Calendario festivo años 30

Baltasar Fernández Cuéllar

Calendario Festivo de los años 30. Por Baltasar Cúellar

Antiguamente se vivían las fiestas con mayor intensidad, porque no había tantas cosas donde entretenerse como ahora, cada fiesta tenía incluso su propia gastronomía, lo que hacía que fueran esperadas con mayor ilusión.

San Antón

A principios de año llegaba la fiesta del Santo Patrón, organizada por una cofradía de mayordomos, que era la encargada de nombrar la comisión de fiestas. Entre sus labores estaban la de cobrar la cuota a todos los mayordomos, comprar el marrano y rifarlo en su momento. Con el dinero recaudado, sumándole los donativos que hacían los devotos, se sufragaban los gastos de la fiesta. En el día del patrón se celebraban los Moros y Cristianos, una tradición ya perdida y en la que participaba casi todo el pueblo. También se ha perdido las dianas en los domicilios de las mayordomas el 15 de enero por la noche y la procesión de los Santos por las lumbres después.

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Los Carnavales

Se celebraban en febrero, y aparte de las comparsas de máscaras, estaban lo que llamaban las críticas o las murgas, las cuales consistían en exhibir por las calles unos carteles, en los cuales aparecían pintados los protagonistas de los casos más anecdóticos que habían ocurrido en el pueblo durante el año. La leyenda de esos carteles era cantada y acompañada de música.

Carnavales de los años 30. Colección: Isabel Molina

Semana Santa

Era la fiesta más religiosa del año, durante esta semana la mayoría de la gente ayunaba y hacía penitencia, como por ejemplo, los hombres dejaban de fumar durante el periodo de cuaresma, y tampoco se comía carne. El único día lúdico que había en esta fiesta era el Domingo de Ramos, que consistía en poner ramos y regalos en las ventanas de las novias, y en ver el "tarasco". El tarasco consistía en un grotesco muñeco confeccionado con trapos viejos, que amanecía el Domingo de Resurrección, colgado en cualquier esquina, haciendo alegoría a algo o a alguien.

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Víspera de San Juan

Las jóvenes en edad de tener novio, solían coger las pencas de los cardos borriqueros y las chumascaban al fuego de la lumbre. Si al día siguiente alguna aparecía florecida, era síntoma de que el joven a quién había dedicado esa "ofrenda" no tardaría en hacerse novio de la joven.

Rosarios de la Aurora

Estos rosarios se celebraban durante los domingos del mes de octubre, en los cuales se cantaban coplas, casi siempre con un sentido jocoso, por ejemplo, -un devoto por ir al rosario/ por una ventana se quiso tirar... A estos rosarios quién más gente concurría eran jóvenes, que así tenían una excusa para reunirse y pasar buenos ratos.

Misas de Gozo

Del 1 de diciembre al 23 se celebraban las misas de gozo. Estas misas se celebraban al alba y al salir de las mismas los mozos y mozas se reunían en grupos, alternándose a diario, solían visitar todas las casas para comer pan y tocino asado. 

Navidad

Era la época de más actividad festiva, se comenzaba con las Ánimas. Durante los días de navidad salían por las calles y cortijadas una cuadrilla de Ánimas que pedían el "aguilando". Para hacer peticiones solían cantar algunas coplas en las puertas de las casas.

Luego estaban los Villancicos que durante el mes de diciembre, solían reunirse en las casas grupos de amigas y amigos a tocar la zambomba y cantar estas canciocillas. Esto duraba hasta la Nochebuena. Solía ocurrir que, cuando por algún motivo se le impedía la entrada a alguno de estos jóvenes, solían vengarse poniendo en esa casa un cacharro con ascuas y pimientos picantes, que al quemarse, producían un olor que producía gran cantidad de estornudos, y por este motivo, la fiesta de ese día se daba por finalizada.

Noche Vieja

Por estos años que nos ocupan, vivía en el pueblo un hombre apodado "el Limpúa", un personaje curioso que se dedicaba a recoger todo lo bueno y malo que había pasado durante un año en el pueblo. Esa noche, cuando todavía no era tradición de tomarse las uvas, desde el balcón del ayuntamiento y precedido del redoble de un tambor, el Limpúa empezaba diciendo: -Si vosotros sois capaces de guardar un secreto, os diría que le pasó al fulano el día tal. Pero no me fio de vosotros-. Así se pasaba un rato contando de manera jocosa el suceso en cuestión sin dar el nombre del protagonista. Al final decía, -por Dios os pido que no digáis nada a nadie, no vaya a llegar a oídos de fulano (aquí soltaba el nombre) y con el genio que tiene es capaz de matarme-. De esta forma tan festiva la gente se divertía y pasaba una gran velada.

Don Cristino con una peña en la nochevieja de 1959. Colección: Juan Chacón