Juan Gea Guerrero

Por María José Gea Linares. Fotografías: Lolina Linares

Preámbulo

Si hay una frase que defina su vida, me llega a la mente la frase de San Agustín que solía citar a menudo “Reza como si todo dependiera de Dios. Trabaja como si todo dependiera de ti”. Y por eso quisiera comenzar estas notas biográficas sobre mi padre con esas palabras.

He de reconocer que no ha sido fácil resumir la vida de una de las personas más importantes de mi vida y rememorar momentos que fueron muy duros. Su enfermedad y temprana muerte, desembocaron en mí un cúmulo de sentimientos y emociones, que quizás en algunas partes de estas líneas pierda un poco la objetividad, que se exige a la hora de trazar su trayectoria. Y apelo a ti, como lector ávido de saber las cosas de tu pueblo, por tu comprensión en ese sentido, porque seguro que si formas parte de las generaciones que llegaste a conocer a Juan, reconocerás muchos de los pasajes aquí narrados y si no, te ayudará a crear una imagen de uno de los personajes claves y protagonistas de la transición democrática en nuestro municipio.

Y es que Juan Gea fue un hombre vocacional, que puso su corazón en lo que hacía y en especial con lo que era su pasión, el magisterio y la política. Y todo desde su sincera convicción de creyente.

Sus orígenes

Elegir la docencia como su profesión le viene de familia, ya que su abuela materna Cándida Suárez Posada, ejercía en Valdepeñas y fue destinada como maestra en la Piedra Amarilla en 1928 y a Cantoria en 1933. Se trasladó con sus seis hijos y el ama de crianza, teniendo que dejar a su marido Joaquín Guerrero en esa ciudad manchega, donde ejercía de funcionario del juzgado. Su hija Sofía Guerrero conoció a Miguel Gea, estableciendo un noviazgo formal al poco tiempo de llegar. La boda se celebró en 1936 y al año escaso nació su único hijo, Juan Gea Guerrero.

Su padre Miguel Gea Pérez desempeñó muchos oficios, y aunque no había estudiado para maestro, si tenía ese don de la enseñanza, de transmitir contenido de manera sencilla y clara. Por eso por las noches enseñaba a leer y escribir a niños y adultos que por el día tenían que trabajaban en el campo. Por este motivo en muchas ocasiones lo llamaban para sustituir a algunos maestros de baja como se refleja en las dos fotos que acompañan este artículo, la realizada en un aula del convento y la de la puerta de la iglesia de Almanzora, en la que sustituyó por algún tiempo al maestro y conocido poeta Juan Berbel. Y como si fuese un juego del destino, a los años Juan Berbel lo nombran director del colegio de Cantoria y cuando se jubiló, le sucedió Juan en el cargo. “Que el trabajo dignifica al hombre” es una coletilla que me repetía mucho de pequeña, en su afán de inculcar a nuestras mentes infantiles aquellos valores que luego desarrollaríamos en nuestra etapa adulta.

Miguel Gea con sus alumnos en un aula provisional que se habilitó en las antiguas dependencias del convento de la Divina Infantita, por falta de espacio en el colegio.

Su abuela Cándida (en el centro) en su etapa de maestra en Valdepeñas. En 1933 pasa de la Piedra Amarilla a Cantoria a subir de escalafón, de maestra de 2ª zona a maestra de 1ª zona.

Su padre Miguel Gea sustituyendo como maestro a don Juan Berbel en el colegio situado en los bajos del Palacio de Almanzora.

Su madre Sofía con su mujer Lolina y con sus hijos Sofía, Miguel Jesús y Ricardo.

Formación académica

Realizó sus estudios primarios con Joaquín Fernández, que fue quien después le ayudó a prepararse por libre el Bachiller, examinándose en Lorca, junto con Adolfo Pérez, Carlos Jiménez, Miguel Giles y Pepe Liria. A don Joaquín le unió una estrecha amistad toda su vida, hasta tal punto que el primer telegrama que Juan envió cuando aprobó las oposiciones a director, fue a él.

Realizó la carrera de maestro en la Escuela del Magisterio Masculino Cisneros en Almería y al terminar, tuvo que cumplir los 18 meses obligatorios de servicio militar que realizó en el ejército del aire en Gando, en la isla de Gran Canaria. En su primer permiso se vino con el Comandante Alejo, natural de Cantoria, en avión hasta Madrid y después ya en tren hasta nuestro pueblo.

A los dos meses lo nombraron Cabo y al jurar bandera lo destinaron definitivamente a oficinas y al archivo.

El maestro Joaquín Fernández con los alumnos Juan Gea, Pepe Líria y Adolfo Pérez, que preparó para los exámenes libres de bachillerato y para las oposiciones estableciendo una gran amistad con ellos hasta el final

Juan y Adolfo estudiando para las oposiciones. Fueron grandes amigos y compañeros en lo laboral y en lo político.

Solicitud de participación en las oposiciones de 1957.

El magisterio

En 1958 finaliza su deber con la patria y casi de inmediato, lo destinan de maestro interino en el Arroyo Albanchez, impartiendo las clases en una habitación de un cortijo particular en los Castejones. Uno de sus alumnos, Antonio Padilla Capel, narra esa etapa como muy ilusionante, porque supo ganarse al momento a los alumnos por su afición al fútbol. Y qué mejor que organizar pequeños campeonatos, y si no había campo, pues se hacía. El lugar apropiado lo encontraron en las explanadas de la rambla, utilizando de improvisadas porterías unos zabilones recién cortados. El premio eran caramelos, un manjar para los jóvenes infantes que se deslomaban en los partidos para conseguir un buen puñado. Por este motivo y por su afición al dominó no era de extrañar que algún que otro fin de semana se quedara allí jugando en el único bar-tienda-estanco que había en la rambla, gestionado por Juan Antonio el Pelayo.

Después llegaron nuevos destinos como Somontín y Olula del Río. En esta última localidad, cuando corría el año 1962, es cuando comienza su noviazgo formal con Lolina Linares, que fue breve ya que se casaron a los pocos meses.

Con algunos de sus alumnos del Arroyo subidos en su moto.

Juan Gea en su primer destino en el Arroyo Albanchez

Juan con Pepe Liria en un aula situada en el antiguo convento.

Juan en una función escolar de sus alumnas en el Colegio Público Urbina Carrera.

Las oposiciones a director de colegio

En 1966 decidió presentarse a las oposiciones a Dirección de Colegio en la Escuela Normal de Magisterio en Granada. Aprobó y su primer destino fue en el Colegio de Garrucha donde estuvo unos tres años, coincidiendo con su amigo y compañero de estudios Adolfo Pérez, que fue la figura decisiva para que Juan entrara en Política. En esta etapa es cuando ambos profundizan en su compromiso político, llegando en 1979 a ser ambos alcaldes, Adolfo de Garrucha y Juan de Cantoria. De Adolfo puedo decir sin miedo a equivocarme que fue el mejor alcalde de ese pueblo costero del último siglo, siendo su obra estrella el malecón, con mármol de Macael y elaborado en Cantoria, que tanto trabajo dejó en nuestros talleres.

En 1970 llegó el ansiado traslado a Cantoria cuando se jubiló don Juan Berbel que ejercía de director. Se traslada con su mujer y con sus tres hijos mayores, Sofía, Miguel Jesús, y Ricardo a la calle Álamo en un piso encima de donde vivía doña Maravillas, mujer de su querido maestro don Joaquín recientemente fallecido. Al año nace María José, la peque, completándose la familia.

En esta etapa fueron muchos los compañeros que lo recuerdan con afecto como el matrimonio de maestros formado por Amparo Uribe y Antonio Segovia. En palabras de Amparito, “Allá por los años 1961-62 un grupo de hombres formado por Juan Gea, Diego Morillas, Rafael Cubillas, y Lola Castellanos, decidieron crear una academia de estudios para aquellos adolescentes que no tenían donde estudiar, como era mi caso. Cada profesor impartía su materia en su casa, o en la de sus padres e incluso la que luego sería su mujer, Lolina Linares, fue su alumna.

Juan era el profesor que me daba las clases, muchas de ellas en su propia casa, especialmente en aquella habitación interior con poca luz, pero sí con la claridad suficiente para entender todas aquellas materias como Historia, Lengua, Literatura y latín, su especialidad y era la parcela en la academia. Hoy por hoy, muchas de las cosas que sé y luego he tenido que transmitir a mis alumnos, han sido gracias a sus enseñanzas. Si tengo que definir con una sola palabra esta etapa de mi vida, tanto en lo personal como la de estudiante, es simplemente Maravillosa.

Pasaron los años y al finalizar mis estudios de magisterio y superar con plaza las oposiciones, el destino quiso juntarnos otra vez, pero ya como compañeros en el Colegio Urbina Carrera, el actual Cerro Castillo donde ya era Director. Como compañeros, aunque la palabra compañeros es un decir, porque siempre fue mi profesor, aunque ahora las lecciones eran otras, las que tenían que ver con la propia vida, sacadas de su experiencia.

Dirigió el colegio con mucha mano izquierda y la disciplina justa que se necesitaba en ese momento, hizo de puente entre todos, maestros jóvenes y mayores, docentes y alumnos.

Como amigo fue fiel y leal hasta el final, y por eso soy una privilegiada porque tuve el mejor.

Antonio Segovia Alés su jefe de estudios durante más de 16 años, nos relata “me lleno de orgullo de decir que estuve trabajando a su lado como jefe de estudios (que él me nombró) durante 16 años y luego en política hasta que le trasladaron al instituto. Fue enemigo de horarios y otras muchas cosas, porque entendió que el éxito y el fracaso caminan juntos por cada esquina. No tardamos mucho en pasar de ser simplemente compañeros a amigos y de amigos a familia, de la que tenemos la suerte de elegir”.

Adolfo Pérez y Juan Gea coincidieron en Garrucha en su primer destino como Director de Colegio por oposición.

Lolina y Juan el día de su boda.

Juan y Lolina con sus hijos Miguel Jesús, Ricardo, Sofía y la pequeña María José.

Juan, Lolina y el pequeño Miguel en Garrucha en su etapa de Director de aquel Colegio.

Su labor política

Para comprender esta etapa crucial para la historia de nuestro pueblo, debemos detenernos, como hemos dicho en líneas anteriores, en la figura de Adolfo Pérez, proveniente de una familia de maestros, médicos, farmacéuticos, etc, conocido por ser el primer alcalde democrático de Garrucha, y que ejerció una gran influencia política entre el 78 al 91 en el municipio de Cantoria. Al principio fue su padre, José Pérez, yerno del médico Juan López Cuesta, quien comenzó a tantear a personas del municipio para formar las listas de UCD, en las que en un principio pensaba en ponerse en cabeza, pero al poco declinó esta idea ya que no contaba con los apoyos suficientes. No obstante, si querían ganarlas, había que contar con el apoyo de grandes familias y, en base a esto, la figura de Juan Gea, Rosa Aís, Antonio Cuéllar y Casto Uribe eran de vital principal importancia. A todos ellos le unía una estrecha amistad, a pesar de que profesaban ideologías diferentes.

El candidato idóneo, sin duda, era Juan Gea, vinculado con los movimientos estudiantiles, y serviría como fórmula y mensaje para romper con la corporación franquista anterior, liderada por Ignacio Jiménez y la influencia de Cristino María Sánchez. Para ello, Adolfo supo convencer a Juan y Casto, iniciando los trámites de formalización del partido. Poco a poco fueron incorporándose el resto, a base de muchas horas de negociación en una pequeña sala del antiguo mercado de abastos, hoy Casa de Cultura. La lista electoral resultante no tenía una ideología conjunta, no compartían unos ideales comunes, es más, la mayoría de las familias provenían de tradiciones políticas diferentes y eso al final le pasó factura.

La incorporación de Rosa Aís fue también decisiva, pues, además de ser una maestra muy querida y una mujer moderna e inteligente. En la gestión de la lista electoral, se tuvo en cuenta el juego de atraer a personas de las pedanías, como Rogelio Berbel, Antonia Rendo y nombrar a Angelillo alcalde pedáneo de Almanzora.

Dio comienzo la campaña electoral y fueron muchos los kilómetros que se hicieron para buscar el ansiado voto y convencer a los vecinos para que confiaran en su proyecto municipal. Le gustaba hablar con todos, fueran de la ideología que fueran y de su nivel social, de todos aprendió y de todos apuntó sus sugerencias en unos pequeños diarios que su familia todavía conserva. Incluso Juan hizo una recolecta entre los integrantes de su partido para poder pagar los carteles y el programa electoral. No era de estañar, ya que sólo cobró como director y ni tan siquiera llegó a pasar una sola dieta por los gastos de gasolina en los 8 años que estuvo en el gobierno del ayuntamiento.

No se debieron hacer mal las cosas cuando ganó, y lo hizo dos veces, en la del 79 y las del 83. En 1979 de los 11 concejales, Juan sacó 6, el PSOE liderado por Baltasar Fernández 3 y ACI (Agrupación Comunista Independiente) liderada por Rafael González el del Cortijo Grande 2. El PC de Julio Lizarte no llegó a tener representación. En las segundas elecciones (1983) se presentó por la Agrupación Cantoriana Independiente (ACI), ya que la UCD había desaparecido. Obteniendo un concejal más que en la anterior legislatura, faltando un sólo voto para obtener los 8. PSOE obtuvo 4. El resto de partidos no obtuvieron representación.

Ganó y comenzó el reto de la transición política, dejando atrás una rancia administración franquista para pasar a una democrática y moderna. Elaboraron una completa lista de necesidades urgentes, en la que fue necesario ampliar considerablemente el presupuesto, pasando de 3.500.000 pts. a 6.000.000 pts. en un solo año.

Se puso al día con los salarios de los trabajadores públicos, se terminó el alcantarillado en la calle Alcalde Cristino, se adecentó el envejecido cementerio, se modernizó el alumbrado público, se adecentaron las calles, muchas de ellas todavía de tierra, se remodeló el Paseo López Cuesta, se construyó el gran parque de Andalucía en los antiguos terrenos de la Era Grande, se reediseñó la plazoleta del Rulaor, se llegaron a acuerdos con la comunidad de regantes de la Oíca para el suministro de agua al pueblo, se realizaron los trámites necesarios para construir y legalizar el polígono industrial de lo que fue el germen del Grupo Cosentino (encargándose de las gestiones el concejal Antonio Cuéllar).

Otro gran problema que tuvieron que solventar, fue el peligro de que cerrasen el Instituto por falta de alumnos en el curso 1982/83. Se desplazaron el cura, el alcalde y todos los concejales por todo el término municipal hasta conseguir el mínimo exigido y asegurar su permanencia.

Uno de los hechos más relevantes que se produjeron en la primera legislatura fue el golpe de Estado de 23 de febrero de 1981. Tanto el alcalde Juan Gea como el teniente alcalde Ramón Jiménez estaban de caza cuando se produjeron los hechos. Al llegar al Ayuntamiento, se encontraron tanto al equipo de gobierno como a la oposición sumamente preocupada. Miembros de la oposición, sobre todo los de ACI y PCE, les inquietaba la posible victoria del Golpe y las posteriores represalias al haber mostrando abiertamente su ideología.

En la política supramunicipal, en 1982 se presentó al Parlamento Andaluz por la UCD, y en 1986 se presenta a las Elecciones a Cortes Generales para el Senado por el partido Partido Demócrata Popular (PDP). Verdaderamente era un gran reto, un desafío que afrontó con mucha ilusión, humildad, sencillez, honradez, integridad, autenticidad y concordia aunque no llegó a fructificar.

Como dato curioso de esta etapa y que nos ha contado Casto Uribe, fue cuando se dio el nombre de Cantoria a una plaza del barrio de Carabanchel en Madrid. Fue gracias a un pariente de Joaquín López Jiménez, natural de nuestro pueblo y escribano del ayuntamiento de la capital en ese distrito. Al no haber ninguna propuesta, él pidió que se le pusiera el nombre de su pueblo y fue aceptado.

A raíz de esto se creó la Peña Madridista Cantoria, en esa plaza, porque el presidente tenía una droguería cuyo local pertenecía a la familia Rendo, que tenía lazos familiares asentados aquí ya que una de sus hijas, Toni, se casó con Diego García Castellanos y fue en las listas con Juan en las primeras elecciones. Y a través de ellos, la peña invitó al gobierno del ayuntamiento a su inauguración, asistiendo el alcalde acompañado de su mujer Lolina, y el concejal Casto Uribe hizo lo propio con su mujer Magdalena.

Lo hicieron con todo el gusto del mundo, a pesar que Juan Gea era colchonero hasta la médula.

Por diversas divergencias entre los miembros de su partido, decide abandonar la política activa en 1987.

Primera corporación democrática en 1979. De izquierda a derecha. En la tercera fila: Casto Uribe Gómez, Baltasar Fernández Cuéllar y Francisco Soler Prieto (secretario del Ayuntamiento). En la segunda fila: Manuel Lillo, Rogelio Berbel Fernández, Francisco Fernández Sánchez, Rosa Aís García y Pedro Liria Gómez. En primera fila: Ramón Jiménez Marín, Antonio Cuéllar López, Juan Pedro Gea Guerrero y Juan Francisco Rodríguez Reche (oficial del Ayuntamiento). Faltan los concejales: Rafael Godoy González y Mª Rosa Rivero Garrido.

Adolfo Pérez López, natural de Cantoria, amigo y compañero de estudios y de profesión, donde coincideron en Garrucha. Fue el impulsor de UCD en Cantoria y el que convenció a Juan para que liderara las listas.

Lista de UCD de 1979

Resultados de las elecciones de 1979 y de 1983. En las primeras se presentó por UCD y en las segundas, al desaparecer este partido, crea la Agrupación Cantoriana Independiente (A.C.I.)

Programa electoral de 1979 con UCD, en el que define la que será su política como decididamente humanísta, progresista y de inspiración cristiana. Colección: Lolina Linares

Programa electoral de 1983 de Agrupación Cantoriana Independiente, heredera de la UCD ya desparecida. En el mismo, Juan Gea que ya era alcalde desde 1979, apela a la continuidad pero con un equipo joven y con ganas de trabajar. De la lista de 1979 sólo repite Casto Uribe.

Celebración del día de la Bandera en el cuartel de la Guardia Civil, acto simbólico donde de cambió la enseña franquista por la democrática.

Tareas de mantenimiento de la red de canalizaciones de agua.

En la inauguración de la Peña Madridista Cantoria en el barrio de Carabanchel donde invitaron al gobierno del ayuntamiento. 

El IES Valle del Almanzora, su nuevo destino

En el año 1985 el gobierno suprimió a los directores por oposición, pasando a ser por reelección con el voto mayoritario de los compañeros del claustro. Le propusieron que se presentase a las elecciones o como alternativa, le ofrecieron el puesto de bibliotecario en el Instituto.

En ese momento de su vida decidió lo segundo, quizás para poner un poco de orden y tranquilidad en su existencia después de unos cuantos años de mucho ajetreo y responsabilidad.

En su faceta profesional había tocado varios palos y con todos disfrutó y quizás lo que se le presentaba delante era un nuevo reto rodeado de una de las cosas que más le gustaba, los libros. Era un apasionado lector, desde el periódico a novelas de Agatha Christi, el Coyote… y durante muchas horas, sobre todo por la noche.

Clasificó y organizó una biblioteca destartalada con la ayuda del director de ese momento, Enrique A. Fernández, pidió ayudas y tiró de contactos políticos para la compra de libros y enciclopedias y fue un pilar fundamental para todos los alumnos que acudían a ella para hacer sus trabajos y como apoyo a sus exámenes, en especial en las tareas que dominaba como lengua, literatura y latín.

Ha sido muy enriquecedor las anécdotas que me ha contado Andrés Carrillo, que lo recuerda siempre con un periódico en la mesa y una biblioteca muy ordenada. Nos cuenta como tras haberse matriculado en la optativa de Informática él y otros alumnos se agobiaron porque les pareció muy difícil y quisieron cambiarse a a la asignatura de hogar, mucho más sencilla y fácil de aprobar. Juan se los encontró en la puerta del despacho del jefe de estudios y preguntó el motivo por el que se encontraban allí. Hablaron un buen rato y se los llevó a la biblioteca donde les buscó unos cuantos libros sobre la materia que recién habían llegado al instituto, animándolos a continuar ya que con ellos lograrían superar la asignatura con nota, como así fue. Ahora es un precursor y visionario en esta materia y mucho tiene que ver esta acertada decisión de dejarse aconsejar y no amedrentarse ante las dificultades. Algo le decía que más pronto que tarde sería el futuro.

Organizó talleres y actividades, como un concurso de la ONCE en 1994, en la que un grupo de alumnos tenía que hacer un programa de radio sobre la integración. La sorpresa fue una carta anunciando un bien merecido tercer premio, y todavía fue más grande cuando llegó un camión con los regalos.

Me sigue contando que también que a raíz de la Revista Cultural Almansur que editaba el Instituto, a Andrés le entró el gusanillo y lo dice con todo el orgullo, que el origen de Piedra Yllora es sin duda, Almansur. Juan le pidió que escribiera su primer artículo sobre los Carnavales en Cantoria y fue emocionante para él verlo publicado. Tanto es así, que cuando se presentó a la plaza de dinamizador de Guadalinfo en la Diputación de Almería, en su memoria de actividades llevaba en primer lugar la creación de una revista cultural para el municipio. Y sabedor del poder de internet y de las redes sociales, cuenta con su versión en la nube, para que llegue a todos los puntos del planeta donde haya un cantoriano o amigo ávido por saber de nuestras cosas.

La revista Almansur Nº 3 de 1993 del IES Valle del Almanzora.

Juan con el grupo de alumnos que participaron en el segundo concurso de la ONCE en la que tenían que elaborar un periódico cuya temática principal era la integración.

Despedida

Me recordaba un día Pedro Lizarte que en una ocasión mi padre le dijo que “aunque sus ideas políticas estaban en las antípodas, ellos se llevaban muy bien y podían hablar de cualquier tema”. Y me he alegrado hablar con Pedro porque he recordado que fue él uno de los que me propuso para hacer el Pregón S. Cayetano 1997 cuando estaba en la comisión de fiestas y como no podía ser de otra manera, por mis pocas tablas, pedí ayuda a mi padre que dejó su impronta en el texto que escribí y como ejemplo este párrafo:

Recuerdo como nos presenta la Biblia al profeta Eliseo y su criado: Como hombres solidarios que siempre atienden al pobre y al necesitado. Nosotros no podemos hacer todo el bien a todo el mundo, decía el cardenal Rafael Merry del Val y Zuleta, pero hay un bien que solo nosotros podemos hacer. Con pequeños pasos dados por cada uno se puede hacer una humanidad mejor y, desde luego, un entorno nuestro mucho más humano”.

Y sin caer antes en la cuenta, en el desarrollo de recogida de testimonios para este artículo, han aparecido cartas que me escribió a Granada cuando comencé a estudiar, ¡qué tiempos!, estábamos a pocos kilómetros, pero esa primera salida resultó un salto al abismo y mi padre siempre estuvo pendiente animando, ayudándome como muy bien sabía hacer. Además, también me escribió a Guinea Ecuatorial, cartas repletas de cariño, de agradecimiento, de fe. Todo un tesoro para mí.

Todo en la vida tiene un porqué, sea mas justo o injusto, y con todo el dolor de nuestra alma tuvimos que despedir a Juan con tan sólo 65 años después de perder una dura batalla contra una cruel enfermedad. Pero sinceramente lo pensé ese día que falleció, el 10 de julio 2002, aunque lloramos al principio, estas lágrimas son las bendiciones que recibió en su vida, con su familia, con sus amigos, con su vocación. La enfermedad fue dura, pero mi padre vivió una vida plena, disfrutó con su trabajo, y de su familia. Y por eso damos a gracias por tanta vida compartida, por todo el amor que nos brindó, por sus enseñanzas y hoy es un honor después de 20 años recordarlo especialmente a través de estas líneas desordenadas quizás, pero que han pretendido transmitir la esencia de lo que fue y los que nos dejó.

Y esto deseo para este humilde artículo que sea un fidedigno testimonio y huella de lo que fue mi padre.

Me satisfaría sobremanera que toda la gente que le conoció se alegre leyéndolo recordándolo con cariño, y si no lo conocieron, descubran la gran persona que fue y que dejó huella en todo lo que hizo. Y termino este artículo in memoriam con una frase del cardenal Rafael Merry del Val que él admiraba, porque fue un ejemplo de humildad y que dice así:

Mi vida ha sido diferente de la que esperé y por la que oré ¡Que se haga la voluntad de Dios!”.

Juan y Lolina en su cortijo de la Piedra Íllora.

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TESTIMONIOS:

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