Origen de los topónimos de Cantoria, Almanzora y del río que da nombre a nuestro valle
Pedro Lozano Blesa
Pedro Lozano Blesa
Se dice que la teonímia es el inmenso santoral de la Historia, es el cementerio de los viejos dioses. Gracias a los Libros de Apeos conocemos hoy los diferentes topónimos o nombres primitivos de los pagos existentes en el momento del destierro de los moriscos, ya que la mayoría de los de secano y algunos de riego han cambiado su nombre por uno castellano, como puede ser Los Pardos, Los Garcías, Las Casicas, el Púlpito.
Para la descripción de las tierras y conocer el nombre de su antiguo propietario morisco, Felipe II tuvo que autorizar la traída de algún morisco desde el destierro conocedor de la tierras de su pueblo. Este no es el caso de Cantoria, pues varios cristianos que regresaron a este lugar, que habían vivido antes aquí, e incluso habían nacido, sirvieron como conocedores del terreno a los apeadores, dando el nombre del pago y el de sus antiguos propietarios moriscos desterrados. La transcripción -dice García Ramos- vacila muchas veces y hay diferentes grafías de un mismo topónimo porque el escribano recogía de oído los nombres facilitados por los informadores y se esforzaba en transcribirlos en “nuestro vulgar romance” y la doctora Torres Paloma añade que “las diferencias fonéticas que se presentan en los libros de apeos, son perfectamente explicables por las dificultades de los escribanos cristianos en transcribir vocablos arábigos a través de intérpretes o simples reseñas orales”.
La mayoría son de origen árabe, algunos latinos y uno o dos son prerromanos y antes de terminar no nos podemos dejar los topónimos principales del municipio, como es Cantoria y Almanzora.
Imagen de Cantoria desde el Cerro Castillo. Colección: Juan Diego Segovia Uribe
Pero la voz Cantoria se puede catalogar como topónimo mayor por ser el nombre de la capitalidad del municipio, muy superior de los demás del término municipal y sobre todo por su antigüedad, ya que es de época prerromana. Una de estas comarcas a que se refiere Simonet es la del Rio Almanzora y reduce el origen del Topónimo Cantoria a dos pueblos: el celtíbero y el fenicio.
Estos antiguos nombres de lugar, como son Oria, Cantoria, Tíjola, Serón y Vera (este un poco menos) han resistido a los conquistadores romanos, visigodos y hasta arábigos, incluso en las zonas más arabizadas. Los topónimos, generalmente latinos, incluso más antiguos, como es el caso de Cantoria, llevan un barniz o adaptación fonética de la lengua de cada nuevo conquistador, pues los árabes la pronunciaban Canturia.
El topónimo Cantoria es un nombre de dos elementos: Cant y Oria o Uria. Su primer elemento Cant, se deriva de la voz indoeuropea KAND; “brillar”, que pasó al galés de la forma CANN, “blanco” y al bretón antiguo como CANT, “cano”, es decir “blanco”
Se puede decir que el adjetivo o epíteto Cant (Canto o Canta) es celta y tiene la significación de “blanco”, “brillante”, “luminoso” y entra a formar parte de muchos nombres sobre todo extranjeros, pero casi siempre acompañante de nombres de divinidades.
El segundo elemento del topónimo Cantoria es Oria o Uria pues así la llamaron los árabes y a nuestro pueblo Canturia.
El nombre de Oria, señala García Ramos, es muy interesante y se presta a varias interpretaciones. Podría pensarse en primer lugar en un adjetivo latino a partir de “aurea”. En este caso no sería descabellado pensar en la posible explotación de un yacimiento aurífero durante la época romana. Fonéticamente, el cambio es perfectamente explicable; no olvidemos que la Santa Oria de Gonzalo de Bermeo, es Santa Aurea de la Letanías. Pudo basarse García Ramos en el topónimo Hontoria, traducido como “Fuente Aurea”, o sea, Fuente dorada, apelativo, que según algunos podían aludir a la limonita que contienen sus aguas, que le dan un color dorado. A pesar de todo-sigue García Ramos- nos inclinamos por un origen prerromano, lo que daría a Oria una mayor antigüedad.
A los celtas y a los Oretanos, que eran celtíberos, y por tanto celtas, les gustaba vivir en lugares de alguna forma relacionados con el agua. Pero el agua aparece siempre en relación con la fertilidad y por tanto con la subsistencia. No habrá cosechas si no hay lluvia en cantidad adecuada. ¿Quién encarga de enviar el suficiente líquido? Los seres sobrenaturales, por supuesto.
Por lo tanto podemos concluir que muchos pueblos, entre ellos el de Cantoria, deben su nombre a accidentes geográficos. ¿Ha pensado alguien que vieron los oretanos, hace más de 4.500 años, cuando llegaron, entre Oria y Cantoria, para llamar al primero agua ya al segundo brillante agua?. En Oria el agua manaba de unas rocas y pronto se deslizaba por la ladera, y en cambio en Cantoria vieron un charco de agua, más o menos grande, que lo alimentaba una fuente artesana, que manaba de abajo hacia arriba. Era la fuente conocida por “Ain al Farax”, hoy por la Balsa del Fax de Cantoria.
Imágen aérea de Cantoria de 1951. Colección: Decarrillo
Lo que se encontraron los Oretanos cuando se asentaron en este lugar tiene mucho que ver con el origen del nombre de Cantoria. Colección: Diego Piñero Molina
Posiblemente fue la antigua población de Horsena, en la época árabe cambio su nombre al de al-Mansura y significa la victoriosa o el lugar de la victoria, y también se puede traducir por la bien defendida y la auxiliada.
Vista aérea del Palacio de Almanzora en 2008. Colección: Steve Brockett
García Asensio, en su Historia de Huercal Overa, sin indicar la fuente de donde lo toma, dice que los romanos dieron a nuestro río, el de “Surbus”, del latín “superbus-a-um”. Este adjetivo para Cicerón significa soberbio, orgulloso, arrogante. Para Virgilio, noble, ilustre, grande, precioso, magnífico. Otros autores le dan el calificativo de “curel”, horrible, y mientras otros dan a “Surbus” el significado de poderoso, injusto, tiránico y despótico. Gil Ferrer, y Delgado, A, identifican al bajo Almanzora con el río Samus, que dio nombre a la mina Samariense que originaba un rendimiento fabuloso en la época romana. El historiador Palencia cita a nuestro río como el “Stabero” y, añade, que se refiere al Guadalmanzor de los moros.
Ha sido Nuria Sureda, quien, sin proponérselo, nos ha dado el nombre primitivo del río Almanzora, cuando escribe que: “la frontera primitiva de las dos Hispanias (la Citerior y la Ulterior) fue el curso de un río llamado Iber Ebron? “...” Era corriente la consideración de una Hispania Cietrior y Ulterior separadas por una línea, mal conocida por nosotros, que partía de poco más al sur de Cartago Nova pasando por los montes de Linares y Úbeda.
El nombre de nuestro río era IBER y nos basamos en las siguientes consideraciones:
- Al sur de Cartagena no existe más río que el Almanzora, pues la sierra de Almenara, que es la continuación de Sierra Almagrera, vierte las aguas su ladera sur al mar mediante pequeñas ramblas, ya que la ladera norte lo hace al río Guadaletin. Ninguna de estas ramblas tiene categoría de río. La rambla de Nolgate que es la más importante, pero rambla, nace en el Chirivel, pasa por Puerto Lumbreras y Pulpí, desemboca en la rambla de Canalejas y esta en el río Almanzora.
- En su curso existían dos topónimos relacionados con la voz “Iber”: Uno era el de “Iberia”, la ciudad del Iber, llamada después por los fenicios Barea y por los romanos Baria. El otro topónimo era Aber ar-rayaba. “Aber” en la pronunciación árabe de “Iber” y “ar-Rataba” que se puede traducir por lugar donde se pagaba por pasar ganado. Aber ar-Rataba dió mas tarde, en época árabe, al nombre de Overa y es la actual Santa Bárbara.
- Muchos historiadores tienen al río Almanzora como frontera entre la provincia Hispania Citerior y la Provincia Hispania Ulterior.
Para Joaquín Caridad Arias las voces “Eber”, “Ibero”, “Ebro”, y “Hebro” son las mismas que “Iber” y designa el río del otro mundo o este mismo lugar.
Para Jorge Lirola Delgado el propio nombre del río es árabe (de al-mansura) que significa la bien regada o la ayudada [por Dios].
El río Almanzora a su paso por Cantoria. De fondo, el Peñón del Lugar Viejo y el Cerro Castillo. Colección: Decarrillo
Esta leyenda popular tiene el saber de los siglos y cuenta que sobre el año 981-982, a la vuelta por el levante español de su incursión militar por mar contra el condado de Barcelona en dirección al puerto de Almería, donde tenía su sede de la flota califal, por circunstancias que desconocemos, tuvieron que desembarcar en el puerto de Mojácar. Del litoral cogieron rumbo a Granada por las estribaciones de la sierra de los Filabres, bordeando su rio al que lo romanos llamaron Surbus (que se puede traducir por soberbio, orgulloso, arrogante).
Llegando a Olula decidió acampar junto al gran peñón conocido como Ver de Olula, un lugar estratégico donde se divisa gran parte del valle. Estaba comiendo Almanzor cuando se le presentaron varios de sus mejores caballeros con una sombra de preocupación en los rostros y le contaron cómo habían hablado con un viejo de Olula que parecía hechicero y les había aconsejado que demoraran la marcha unos días porque el río se iba a desbordar en una gran avenida y que se tragaría el grueso del ejército.
Risa le causaron a Almanzor estas palabras, y dijo burlonamente que, como habían de morir, que las tropas bajaran al pueblo y se divirtieran. Y vaya si se divirtieron, arremetiendo contra la población cristiana. Después él también bajó, y por una de las calles de la medina, una joven (en algunas versiones aparece como una pastora de extraordinaria belleza) se arrojó llorando a sus pies diciéndole: «Señor, si eres tan magnánimo como valiente, según pregona tu fama, manda a tus soldados que no cometan más tropelías en esta tierra mía» La alzó Almanzor, y caballerosamente le contestó: «Sea como pides, cristiana». Pero al levantar ella la cabeza y enfrentarse sus ojos con los del moro, éste sintió por primera vez dentro de su corazón un sentimiento diferente y superior al que había experimentado en sus anteriores amores.
Volvió a la Peña Ver de Olula y no pudo apartar de él la imagen de la cristiana. Y lo dispuso todo para partir inmediatamente y así librarse de aquel hechizo que lo encadenaba. Pero cuando ya marchaban, con un sentimiento superior a él, Almanzor volvió grupas, y llegando a la casa de Alicia la robó y partió con ella sobre su caballo, no sin que antes fuera visto por los hombres del pueblo. Varios de ellos se vistieron de árabes y se mezclaron con el ejército de Almanzor para ver de rescatar la cautiva.
Bajó Almanzor por el rio, y a la altura de Serón, ya casi de noche, empezó una horrorosa tormenta, con truenos que parecían haber salido del propio infierno, tal y como había predicho el viejo hechicero, aterrorizando a la comitiva y encabritando a los caballos. Gotas enormes como cántaros se sucedían ininterrumpidamente como si las nubes se volcaban materialmente sobre la tierra. Parecía que un nuevo diluvio pretendía cubrir el planeta. Lamentos, llantos, fuertes voces de petición de auxilio comenzaron a escucharse por doquier. El río se salió sin respeto de su lecho, arrollando sin piedad a muchos de los soldados. Los más ágiles y rápidos lograron ganar las alturas. El desorden mas grande concebido reinó entre la comitiva. Se ahogaron caballos y hombres en instantes, sin remedio.
Corrió Almanzor a ver cómo podía organizar el salvamento de su ejército, y mientras dejó a Alicia sobre una de las márgenes del río y al cuidado de uno de sus más fieles capitanes. Y éste fue el momento aprovechado por los cristianos para llevarse a la mujer. Cuando Almanzor regresó se encontró mal herido a su capitán y a Alicia desaparecida. Loco anduvo toda la noche el moro, ayudando al resto de su ejército que había logrado escapar de la catástrofe y buscando por aquellos parajes a la cristiana. Pero todo fue inútil. Los de Olula habían caminado por un sendero sólo conocido por ellos, y no les encontró.
Cuando ya amanecía, Almanzor entró abatido en una cueva y sin poder más, cayó rendido al suelo y extendía los brazos y rozando su frente contra una abrupta roca lloró, lloró con lágrimas de cólera mezcladas con otras de ternura y amor en recuerdo de su amada cristiana. Permaneció así durante largo espacio y uno de sus bravos guerreros, que muerto le creía, acercose con espanto hasta la roca y poniendo una mano sobre el hombro inerte de su valeroso Caudillo, al contacto de ella, hízole salir de tal estado y con el ímpetu que le caracterizaba, volvió su rostro hacia el soldado donde pudo ver el torrente de lágrimas que bajaban por sus mejillas.
Tal fue su asombro que retrocedió despavorido y saliendo de la cavidad, comenzó a gritar a pleno pulmón:
-«¡Almanzor llora!, ¡Almanzor llora!»
Quedó, desde aquella memorable noche, bautizado el río y la tradición popular hizo el resto por los siglos de los siglos, prueba de ello, es el romance que se recitaba por los mayores en Olula y que dice así:
"Caminando va Almanzor
hacia la Cueva del Moro,
buscando en su sinrazón
aquel perdido tesoro.
Cólera dicen sus ojos,
ternura su corazón...
¡Qué grandes son sus enojos!
¡Qué tremenda su pasión!"
Grabado de Abu ʿAmir Muhammad ben Abi ʿAmir al-Maʿafirí, llamado al-Manṣūr "el Victorioso" y más conocido como Almanzor.
https://jleonsanchez.blogspot.com/2014/01/el-nombre-del-rio-almanzora-historia-o.html?m=1
Blanca Espinar Roselló. En el límite de 3 provincias, pueblos legendarios de vida moderna. Diario El Español, nº 44 del II tiempo, del 30 de Junio de 1956.
Pedro Lozano Blesa. Origen del nombre los lugares. Revista Piedra Yllora nº 5.
Jorge Lirola Delgado. Almería, base naval, económica y cultural de al-Andalus. Edita Fundación Ibn Tufayl de Estudios Árabes.
Pedro Perales Larios y Enrique Ferández Bolea. Leyendas del Bajo Almanzora. Edita Arráez Editores.
Incursiones y batallas de Almanzor contra los reinos cristianos del norte de España.