Diego Uribe Martínez el Pipa

Semblanzas. Por Mara Uribe

En esas notas biográficas os quiero presentar a Diego el Pipa, mi hermano, mi amigo, mi compañero de juegos, con el que he compartido tanto y tanto. Se podría decir que somos como un árbol, que aunque hemos crecido en diferentes direcciones, nuestras raíces son las mismas. Somos lo que hemos vivido, más un cúmulo de circunstancias, y con él han sido muchas experiencias vitales juntos, disfrutando de las pequeñas y grandes cosas, saboreando la vida de manera especial y con un punto de vista siempre positivo. Pero si he de narrar una vida, empecemos por el principio.

Diego nació una noche del 28 de junio de 1966, en casa de sus padres en Cantoria, en una época en la que aún era habitual dar a luz en el propio domicilio familiar.

Lleva el nombre de su abuelo paterno como mandaba la tradición, el primer hijo llevaba el nombre de los abuelos paternos y el segundo el de los maternos, y así lo hicieron mis padres, tradicionales hasta el fin.

Su llegada significó un orgullo para mi padre Casto y mucha felicidad para mi madre Magdalena y el hermoso sueño de ambos hecho realidad, y así se lo supieron transmitir desde su niñez.

A Diego le sigue Rafa y mis padres creían que ya no podrían tener mas hijos según le diagnosticó don Joaquín Pareja, uno de los médicos del pueblo. Y menos mal porque después, casi por sorpresa llegué yo y al poco tiempo después mi Casto. Por fin ya estaba el clan familiar al completo y puedo decir que estoy orgullosa de todos ellos, y que son un pilar fundamental en mi vida, tanto en los buenos como en los malos momentos.

Y siguiendo con mi Diego, recuerdo siempre que su anhelo era que al salir del colegio o del instituto, ya lo estaban esperando sus amigos para formar los equipos y comenzar el partido de fútbol. Mi casa siempre estaba llena de macutos, ropa de deporte, botas y amigos intercambiándose equipaciones.

Y cuando no estaban dándole al balón, cogían las canicas y a mi hermano Rafa y se iniciaban en partidas interminables en una plaza del ayuntamiento minada por los hoyos del Gua. Los mismos amigos que ha sabido conservar hasta el día de hoy y eso dice mucho de como es. “En mi vida hay muchos conocidos, pero amigos como tú, pocos”, una frase que me comentó uno de ellos cuando le solicité información para este escrito y que no pude evitar emocionarme al escucharla.

Podría contaros muchas anécdotas de él, pero éstas en especial son dignas de señalar.

Cuando Diego contaba con unos dos añillos todavía existía el tren en Cantoria, y como siempre estaba con los abuelos paternos y sus tíos y como era un niño muy preguntón porque quería saberlo todo, mi tía y mi abuela Amparo decidieron llevarlo en tren a Huercal-Overa a visitar a la familia.

Estuvo jugando en el andén un rato y cuando entraron y el tren comenzó a andar y se dio cuenta que se había dejado la chaqueta fuera y se puso a gritar “¡mi cacheta, mi cacheta!” y todo el mundo empezó a reír.

Cuando Diego tendría unos 14 años la familia ya estábamos al completo y fue cuando empezaron las ventajas que ofrecía el gobierno a las familias numerosas. Mis padres decidieron hacerse el carnet pertinente para disfrutar cuanto antes de sus ventajas y llamaron a Juan el Retratista para que nos echara la foto. Quedamos en la plaza de la Iglesia, donde la Cruz de los Caídos y cuando estábamos preparados, se acercó un niño, Diego fue a asustarlo para que se alejara, y en ese momento se escuchó el click de la cámara... imaginaros, lectores como pudo salir en la imagen.

Siempre le ha gustado investigar, el desarmar cosas para ver como funcionan y eso le ha traído mas de un disgusto, como el día que no se le ocurrió otra cosa que desarmar un radio casete Casio de mis padres. Cuando estos lo vieron, echaron el grito en el cielo y cuando fue a montarlo le sobraban piezas por todos sitios.

A los 18 años terminó el instituto. No sabía bien que estudiar pero finalmente se decidió por Filología Inglesa, que era lo que tenía salida en aquel momento. Los dos primeros años los hizo en Almería y a continuación se mudó a Granada para terminarlos allí. Y entre medio, se trasladaba en los veranos a Inglaterra a casa de familias que acogían a estudiantes para trabajar y perfeccionar el idioma.

Madalena y Casto con el pequeño Diego en la calle San Cayetano. 

Diego cuando contaba con unos 4 años. Colección: Familia Uribe Martínez

Su carrera profesional

Cuando terminó la carrera se preparó las oposiciones y entró como personal interino en la Comunidad de Murcia y a la misma vez empezó la “Tesina”. Recorrió varios puntos de la región y fue en Cartagena, cuando impartía clase en la Escuela de Idiomas, cuando unos compañeros le comunicaron que el Ministerio de Educación había convocado unas plazas para profesores bilingües interinos con destino en Estados Unidos. En principio no le prestó atención hasta que lo convencieron para que lo solicitara.

Preparó la mucha documentación que pedían, certificados de esto y de lo otro, que si penales, que si reconocimiento médico que cerciorase que estaba libre de SIDA, luego las entrevistas en Madrid, que fueron muy duras. De todos los que trabajaban en su Instituto, sólo lo cogieron a él. Y aún así, todavía no estaba convencido de aceptar. El cambio que iba a suponer en su vida era un giro de 180 grados. Miedo, incertidumbre, lejanía, pesaban demasiado. Pero otra vez sus compañeros estaban para convencerlo, eso sí con grandes dosis de paciencia.

Preparó su maleta y ese verano del 98 se marchó a Estados Unidos en un contingente de 200 españoles. A 50 de ellos les tocó en Los Ángeles, acogiéndolos en un albergue durante diez días para enseñarles el funcionamiento del trabajo. Después decidieron buscarse el alojamiento cerca unos de otros para poder verse con facilidad y hacer actividades juntos. En lo profesional, los repartieron en distintos institutos y a él lo designaron al mismo que a Mar, una cacereña alta, alegre, que poco a poco se fue ganando el corazón de mi hermano. El destino ya tenía un plan marcado y empezó a ejecutarlo.

Pocos años después se casaron en la ciudad natal de ella, Cáceres en un marco incomparable como es en el Palacio de los Golfines, que recomiendo encarecidamente visitar. Allí tuvimos la oportunidad de conocer a la familia de mi cuñada, gente estupenda que nos acogió como si fuésemos realmente familia.

Asentado ya en Estados Unidos, vino a leer la tesis doctoral a Granada, después de años de estudio e investigación. Mis padres, orgullosos le acompañaron, llegando a obtener al título de Cum Laude.

Poco después nacieron mis sobrinos gemelos y mi hermano no tardó en mostrarles su amor por Cantoria. Tanto es así que no faltan un verano a visitarnos. Se sienten más españoles que americanos, dicen ellos. Tienen aquí muchos amigos, participan en todas las actividades propuestas en el pueblo y les encanta estar con la familia, especialmente con los primos. Ya están en la universidad de Los Ángeles, y uno de ellos soñando con ser guionista en Hollywood.

Y si hay algo que me gusta especialmente de mi hermano, es que no olvida su pueblo y a pesar de que entre medio hay todo un océano. Cada verano vuelve para enorgullecerse junto a los suyos de su tierra, empapare del ambiente de su pueblo, disfrutar de esas cañicas del medio día del Canuto, de esas patadas al balón por las tardes y de aportar su grano de arena en la carrera solidaria de Jaime. No hay acto cultural o deportivo que no esté, empapándose hasta la última gota de las cosas de su pueblo, recargándose las baterías para su vuelta a EEUU.

Diego en un partido de Basket de los Lakers en Los Ángeles

Diego con su hermano Rafa.

Diego con su tia Maravillas, hermana pequeña de su madre.

Fotografía escolar.

Día de la primera comunión de Diego con el hábito de Santo Domingo.

Imagen de la familia al completo que se la tomó Juan el Retratista para el carnet de familia numerosa.

Magdalena cuando viajó a los EEUU a conocer a sus nietos.

Diego, Mar y su experiencia americana. Por Mar Canalo

En principio todos teníamos en mente que esta experiencia americana iba a ser algo temporal de dos o tres años. Tanto Diego como yo cambiamos de opinión en cuanto empezamos a salir juntos. Ambos estábamos dentro del grupo de profesores que destinaron a la comarca de Los Ángeles, concretamente a la pequeña ciudad de Compton. Este lugar era una zona conflictiva (la película “Straight Out. of Compton” está basada en la vida de varios raperos famosos que nacieron y vivieron en este lugar. Serena y Venus Willians, las dos hermanas tenistas en las que está basada la película “King Richard” y por la que ganó el Oscar Will Smith, también eran del mismo sitio).

Diego empezó a trabajar de maestro en una escuela elemental en la ciudad y tuvo la oportunidad de presentar su tesis doctoral en la primavera del 2001. A los pocos meses le ofrecieron una posición casi administrativa en el centro escolar como “Currículum Specialist” (especialista de currículo, que tiene la finalidad de ayudar a los estudiantes potenciando su proceso de aprendizaje).

Desde Septiembre del 2002 a Junio del 2003, Diego obtuvo un máster de educación por la Universidad de Pepperdine, a la vez que continuaba con labor en el anterior colegio a tiempo completo, mas media jornada como profesor universitario en diversas escuelas universitarias de alrededor de Los Ángeles. En palabras del historiador Santos Agüera, "Diego Uribe tiene toda una producción científica que se sustenta en el análisis de fuentes de motivación en el aula de inglés y percepciones de los estudiantes y el estudio de las diferencias entre inglés comunicativo e inglés académico"

También resaltar que estuvo trabando 6 años para una empresa local de mármol que estaba en plena expansión por América.

Diego y yo nos conocimos justo al llegar a Los Ángeles e hicimos amistad con toda la españolada de la zona, realizando muchas actividades juntos y ayudándonos unos a otros en los muchos trámites de todo tipo que teníamos que hacer como recién llegados. Los dos primeros meses de adaptación fueron duros pero como estábamos todos juntos nos sentíamos todos muy apoyados. Durante el primer año organizamos muchos viajes para visitar sitios en pandilla como si fuéramos de excursión con el colegio. Era una manera muy agradable viajar. También hicimos un montón de cursillos en la UCLA, una de las universidades públicas más importantes del mundo.

Al principio nos hicimos muy buenos amigos hasta que una cosa nos llevó a la otra y un año después empezamos a salir. El 5 de enero de 2002 dimos el paso mas importante de nuestras vidas casándonos en la Concatedral de Cáceres.

Boda de Diego y Mar en Cáceres en 2002 en el Palacio de los Golfines.

Diego y Mar.

Los Hijos. Por Mar Canalo

En Noviembre de 2002 nos compramos nuestra casa en Redondo Beach preparando nuestro nuevo hogar para la familia que estábamos creando. Y es que los gemelos venían de camino. Conocí la noticia precisamente en España cuando Diego vino por un mes para trabajar en una escuela universitaria. ¡Gemelos, dios mio!, estábamos solos, con mucho trabajo y la familia lejos. Unos meses en lo que todo eran preocupaciones y miedos.

El embarazo fue bastante bueno, a pesar de algún ligero contratiempo propio de mi estado, lo que me permitió trabajar hasta los 8 meses. El 21 de febrero me puse de parto que fue de forma natural porque estaban colocados de manera perfecta y no necesité de cesárea. Héctor necesito transfusión de sangre y se tuvo que quedar 7 días en el hospital, y Diego pequeño volvió a la casa 2 días después de que yo.

Aunque los primeros años fueron muy duros, puedo decir, que con el paso de los años, es lo que mejor me ha podido pasar en la vida. Son buenos chicos, formales, con inquietudes y nos colman de alegrías diariamente. Poco a poco se nos han hecho mayores, ya han empezado a hacer algunos trabajillos para ganarse un dinerillo que cubra sus gastos. A finales de agosto comenzarán el segundo año de universidad. Diego hijo quiere estudiar filmografía y de hecho está trabajando ya en un proyecto de película de bajo presupuesto, pero que le va a ayudar a prepararse en todas las cuestiones prácticas en la producción de un film. Héctor quiere hacer psicología y dedicarse a investigar y escribir libros de esa especialidad para ayudar a la gente a ser más feliz.

Los dos son muy buenos deportistas. Ambos jugaron al fútbol durante 5 o 6 años en clubs serios. Ahora a Diego le gusta hacer escaladas, a Héctor le gusta más jugar al tenis. Durante la pandemia los dos desarrollaron una afición por las artes. Diego ha pintado múltiples pinturas con un estilo definitivamente abstracto. Héctor se dedicó a escribir poesía con mucho potencial, pero claro en mi humilde opinión de madre y como comprenderán, no puedo ser muy objetiva.

Diego con sus gemelos cuando apenas contaban con un año.

Diego y Mar en la graduación de sus hijos.

El Fútbol

A los 9 meses, siendo todavía un coco de poco mas de palmo y medio de estatura, empezó a andar, disfrutando como un loco en los partidos en los que jugaba su padre. Tanto es así, que Casto le compró un traje del Deportivo Cantoria y lo llevaba con todo el orgullo del mundo a todos los partidos. No hubo jugador que no se fotografió con él, que era como un talismán para el equipo.

A los dos años le tuvo que comprar un libro de cromos de fútbol de todos los equipos de primera división y en unos días ya memorizó todos los deportistas de la colección.

Cuando su estatura casi no llegaba al balón, ya llevaba unas botas puestas, jugando cuando se le presentaba ocasión, hasta que entró en el equipo infantil del Cantoria, participando posteriormente en las distintas categorías, siempre superiores a las de su edad.

Los aficionados aún recuerdan un equipo juvenil muy potente, que no se puede comparar al de ninguna época. Presidente: Juan López el Sastre. Entrenador: Trinidad Granero. Jugadores: Juan Carmelo, Ramón Linares, Diego Uribe, Antonio Guijarro, Enrique Reche, Joaquín Jiménez, Juan Pastor, Juan Pérez, José Agustín Aránega, Joaquín Lillo, Pedro Fiñana, Francisco de la Cruz Colorá, entre tantos.

Casto padre recuerda que en un partido en Albox ganaron 7-1, marcando Diego un gol desde el centro del campo, a la edad de 15 años contra el Huercalense y se proclamaron campeones. Todos los niños del pueblo fueron a esperarlos al Terrero para celebrar la brillante victoria.

Cuando tenía unos 13 años, venía una familia de Barcelona a pasar el verano a los pisos de la plaza, que eran parientes de Isidro. El padre se llamaba Rafael Blanco y le gustaba mucho el fútbol organizando torneos entre diferente equipos del pueblo para que los niños disfrutaran. Jugaban los partidos primero en el instituto y luego en la plaza. Se traía de la ciudad condal sus propias equipaciones para todos los jugadores, y los trofeos. Era el entretenimiento del verano. Aquí fue donde los cantorianos empezaron a apreciar por primera vez el fútbol sala.

Fue tanta la afición que se generó, que se formaron campeonatos durante todo el año, con equipos como “Electromar”, al que perteneció Diego y su hermano Rafa, y patrocinado por Juan Antonio Martos Torregrosa, compitiendo contra el Indal, Discoteca Indianápolis o Winterthur entre otros.

Este señor se fijó en Diego, y tanto le gustó que decidió iniciar las gestiones para llevarlo a Barcelona a que lo ojeara un amigo del FC Barcelona. Le hicieron una prueba durante 15 días, y lo aceptaron. Pero como “La Masía” no existía en aquel entonces y tenía que vivir allí solo e independiente porque su familia no podía trasladarse, decidieron con mucho pesar que se volviera.

A los 18 años, cuando se marchó a estudiar a Almería, fue fichado por el Pavía, en la categoría de regional preferente. Jugó con ellos dos temporadas que fue el tiempo que estuvo en esta ciudad. Con 20-21 años estuvo jugando en el Fines, animado por José Manuel el alcalde de ese momento, que le tenía mucho aprecio. Más tarde también estuvo jugando con el Macael, entre otros equipos. Se dice en Cantoria que es la mejor “zurda” del pueblo.

Ya en EEUU su afición por el deporte rey no ha hecho nada mas que crecer, jugando como aficionado en diversos equipos, hasta el punto de que hace unos 7 años organizó un viaje a Barcelona con con uno de ellos para jugar con algunas leyendas del fútbol catalán y en los mejores campos de de la comunidad. Y siempre con su camiseta del Cantoria, aunque fuera debajo de la oficial. Viniendo de Diego, no podía ser de otra manera. Tiempo después recogería esta experiencia en un libro.

Casto con su hijo Diego en el descanso de un partido. Colección: Casto Uribe

Diego, que ejercía de talismás para el equipo donde jugaba su padre. En la imagen con José Berbel el Polilla.

Equipos de las liguillas de fútbol que se organizaban los veranos en el campo del instituto.

Equipo juvenil.

Equipo de futbítol preparado para iniciar el partido en la plaza de la Constitución.

Diego con sus hijos en la puerta de su casa antes de ir al campo a entrenar.

En el Estadi Cornellà-El Prat en Cataluña.

Faceta Literaria

Siempre le ha gustado mucho leer, de hecho, la casa de sus padres está llena de libros suyos, de su biblioteca personal. Esta pasión por la lectura y la escritura fue aumentando en EEUU donde lo compagina con su trabajo en el instituto, la universidad, y sus aficiones como el fútbol. 

Ha escrito ya varios libros, siendo la novela negra su especialidad, revelándose como un genial "tejedor" de historias. A partir de su obra Historias Japonesas de muerte y desolación (2020) se introduce en el mundo de la literatura. adentrándose en la cultura oriental donde muestra la esencia del ser humano en un mundo exótico y regido por la tradición. Su última obra, Yo, el asesino (2021), da un salto literario para profundizar en la psicología del mal, del asesino, y mostrar con su pluma un relato de suspense con desenlaces inesperados.

El verano de 2021 tuvo la oportunidad de presentar "Yo el Asesino" (obra ambientada en Almería Capital y que forma parte de lo que será la trilogía "Puerta de Purchena"), en varios lugares de la provincia, incluida en Cantoria donde contó con una gran afluencia de público. 

Las localizaciones de sus novelas son sitios tan dispares como Japón o Almería, pasando irremediablemente por Los Ángeles. Su ambientación transcurre en sitios tan dispares como Almería, Los Ángeles o Japón. Adora la cultura de este último país y en su agenda tenía previsto un viaje que tuvo que posponer por la llegada del Covid.

Desde hace unos años Diego cuenta con un espacio web donde publica todas las novedades sobre sus publicaciones. Pinchar aquí para acceder a la web.

Presentación del libro, Yo el Asesino (Serie Negra Puerta de Purchena) de Diego Uribe en Libreria Bibabuk, Almeria.

Testimonio. Por Elvira García López

Podría contar un montón de vivencias y anécdotas con Diego pero no son publicables la mayoría, aunque cualquier hecho haya prescrito ya.

A Diego lo conozco desde que tengo memoria. Siempre ha sido muy educado y muy correcto, por eso fue una auténtica bomba cuando soltó una grosería en el instituto por lo que fue expulsado y de ahí le vino el apodo de “el reo”. Posiblemente haya sido la única vez que lo ha hecho, yo, al menos, jamás le he conocido un mal comportamiento ni malas palabras.

Mientras escribo esto he recibido una llamada de mi hermano y le he dicho lo que estaba haciendo y quiere que no deje de contar cuando en un partido de fútbol expulsaron a Diego, y tal fue el enfado, que le propinó un sonado moquetazo al árbitro que resultó ser un sargento de la guardia civil. Acabo de enterarme de su vena quinqui, casi lo perdemos en el lado oscuro.

Hemos seguido nuestra amistad toda la vida, también en la época universitaria en la que, en su último año, compartió piso con el que es mi marido. El día que hizo su último examen de la carrera, lejos de soltar aire por fin, comenzó a ponerse nervioso. Cada vez más. No podía creerse que todo hubiera acabado y, conforme pasaban las horas, se iba poniendo más y más alterado. No encontrábamos la manera de relajarlo. Pasamos un periplo importante y cuando lo conseguimos lo metimos en la cama, le prohibimos que se levantara, le apagamos la luz y le pusimos a José María García. Nosotros, que también estábamos de exámenes, nos sentamos a estudiar en el pasillo con la oreja pegada a su puerta hasta que lo oímos hablar de fútbol en sueños. Así supimos que por fin se había tranquilizado. Su último examen lo podía haber celebrado con una juerga pero acabó con José María García.

Al terminar la carrera volvimos al pueblo y Diego me consiguió mi primer trabajo. Él le daba clases de inglés a un niño en Fines y se enteró de que la familia buscaba a alguien para su hermana que necesitaba ayuda en física y mates y me recomendó a mi. Y para allá que nos íbamos en el Citroën de su padre y si no nos coincidían las horas nos esperábamos el uno al otro en el coche. Así me aficionó a escuchar a Leonard Cohen.

El coche de su padre no solo lo usábamos para trabajar, que también nos llevaba de fiestas por la comarca. Siempre estaba dispuesto a llevarnos y era fantástico porque él no bebía. Nuestros padres encantados de que nos llevara Diego a donde fuera. Era una garantía ir con él. Y, además, si se cansaba antes que nosotras (cosa bastante fácil porque nosotras no teníamos hartura), se iba al coche y nos esperaba durmiendo. Es que no se podía pedir más.

Diego no bebía aunque alguna vez hubo excepciones. En unas fiestas del pueblo no sé por qué nos quedamos descolgados del resto de la pandilla Maru, él y yo. No conseguíamos encontrarlos y nos dedicamos a ir de barra en barra. Aquello acabó regular para los tres. En un momento de la madrugada Diego nos dijo que iba a una obra cercana a orinar y allí nos quedamos Maru y yo esperando. Y venga esperar y Diego que no salía. Ya llegó un momento que empezamos a preocuparnos y decidimos entrar a buscarlo. Allí estaba, sentado en un montón de arena tomando el fresco. Tampoco es que nosotras fuéramos muy en condiciones para poder sacarlo con mucha dignidad.

Al día siguiente nos contó que esa noche su padre se empezó a encontrar mal y Diego decidió llevarlo a urgencias. Cuando fue a coger el coche se encontró a una pareja “haciendo sus cosas” en el capó y él, muy amablemente, se disculpó por interrumpirlos pero vamos, que fueran terminando qué él tenía prisa. Es un secreto que se llevará a la tumba, nunca quiso revelar de quién se trataba.

Es una pena que no haya testimonio gráfico de un domingo de meriendas que fuimos al cortijo de Juan Esteban. Teníamos que cruzar el río y llevaba agua (cosa rara). Pensábamos que llevaba menos y muy chulamente nos descalzamos y empezamos a cruzar. Buscando por dónde hacerlo mejor cada uno iba separado unos pasos del otro con la mala suerte de que Diego se encontró con un hoyo. En fin, llegamos chorreando al cortijo y los padres de Juan, antes de irse, nos dejaron un fuego espectacular al que nos pegamos como locos. Pero Diego es que llevaba el pantalón entero mojado y se tuvo que poner uno viejo que encontramos por allí y que le quedaba enorme. Bueno, verlo con el pantalón atado con una guita todo el día es algo que debería haber sido inmortalizado.

Luego se fue a América. Cuando me lo dijo me alegré por él por ser capaz de hacer que su determinación y fuerza de voluntad doblegaran a cualquier inseguridad. Nuestra amistad no ha cambiado nada por la distancia. Allí conoció a Mar (la maravillosa Mar) que es su complemento perfecto y que saca lo mejor de él. Ella, al igual que él, llegó a América a través de un concierto del Ministerio de Educación para profesores de inglés. Creo que no lo he visto más feliz que cuando me contó que estaba enamorado y no me extraña, cuando vino Mar al pueblo fue como si la conociéramos de toda la vida. Es muy fácil quererla, y nos enamoramos todos de ella al poco tiempo. En Los Ángeles tuvieron a sus increíbles hijos (sus chipis) que ahora siguen su amistad con los míos, cosa que nos encanta.

Como anfitriones son generosos y maravillosos. Nos invitaron a su casa en Los Ángeles y no pudimos estar más a gusto y me consta que por su casa ha pasado medio pueblo. Paseando por Hollywood Bulevard no vimos ningún famoso pero sí que nos paró una chica que estaba entrevistando a gente. Mira por dónde, fue Diego el entrevistado y él tan feliz porque, encima, era de la Fox, de un programa que él veía habitualmente. O sea, se puede decir que en Hollywood estuvimos con un famoso. Por cierto, sigue sin beber, excepto cerveza, en la que es una autoridad de la que te puedes fiar: cerveza que recomienda, cerveza que buscamos.

Diego está presente en todas las épocas de mi vida, buenas y malas y me gusta presumir de que es mi amigo. Compartimos la afición por la música (él me aficionó a “The Smiths” hace mil años) y la lectura y me enorgullece que lo que escribe me lo mande antes de que se publique y le importe mi opinión. Para mi no fue una sorpresa que se dedicara a publicar, era el paso lógico y ser de las privilegiadas en leer sus novelas antes de editarse me parece un honor. Me han encantado las dos pero “Yo, el asesino” la que más. Este invierno me mandó un borrador de otra y con mucha pena le tuve que decir que no podía leerla. Una de las secuelas que me dejó el Covid fue tener problemas con mi capacidad de concentración. Me apenó mucho no poder ayudarle en esta ocasión. Las secuelas han ido desapareciendo poco a poco y será una de mis lecturas de este verano.

Diego se toma muy bien las críticas de sus libros. Puedes decirle claramente que no te gusta y él lo aprovecha para intentar mejorar. Sé que le encantó el recibimiento de su novela ambientada en Almería y que tanta gente del pueblo lo leyera y le gustara.

Las vacaciones son épocas de reencuentro. A pesar de todos sus compromisos no falta a sus citas fijas. Es sagrado el granizado casero en el Piano con su chorrico de licor de limonchelo. Esa mezcla la conocimos en una excursión a Cabo de Gata y la hemos incorporado a nuestra rutina veraniega con todo el gusto del mundo. Las noches terminan con los amigos en la cafetería Yedra, riéndonos, discutiendo, discrepando, gritando más de la cuenta y arreglando el mundo. Diego tiene un gran sentido del humor, muy ácido, rápido e inteligente. Aunque no estés de acuerdo con él es fácil dialogar y siempre tiene un argumento, sus opiniones pueden no gustarte pero tienen un razonamiento detrás, es interesante discutir con él. No creo que eso se pueda decir de mucha gente. En esas noches de verano en las que solo quedamos los amigos en la terraza y Miguel termina sentado con nosotros hasta hemos estado imaginando argumentos para una futura novela ambientada en el pueblo con personajes reales. No se podría escribir, sería un escándalo, pero es que de madrugada y con alguna cerveza se desata la imaginación.

Elvira y Diego en la cafetería Skylab. Colección: Elvira García

En su etapa escolar. En la imagen con el mastro Juan Gea. Colección: Elvira García

Fotografía de Diego y Mar tomada por Elvira en su visita a Los Ángeles. Colección: Elvira Garcia

Diego, entrevistado en la calle de manera casual por un programa de la Fox. Colección: Elvira García

En Venice Beach. Colección: Elvira García

Celebrando el 25 aniversario. Elvira, Maruja, Juan Estevan y Elsa. Colección: Elvira García

La familia de Diego y de Elvira e la playa de Cabo de Gata. Colección: Elvira García

Presentación de esta biografía

El jueves 28 de julio de 2022 a las 21:15 h. se presentó esta biografía que fue toda una sorpresa para Diego. Se realizó en la Cafetería Yedra que tantos momentos ha vivido con su gente y en la se congregó toda su familia de Cantoria, para arroparlo en un momento tan especial. En esta imagen con la tuna femenina de la Universidad de Almería que estaba realizando un pasacalles por Cantoria, y quiso poner su voz a un acto tan emotivo y familiar.