Oficios y Labores

Trabajadores de la fábrica de mármol de Juan Pastor en la gran nevada de 1960 junto al recinto ferial. Colección: Sergia Berbel

Relación Jornalero - Patrón

Hombres que andáis por el mundo

por la mar y por la tierra,

no sirváis a Pedro Gómez

que es el colmo de la miseria.

Un año estuve con él

y pasé el purgatorio en penas,

un día me mandó a labrar,

con dos mulillas gallegas

y para alivio de mis penas

se me olvidó la merienda.

Y todo el día se me fue:

“Aja Blanca, Tente Negra”.

A la noche cuando fui

me tenía la mesa puesta

con un bollo de maíz

y una cazuela de acelgas

y entonces le dije: “mi amo

ajústeme usted la cuenta”.

Se metió en el cuarto y sacó

un libro como una espuerta

y me dijo:

“La reja que me perdiste

en la cañá de Oraibique,

no es por caso que yo la pierda.

La noche del velatorio

te dejaste la puerta abierta,

entró el gato y se comió

30 libras de manteca

a 3 pesetas la libra

importan 90 pesetas.

Aquí tienes 10 pesetas

para hacerte la puñeta”.

Adoración Giménez

Concha Miras y su marido José Quiles pastoreando enfrente del cementerio, a escasos metros de su cortijo. Este matrimonio se dedicó toda su vida a las tareas del campo, complementando este con un pequeño ganado de ovejas y cabras. Una mañana de principios de los años 60, cuando fue sacar a los animales a pastar, se dio cuenta de que le faltaban dos ovejas a punto de criar. La noche anterior había sido aprovechada por algún amigo de lo ajeno para sustraerlas, y por la manera en que lo hizo, conocía el lugar.

Cuando comentó entre los vecinos de Tomácar lo sucedido, le aconsejaron que fuera a ver a María la Venena, una curandera que era famosa por sus visiones y que vivía en el camino antiguo de Vera a Garrucha. No se lo pensó mucho y cuando encontró quien lo pudiera llevar, allí se plantó en su casa.

Cuando explicó lo sucedido a esta buena mujer, dijo que ella no conocía la zona y por lo tanto no podía decirle con exactitud donde estaban, pero que se acercara a la mesa que había detrás de ella, y mirara al agua que había dentro de un lebrillo de barro. Hizo lo que le dijo María, y a los pocos segundos de tener fijada su mirada en el líquido elemento, este, como por arte de magia, fue componiendo la imagen de una vivienda en una cortijada que conoció de inmediato, y en ella, a sus animales.

Y no era otro lugar que el Marchal, a poco más de un kilómetro de Tomácar, en dirección a Almanzora donde se encontraban sus dos ovejas. Al día siguiente fue en busca del ladrón, haciendo que el encuentro fuese casual cuando estaba cuidando de su rebaño. Y si, allí estaban y cuando las llamó, corriendo fueron en busca de José. Colección: Pilar Miras

Isabel Soler con un joven pastor cerca de su casilla de Renfe en el paso a nivel de Tomácar. Isabel fue la última exponente de una profesión ferroviaria casi desaparecida como es el de Guardabarrera. Era conocida como la de la Casilla, natural de Zurgena, que heredó el oficio de su madre en el paso a nivel de Tomácar, ofició que desempeñó más de treinta años. De joven estuvo de aprendiz de sastre en un taller de costura de Cantoria y que le supo sacar partido de mayor. Compaginó su trabajo con las labores agrícolas, su casa, la educación de sus tres hijos y de manera esporádica, ponía inyecciones cuando algún vecino o familiar no encontraba al médico o al practicante. Empezaba su jornada laboral con el paso del Periquito a las seis de la mañana y acababa con el Correo de las ocho de la tarde. Al cierre de la Línea Lorca-Baza, en el año 1985 la trasladaron a Lorca y después en Alhama de Murcia hasta que la jubilaron por enfermedad. Colección: Juan Jiménez

Taller de bordado de Rosa Papis a principos de los años 40. Esta buena mujer era hermana del Párroco de Cantoria Luis Papis. Estos hermanos eran naturales de Carboneras, donde todavía vivien sus familiares. Este cura era coadjutor en la época de guerra de don Juan Antonio López, asesinado al principio de la contienda. Luis pudo salvar la vida porque en el momento de llegar los milicianos a Cantoria, con la orden de llevarse a los curas, estaba paseando por los caminos de la vega. Después lo escondieron en un cortijo de Capanas donde ejercía de pastor. 

Esta escuela estaba donde años después estaría el taller de costura de Carmen la Turca. Colección: Carmen Chacón

Pedro el Galán junto a su esposa Isabel Zapata en el bar que tenían alquilado en la plaza, donde hoy está la cafetería Charly. El local era propiedad de Isabel Rodríguez, que fue alquilado a Pedro por 300 pesetas mensuales. Y el total del coste de todos los enseres allí existentes como veladores, mesas, sillas, cafetera etc. fue de 4.600 pts. según el contrato de alquiler. El Bar Galán abre sus puertas al público el 25 de noviembre de 1955. En diciembre de 1966 muere Pedro y su viuda lo mantiene hasta mayo de 1970. Este bar tuvo muy buena clientela, quizás porque era una persona muy conocida y querida por sus paisanos. Además, gozaba de una excelente voz y mucho gusto para cantar tangos y sus imitaciones de Carlos Gardel. Antes, cualquier escusa era buena para montar una buena fiesta y en eso este local tenía un nombre. Su hijo Ezequiel continuó con el oficio del progenitor y montó un bar-cafetería un poco más abajo, frente a la iglesia, que ha sido un referente en cuanto al tapeo en Cantoria hasta su jubilación en 2013. Colección: José A. Fernández Zapata

Recolección de la patata. En la imagen Joaquín Sánchez, Antonio Mellado, Antonio Águila, Daniel Sánchez, Agustín Águila, Pedro Díaz (recostado) en la década de los 50. Colección: Francisco Oller

Antes de la trilla, los haces de trigo se apilaban unos sobre otros en forma de pirámide con la finalidad de que se seque el trigo y si llovía, solo se mojaban los de la parte de arriba. En esta imagen están Pedro Sánchez Cuesta sentado a la izquierda, Luis Ortega, Daniel Sánchez, Pedro Sánchez, Joaquín Sánchez y la perra Fortuna. Década de los 50. Colección: Dolores Águila

Mateo Borgoñoz con su hijo Francisco en la etapa que ejercía de afilador a principios de los años 60. Colección: Mateo Borgoñoz

Limpieza y envasado de la cosecha de patatas para su comercialización en la Avda. Estación de Almanzora. Colección: Amparo García García

Esta imagen está tomada en la puerta del almacén de almendra de Juan Cazorla con los trabajadores que eran de Almanzora y de las pedanías cercanas. Colección: Lola Cazorla

Taller de Costura de Lola la Blanca en su casa de la calle Alcalde Cristino María Sánchez en 1948. Colección: Juan Jiménez

Taller de Bordado a Máquina que impartió Antonia la Peluquera en Almanzora en un local de los hermanos Berbel a principios de los años 70. Colección: Gaspar Masegosa

La curiosidad de esta imagen es que se muestra la técnica constructiva que había antes de que se extendiera el uso del ladrillo. Muros de piedra, tejados de troncos y cañas, eran los materiales predominantes, a la vez que los más ecológicos y de proximidad. Colección: Víctor Picazos

Cargando haces de trigo con un camión del ejército rumbo al cuartel de Viator. Colección: Maribel Rodríguez

Andrés Marín haciendo de matarife despedazando un choto que luego vendería en su pequeño comercio de la calle San Cayetano. Colección: Ana Guerrero

Cuadrilla de Albañiles en una comida en el bar de Castejón para celebrar el fin de una obra. Entre los asistentes, Joaquín el Guarda, los Gacheros, Patricio, Joselito, etc. Colección: Encarnita Jiménez

Panadería de Martín en Almanzora, con Francisco Oller y su hijo. Este horno es el heredero de una larga tradición de panaderos artesanales que durante generaciones han ocupado diversos molinos, como el de los Albercoques a finales del siglo XIX, el del Martín, detrás del Palacio de Almanzora y, actualmente, dentro de la población de Almanzora. Colección: Francisco Oller

Nada agitaba más a los niños que la voz de Juan el Chambi  pregonando su mercancía: "¡Helado, helado, al rico chambi!", Juan fue durante décadas el heladero artesano más famoso de la comarca por la calidad de sus helados y por la limpieza con que desarrollaba su trabajo. Fue uno de esos hombres laboriosos que pasaron por la vida sin un día de descanso, buscando la forma de ganarse la vida peseta a peseta. Esta imagen fue tomada un medio día en la plaza de la Iglesia. Colección: familia de los Barrenos

Asando pimientos en la Calle Alamicos. Esta tradición que perdura hasta nuestros días, tiene la finalidad la de elaborar conservas para todo el año con los productos de la huerta en el verano. En esta imagen, un grupo de vecinas preparando el carbón. Colección: Ana María López

Puestos de Dulces en la Feria de Cantoria de los hermanos Balazote. Esta familia tenía la tienda en la Plaza de la Constitución. Colección: María Gea

José Rodríguez, Alejandro Granero y Pepe el Marmolista dando los últimos retoques al ángel en actitud de silencio para el panteón familiar a mediados de los años 80.  Pepe el Marmolista era zurdo y tenía su fragua para fabricar las herramientas que necesitaba dependiendo de los trabajos que tenía que hacer. También modelaba en arcilla las imágenes antes de esculpirlas en mármol. Todos sus alumnos recuerdan con mucho cariño el gran carisma, la delicadeza de sus trabajos y, sobre todo, que no paraba de decir e inventar chascarrillos. Colección: Julio Rodríguez

Parada para almorzar despues de "hacinar" el trigo, que no era otra cosa que hacer un círculo y sobre este ir amontonando los haces hasta hacer una torre para que se secase uniformemente. A los 15 días, ya se procedía a la trilla.  Esta imagen está tomada en la era de la cuesta en Almanzora con Francisco García el Borlas, Antonia Cazorla, María García y Marco. Colección: Amparo García

En el proceso de trilla se unía las mulas o burras al trillo por medio de lo que se llamaba la Cuella. Colección: Yolanda Rodríguez

En el Bar de la Flora, el primer bar que hubo en Almanzora. Actualmente se le conoce como el Bar del Mojete. En la imagen Agustín, Francisco Oller, Caridad Oller, Flora, Pepe Díaz, su mujer la Mojeta y una mujer del barrio. Colección: Francisco Oller

Raimunda Gea Castejón era la mujer de Teodoro Balazote, y dueños de la Fonda de la Plaza, que contaba también con un obrador y despacho de dulces y turrones típicos de Cantoria. Al enviudar con 50 años, se tuvo que hacer cargo de todo con la ayuda de sus hijos. En la imagen con sus nietos Teodoro y Joaquín, que fue tomada por el retratista Juan Chacón para enviarsela a Ángel, el hijo de Raimunda que estaba emigrado en Alemania. Colección: Mundi Balazote