: los reinos cristianos de Castilla y Aragón, y el Imperio Meriní del norte de África. Aunque tuvo algunos enfrentamientos militares —como la defensa de la frontera frente a incursiones castellanas—, su estrategia principal consistió en negociar treguas y alianzas que garantizaran la supervivencia del reino nazarí.
Uno de los momentos clave de su política internacional fue la participación de Granada junto al reino de Aragón en la conocida batalla del Salado (1340), en la que las fuerzas cristianas derrotaron a una coalición musulmana. Aunque esta derrota marcó el fin del apoyo meriní a Al-Ándalus, Yusuf I logró mantener la independencia de Granada.
Un mecenas cultural: Yusuf I fue también un gran promotor de la cultura, la educación y la arquitectura. Bajo su patrocinio, la Alhambra alcanzó una etapa de esplendor artístico: mandó construir o embellecer importantes estructuras como la Puerta de la Justicia, la Puerta de los Siete Suelos, y avanzó en la construcción de diversos palacios y torres dentro del recinto.
Además, fundó en 1349 la Madraza de Granada, la primera universidad islámica de al-Ándalus, donde se enseñaban ciencias religiosas, filosofía, matemáticas y derecho. Su reinado se caracterizó por un florecimiento intelectual y artístico, atrayendo a poetas, juristas y eruditos.
Gobierno y religión: Como gobernante, Yusuf I se destacó por su piedad religiosa, su respeto por la ley islámica (sharía) y su impulso a la justicia. Reformó el sistema judicial y se esforzó en consolidar un gobierno ordenado y respetado, lo que le valió fama de monarca justo y sabio entre sus contemporáneos.
Asesinato y sucesión: Yusuf I murió de forma trágica en 1354, cuando fue asesinado por un esclavo durante la oración del viernes en la mezquita mayor de la Alhambra. Su muerte sorprendió al reino y dejó el trono en manos de su hijo Muhammad V, quien continuaría su legado y llevaría al Reino de Granada a uno de sus momentos de mayor esplendor.
El máximo mandatario del reino nazarí de Granada Yúsuf I visitó la parte oriental de su reino en la primavera de 1347 aprovechando el final de la guerra para revisar y reforzar sus defensas. Así, con el objetivo de inspeccionar una serie de plazas fronterizas, el Emir inició un viaje oficial acompañado de su corte el 29 de abril de 1347 durante el que visitó, a lo largo de veintidós días (regresaron a Granada el 20 de mayo de 1347), una veintena de lugares y poblaciones de la región oriental andalusí, llegando a Almería, donde se le dispensó una majestuosa recepción, aunque también en todos los lugares por los que pasó fue recibido y aclamado por la población al completo.
Además, su influyente visir Riḍwān, que también ejerció el cargo los cinco primeros años de su hijo y sucesor Muḥammad V, de 1354 a 1359, ordenó, la construcción de más de cuarenta torres atalayas (burŷ) desde la frontera de Vera en la costa oriental hasta los alfoces de la Algarbía y otras tantas en el interior, reforzando la frontera con el reino cristiano de Murcia, entre las que destacan la torreta de Cantoria, la de la Rambla de Oria, la de la Terdiguera, la de la Ballabona, etc
Disponemos de una descripción detallada de ese viaje gracias a que su secretario personal, Ibn al-Jatib, dedicó al mismo su obra Játrat at-tayf wa-rihlat as-sayf (Visión de la amada ideal en una gira inverniza y estival). Ésta está escrita en una prosa rimada muy complicada con versos intercalados, algunos de ellos compuestos por el autor en el transcurso del recorrido como lo demuestra algunos de los fragmentos literales sobre Baza y Vera que destacan la maestría narrativa de Ibn al-Jatib: combina imágenes poéticas (“norías como flautas tristes”) con datos precisos sobre el entorno, la obra hidráulica (norias, acequias) y los condicionantes geográficos y climáticos que marcaron la marcha como el caso de vera dificultades logísticas y cómo, a pesar de ello, los defensores fronterizos mantuvieron firme el paso de la expedición real.
Aunque la obra es una crónica de viaje, está escrita en una prosa refinada y poética, con un fuerte componente estético, además de describir monumentos (alcazabas, murallas, norias), recoge aspectos culturales y costumbres locales. La obra aporta datos sobre infraestructuras defensivas en áreas clave como Baza, el Almanzora, Vera, y la costa almeriense, útiles para historiadores y arqueólogos.
El sultán contaba entonces con poco menos de 29 años, de los que 14 los había dedicado al gobierno del reino nazarí desde que subió al trono en 1333; su secretario tenía 33 años. Hay que descartar, por tanto, que el viaje se debiese a una toma de contacto con parte de su reino para conocerlo de primera mano al acceder al cargo, pues ya llevaba tiempo gobernando.
Se cree que la finalidad del periplo pudiera ser inspeccionar el estado de las defensas en una región que sufría constantes incursiones enemigas, suscitando la lógica inquietud de la población. Sin embargo, también podría responder a una inspección después de un posible demoledor terremoto que podría haber sido el que ocasionó el traslado de numerosas poblaciones de la zona a otros enclaves próximos (de la Vera del Cerro Montroy a la Vera del Cerro del Espíritu Santo; de Mojácar la Vieja a su emplazamiento actual…) y que hasta ahora no se ha podido fechar cuándo se produjeron esos traslados. Así nos lo hace pensar algunas alusiones a ruinas, como cuando comenta Ibn al-Jatib, a propósito de Almanzora: “sus ruinas desgastadas, sus casas deshabitadas y vacías, y su mezquita visiblemente mísera y sometida a la consunción, a pesar de hallarse en un lugar elevado”, si bien no hay ninguna mención expresa a terremoto alguno.
El viaje se prolongó desde el domingo 29 de abril de 1347 en el que Yúsuf I y su séquito partieron de la capital del reino, Granada, hasta el domingo 20 de mayo de ese mismo año, cuando se produjo el retorno a la ciudad de la Alhambra. El itinerario fue el siguiente: desde Granada a Guadix, siguieno por Gor, Baúl, Baza, Caniles, Serón, Purchena, Cantoria, Almanzora, Vera, Lubrín, Askudar¿?, Almería, Marchena, Abra, Abrucena, Fiñana, Guadix y Granada.
J. Bosch y W. Hoenerbach, al estudiar la obra y traducir algunos pasajes, estimaron el recorrido en unos 430 kms., realizados en 22 días, lo que da lugar a una media de 16 etapas con media de 27 kms. por trayecto. En Vera, parada más oriental del viaje, pernoctaron tres noches y en Almería, la ciudad más importante del periplo, cinco. En total, 22 días de viaje, 16 etapas de recorridos y 21 pernoctaciones fuera de la Alhambra.
Ibn al-Jatib describe el Su paso por Vera fue descrito con notable énfasis debido a la meteorología, narrando cómo la comitiva fue sorprendida por duchas torrenciales, que convirtieron los caminos en cauces violentos, haciendo que los caballos parecieran viajar “como barcos de vela” y a pesar de las dificultades logísticas, los defensores fronterizos mantuvieron firme el paso de la expedición real.
En Almería el sultán fue recibido con toda pomposidad, siendo un gran acontecimiento. Banderas ondeando, multitudes en las calles y figuras notables dieron la bienvenida al monarca. Incluso los comerciantes cristianos se sumaron al festejo. Las galeras de guerra, con sus medias lunas reflejadas en el mar, ofrecieron un espectáculo digno de poesía, como bien recogió Ibn al-Jatib: “¡Qué espectáculo de maravillosa belleza, que tira de las riendas de la perfección!”.
En el tercer día de su estancia, Yúsuf I inspeccionó la fortaleza de la ciudad, visitando lugares emblemáticos como el Pabellón de Jayrán y el Palacio de Ibn Sumadih. La recepción fue fastuosa: banquetes, poetas declamando, nobles reunidos, y una ceremonia cargada de simbolismo, honores y belleza. Almería se rindió ante la grandeza del sultán nazarí, celebrando la gloria de los árabes con versos y esplendor.
“Aparecieron en el cielo del mar las medias lunas de las galeras de guerra, como si fuesen las cejas de las bellas de negrísima piel, vestidas de la noche azabachada y apretujadas a su llegada a la playa, como ocurre cuando se encajan las núnes/enes en la escritura. ¡Qué espectáculo de maravillosa belleza, que tira de las riendas de la perfección!” (Tr. F. N. Velázquez Basanta).
Figura representada en la Sala de los Reyes de la Alhambra, que perfectamente podría ser Yusuf I
En Cantoria lo recibió al-Balawi convertido en cadí de la ciudad tras el regreso de su peregrinación a la Meca. El famoso ministro del rey granadino, escritor y poeta Ibn al-Jatib lo menciona destacando su estilo de vestir y hablar como alguien del este, lo que mostraba con orgullo después de su larga experiencia en Oriente. que el cadí al-Balawi los recibió con un enorme turbante que alargaba y dejaba caer por uno de los lados hasta taparle la parte inferior del rostro, y también lucía sobre los hombros un exagerado taylasán blanco. Presumía, con afectación, de cultura literaria e imitaba con ampulosidad las formas y el lenguaje de los orientales. Además -incide en el retrato satírico que hace de él-, se presentó ante el sultán y su séquito con la barba coloreada por habérsela teñido con alheña y cártamo.
Al llegar a Cantoria, la comitiva acampó supuestamente donde se encuentra la población actual, por ser zona mas llana y accesible siendo agasajados por la población local cuando se originó la anécdota de la famosa escena de la “gallina cortejada” (gallina ataviada de novia de boda), integrada en una comitiva pintoresca que despide sensación de fiesta rural y que cuenta con varias versiones y que contaremos la tres mas poéticas y aunque los textos originales no se conservan literalmente, pero se han transmitido en versiones recogidas por cronistas posteriores, y suelen reconstruirse con un estilo acorde a la poesía árabe culta de la época.
1 versión y más extendida:
Era ya tarde en la villa de Cantoria, cuando el cortejo real acampaba entre risas y sombras al pie del castillo, cuando de pronto, un pequeño grupo de aldeanos descendió desde la ladera portando una plataforma de madera cubierta con paños de colores. Sobre ella, una gallina rechoncha, ataviada como si de una novia se tratase: la envolvía una tela roja bordada con hilos dorados, llevaba la cresta adornada con un lazo azul, y a cada pata colgaba un cascabel diminuto.
Al paso de la “novia”, el gentío reía, los niños corrían tras ella, y los hombres exclamaban:
- “¡Su madre es la de Pechina!”
- “¡Y su hermano, el capón de la Alhambra!”
Desde los escalones de una casona de piedra, el cadí al-Balawi, con su barba teñida de rojo y el rostro medio cubierto por un inmenso turbante, miraba divertido.
A su lado, el sabio Ibn al-Jatib, envuelto en túnicas verdes con bordes de seda, alzaba una mano entre la sonrisa y la ironía.
- “Si en vez de gallina hubierais traído un halcón… ¿con qué os pagaría?” —dijo, mientras los curiosos murmuraban y se alejaban.
Y cuando por fin el cuchillo brilló en el aire para dar fin al ritual del ave, el poeta y visir granadino proclamó:
-“Gentes de Cantoria, ya os habéis ganado a la niña de vuestros ojos; regocijaos, pues el cuervo de la separación ha sido degollado”.
2 versión y la más teatral:
En una de ellas, fue en la comida con que se agasajó al sultán, en la que se sirvió una única gallina guisada como plato principal. La presencia de solo una gallina para tantos comensales generó un momento incómodo y que puso de relieve el ingenio y la rivalidad amistosa entre dos grandes figuras culturales del Reino de Granada.
Ibn al-Balawī, con tono burlón y afilado, recitó en voz alta unos versos improvisados, insinuando que la gallina estaba tan sola que parecía haber sido criada en el desierto, sin compañía. La sátira iba dirigida a la austeridad de la hospitalidad o quizá como un guiño al poeta rival, Ibn al-Jatib.
Sin quedarse atrás, Ibn al-Jatib respondió con otros versos igualmente ingeniosos, elogiando la gallina como símbolo de la generosidad del anfitrión y ridiculizando la pretensión de su compañero.
Verso burlesco de Ibn al-Balawī cuando sirven la única gallina en la mesa:
"Una gallina sola entre tanta noble gente,
más parece enviada por el hambre que por la suerte.
¡Oh, ave huérfana de compañía y de banquete,
si al menos fueras dos, podrías llamarte convite!"
Réplica ingeniosa de Ibn al-Jatib:
"No es la gallina la que escasea,
sino el juicio del que no sabe verla.
Pues su sabor basta a los sabios,
mientras que los necios buscan la cáscara y no la perla"
Aquí defiende el valor simbólico y cultural del gesto más que la cantidad, elevando el gesto del anfitrión y burlándose del materialismo de su rival. Aquí, el poeta se burla sutilmente de la escasez del plato, con un tono sarcástico, haciendo ver que la gallina no es digna del sultán y su séquito.
La improvisación poética entre ambos fue tan ingeniosa que provocó la risa del sultán y de toda la comitiva. Yusuf I, divertido, recompensó a ambos por su talento, y la escena quedó registrada como un ejemplo del refinado humor literario de la corte nazarí. Como gesto de aprecio, ordenó que se sirviera más comida… y quizás más gallinas. Esta anécdota muestra no solo el estilo de vida de la corte granadina, sino también el valor que se daba a la poesía, el ingenio y la capacidad de respuesta rápida en verso.
3 versión:
Una vez que el campamento de Yusuf I estaba levantado a la otra orilla de la alquería fortificada de Qanṭūriya (Cantoria), que los andalusíes llamaban así por la claridad de su fuente y la blancura de sus casas—, los notables de la villa ofrecieron al sultán dátiles de Bayyana, leche de cabra fresca y dulces de harina candeal. Entre los asistentes se formó un corrillo con varios militares, sabios y poetas. Entre ellos estaban dos figuras ilustres: al-Jaṭabī, experto en hadices y retórica, y al-Balawī, renombrado historiador, poeta y escritor de libros de viajes, con fama de ser hombre de gran lengua.
Una gallina, escapada de algún corral cercano, irrumpió en la reunión, cacareando alborotada. El animal se paseaba con aire altivo entre los allí presentes, como si quisiera participar en la discusión.
Fue entonces cuando al-Jaṭabī, con tono burlón pero elegante, exclamó:
-"He aquí una criatura que, aunque sin ciencia ni discurso, logra interrumpir a los hombres de saber. ¡Digna sería de un tratado, si no fuera ave!"
Al-Balawī, sin perder un instante y con sonrisa en los labios, replicó:
- "Y sin embargo, maestro, ¿no dicen los sabios que incluso de las bestias se extraen lecciones? Mira cómo esta gallina, sin arte ni astucia, ha logrado hoy ser el centro de atención. ¡Tal vez más sabia sea que muchos oradores!"
Los presentes estallaron en risas y murmullos de aprobación. La gallina, como si comprendiera el revuelo, cacareó una última vez y se marchó con la misma dignidad con la que había llegado.
Desde entonces, la escena de la gallina se convirtió en proverbio entre los estudiosos: "Más vale el cacareo oportuno que el sermón sin alma", decían, recordando la lección inesperada que aquel animal había dado a dos gigantes de la palabra.
Imagen que recrea la escena de la entrega de la gallina al visir al-Jatib
Panorámica de la Alhambra desde el mirador de San Nicolás. Colección: Decarrillo
LIROLA DELGADO, Jorge. Almería, base naval, económica y cultural de al-Ándalus. Edita: Fundación Ibn Tufayl de Estudios Árabes. Año 2022
MOLINA, LUIS & PUERTA VILCHEZ, José Miguel. Yusuf I de Granada: poesía, sabiduría y poder en la Alhambra nazarí. Granada: Patronato de la Alhambra y Generalife, 2004.
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LÓPEZ CHIRVECHES, Juan José. https://www.piedrayllora.com/biograf%C3%ADas/al-balawi-jalid
https://regiondegranada.org/hitos-historicos-hasta-desaparicion-del-reino-de-granada/