Saga 1. Los Alejandros

Inicio de la Estirpe. Los dos Primos Alejandro

El intento de escribir esta pequeña historia me hace buscar la objetividad desde mi particular subjetividad que el apego a un pueblo, a sus gentes y a mis lazos familiares me condiciona. La relación de esta familia o este apellido con Cantoria ha sido importante, pues han ocupado el poder o influencia alrededor de siglo y medio. Toda la información es verbal, obtenida por relatos familiares que he guardado en la memoria, salvo el árbol genealógico que figura anexo a este trabajo.

Cantoria es un pueblo que ha evolucionado de una forma peculiar, disminuyendo en el número de habitantes cuando la mayoría de los pueblos vecinos con los mismos o menos recursos han crecido, entre otras razones, por la carencia del gen emprendedor, a diferencia de la sangre fenicia de las gentes de pueblos limítrofes. Los antiguos cantorianos proyectaron e hicieron una Iglesia con vistas a un pueblo de mayor poderío, propio de la importancia del mismo en siglos anteriores. La emigración en busca de un futuro mejor ha cambiado el peso de Cantoria dentro de su propia y particular historia. Sirva de preámbulo para relatar, dentro de esta pequeña historia, la vida de algunas de las personalidades que han dejado una huella imborrable en la perpetuidad de Cantoria y sus gentes.

La saga familiar de la que les voy a hablar comienza con dos primos, Alejandro Giménez (en adelante Alejandro I) y otro Alejandro Giménez (en adelante Alejandro II) que se casaron con dos hermanas de Somontín hijas de Miguel Molina, terrateniente con extensas propiedades en Somontín, Lúcar y otros pueblos limítrofes y que cariñosamente la familia le llamaba “el abuelo gordo”, que poseía el título nobiliario de Gran Señor de Somontín (no se poseen mas datos de esta familia ya que durante la Guerra Civil se destruyeron los archivos municipales de esa localidad).

Alejandro I & Dolores Molina

Siguiendo un escrupuloso orden cronológico, les situaré a ustedes, ávidos lectores, a la mitad del siglo XIX, en el año 1856, siendo Alcalde de Cantoria Alejandro I, casado con Dolores Molina en cuyo mandato se construyó el actual Ayuntamiento, tuvieron un hijo, de nombre Eduardo Giménez Molina, Abogado igual que su padre y que en 1869 hasta 1871 obtuvo el escaño de Diputado en Cortes en Madrid por la circunscripción de Huércal-Overa (desde esta época pertenece Cantoria a este partido judicial, anteriormente lo era de Purchena). Además de Diputado, fue Director General de lo Contencioso Administrativo en el Ministerio de Hacienda.

Eduardo era una persona muy bien relacionada en Madrid. Fruto de ello recibió el encargo de Antonio Abellán, futuro Marqués de Almanzora, que le gestionara la compra al Marqués de la Romana de las tierras de la actual pedanía de Almanzora. El Marqués de la Romana le donó por la venta, de forma altruista, una propiedad en Cantoria, el llamado Huerto del Administrador, (residencia del Administrador del antiguo Marquesado de los Vélez en la zona),  y por parte del Marqués de Almanzora recibió por sus gestiones la Casa del Marques de la Romana que iba en el mismo lote que Almanzora, sita en la calle San Juan.

Eduardo se casó con Soledad Sánchez, teniendo 3 hijos, que heredaron a su muerte la casa del marqués de la Romana de la calle de San Juan (su hijo Alejandro), el Huerto del Administrador o Villa-Smara (su hija Maravillas), y la tercera hija, Dolores, que heredó otras propiedades familiares en Cantoria y Somontín.

Eduardo Giménez  Molina tuvo gran influencia en conseguir  que el ferrocarril pasase por Cantoria y en Almanzora (teniendo estación en ambas localidades) desechando el trazado inicial que lo proyectaba por Albox. En ello colaboró el Marqués de Almanzora, aprovechando de su situación política, social y económica, cediendo tierras e intercediendo con otros propietarios para hacer lo propio.

De los descendientes de Eduardo, hemos de decir que su hijo Alejandro que se casó con Luz Cerrillo Fernández, tuvo 7 hijos y vivió como agricultor adinerado y uno de los industriales inversor y constructor de fábricas de luz más importantes del Almanzora, destacando, entre otras, la fábrica de luz de Cantoria y la de Lubrín. Además, en 1927 fue nombrado representante de la Sociedad de Autores en Cantoria. Su hija Maravillas se casó con Jesús Cortés y tuvo sólo un hijo, Eduardo Cortés Giménez, que tuvo gran  actividad política durante la Segunda República y  que se menciona y se habla extensamente de él en un artículo en un número anterior de Piedra Yllora, donde también se mencionan a sus hijos Juan Antonio y Eduardo Cortés de Ponte, creadores y accionistas del Grupo Prisa.

Pasamos a los descendientes de Dolores y su esposo Trinidad Fernández, que ejerció  una gran influencia en este pueblo, pues entonces los Médicos gozaban de gran consideración y que coincidió en el ejercicio profesional con Juan López, abuelo de Adolfo López también Médico desaparecido recientemente. De la estirpe de Dolores y Trinidad tenemos que mencionar a José (que fue Secretario de la Diputación Provincial donde consiguió varias obras para el municipio) y Alejo,  estudiando la carrera de Derecho que no ejerció y residiendo la mayor parte de su vida en Granada, dedicándose a la actividad industrial, siendo dueño de una  fábrica de azúcar. Los últimos años de su vida (1953-1966) los pasó en su querida Cantoria, colaborando y ayudando en todo lo que podía beneficiar al pueblo.

A continuación voy a relatar el devenir de la larga descendencia de Alejo Fernández , que va ya por la cuarta generación y entre los hijos hemos de mencionar a dos dedicados a la milicia, a los fallecidos Alejo (Coronel de Infantería) y Francisco (Intendente Mercantil y Alto Funcionario de los Ministerios de Hacienda y Educación), y los que actualmente viven , Trinidad (General del Ejército del Aire), Jesús Fernández, (Médico Forense de Sevilla retirado y colaborador de esta Revista) y Eduardo Fernández (Jefe de Sección de Oftalmología del Hospital Universitario V. de la Arrixaca de Murcia y autor de este trabajo que están leyendo). Entre los nietos y bisnietos tenemos a Francisco (General de Infantería), y varios Licenciados en Derecho, Farmacia, Ciencias Económicas, Arquitectura y Ciencias Físicas.

Hasta Alejo Fernández G. todos habían  nacido en Cantoria, pero a partir de él, todos los demás lo hacen en distintos lugares (salvo una nieta que lo hizo accidentalmente en este pueblo). El único que en 1992 vuelve a los orígenes cantorianos es Eduardo Fernández Muñoz, que tuvo el honor de ser nombrado Hijo Adoptivo por el Ayuntamiento de Cantoria. Aprovecho estas líneas para agradecer de nuevo esta distinción a las Corporaciones Municipales presididas por Juan Gea y Miguel Aránega. También he sido pregonero de las fiestas de San Cayetano en 1989 y 1995, haciendo  en dichos pregones una infrahistoria del pueblo, mencionando a personajes populares y conocidos por sus actuaciones cotidianas con sus grandes virtudes.

Alejandro II & Catalina Molina

Ahora voy a tratar de otra rama Giménez que desciende de Alejandro II que se casó con Catalina Molina, hija de Miguel Molina (Somontín).  Entre sus hijos tenemos a Amador Giménez Molina que se desposó con Mª del Mar del Olmo, descendiendo de ellos varias personas que han ocupado la Alcaldía de Cantoria: en primer lugar, Pedro Llamas y Joaquín Giménez del Olmo, los dos en los años cuarenta del siglo XX, Joaquín Llamas Giménez, hijo y sobrino de los anteriores que la ocupó en los años cincuenta y Pedro Llamas García, a su vez nieto, sobrino-nieto y sobrino de estos, actual Alcalde.

Otro Giménez  que tuvo su influencia en el pueblo fue Cristino Mª Sánchez  Giménez que  fue Alcalde en los años cincuenta, que ahora tiene una calle con su nombre junto a la de su primo Eduardo Cortés Giménez. Durante su mandato se realizaron numerosas mejoras en el pueblo que perviven en nuestros días y continuamente recordadas por sus conciudadanos (véase Piedra Yllora, Nº 1, año 2006).

Otro familiar colateral ha sido Vicente Giménez Saavedra, a cuyo mecenazgo se debe la construcción del Teatro Saavedra, una gran obra arquitectónica que se construyó en 1926, siendo un adelanto a su tiempo ya que ningún pueblo de esta zona disponía de un recinto de esta envergadura. En los años 80 fue adquirido por el Municipio y restaurado y rehabilitado por la Junta de Andalucía. Aprovecho esta mención para manifestar mi pesar y recabar de los responsables culturales un mayor uso en actos culturales y recreativos de este bien tan preciado y que está infrautilizado.

Hemos de mencionar también a Juan López Cuesta, casado con Carmen Giménez Saavedra (hermana de Vicente), Médico y Alcalde en los años cuarenta, cuyos hijos han ocupado parte de historia, dos de ellos Médicos en ella (Juan y Adolfo López Giménez) y otro Antonio que tuvo una Farmacia.