Una Cencerrada que pudo ser trágica

Crónica Meridional. 19 de marzo de 1931

La Cencerrá que a punto estuvo de acabar en tragedia

Cuando una pareja contraía matrimonio y uno o los dos cónyuges eran viudos, éstos procuraban mantener en secreto el día de su boda, en incluso se casaban de madrugada para evitar la cencerrá. A pesar de todas estas precauciones, la boda no pasaba desapercibida, pues siempre había alguien que se enteraba y hacía correr la voz. 

Entonces se empezaba con el ritual que se seguía a rajatabla. Los únicos que detestan la ruidosa manifestación son los contrayentes y familiares. La cencerrada solía provocar la ira de la pareja. 

Era inevitable que la noche de bodas grupos de mozos dieran la temida serenata, con canciones maliciosas y acompañándose de toda clase de instrumentos ruidosos: cencerros, caracolas, pitos de caña, tapaderas, latas, etc. En definitiva todo lo que pueda hacer ruido a mansalva, para hacerlas sonar sin piedad y machaconamente.

Una cencerrada que a punto estuvo de acabar en trajedia, fue la que ocurrió en marzo de 1931 en la cortijada de las Casicas, cuando Antonio Trabalón, de 34 años y viudo, decide casarse de nuevo con su vecina Francisca López de 23 años y soltera.

Los vecinos que se enteraron de la boda se organizaron y esa noche, aparte del ruido que hacían al golpear los cacharros, también tiraron piedras a la puerta y ventanas. Por lo que se ve, algunos no estaban de acuerdo con esa boda, seguramente algún antiguo pretendiente. 

Antonio tenía una escopeta y salió decidido de su cortijo en actitud amenazante, lo que provocó la huida de los que allí se congregaban, persiguiéndolos hasta un cerro próximo, donde seguían con el molesto ruido. Rápidamente se dio aviso a la Guardia Civil que se personó al poco evitando lo que se pudo convertir en una gran tragedia.

El hecho acabó en el juzgado, y como denunciados, el de la escopeta y los más ruidosos de esa noche.