Efectos de la Guerra Morisca sobre las Viviendas de Cantoria

Por Manuel Espinar Moreno

Sublevación morisca de 1569

Peñón del Lugar Viejo, antiguo emplazamiento de Cantoria. Colección: Antonio Luis Molina

Hace algunos años, concretamente a partir de 1982, estudiamos algunos aspectos de Cantoria en la revista Roel[1], entre ellos uno dedicado a la población y vivienda tras la expulsión de los moriscos. Ahora volvemos a llamar la atención sobre el urbanismo de una de las alquerías del río Almanzora en el paso de la civilización musulmana a la cristiana que se produce con la salida de la población morisca de estas tierras.

Luís del Mármol Carvajal nos relata al describir los lugares del río Almanzora que era una tierra rica en pan y legumbres, de seda excelente y abundantes ganados. En las laderas de las sierras abundan las arboledas de huertas que se regaban con las aguas de fuentes que nacen en ellas y desembocan en el río principal o río Almanzora. Las frutas eran tempranas y muy sabrosas. Dice refiriéndose a las poblaciones: “la mayor parte de las villas tienen castillos antiguos puestos en sitios fuertes por naturaleza, y algunos son de calidad que con poco trabajo se podrían hacer inexpugnables[2].

Los rebeldes trataron de levantar estos lugares y lo intentaron en Gérgal pero el temor a las tropas del marqués de los Vélez les hizo abandonar la idea. Mientras que las tropas estuvieron en Terque no se movieron pero cuando el marqués se fue a La Alpujarra sobre todo a Berja y Adra, acudieron los moros a Gérgal y Bacares y comenzaron a realizar asaltos en los lugares del río Almanzora. Aben Humeya envió hombres para levantar la tierra. Uno de sus hombres fue hacia Armuña (Almuña) y se entrevistó con la mujer e hija de Jerónimo el Maleh, cautivas del alcaide Diego Ramírez, diciéndoles que en unos días estarían libres. Estas habían sido bien tratadas y comunicaron aquello al alcaide,  este pidió ayuda a don Juan de Austria. El 12 de junio de 1569 desde La Alpujarra el Gorri de Andarax y el Peligui de Gérgal con los hombres del Maleh y otros capitanes juntaron más de 4.000 hombres y se dirigieron a Purchena. Los habitantes dejaron la fortaleza y abandonaron el lugar para dirigirse a Oria y Vera.  Algunos moriscos principales se fueron a Oria y Cantoria. Después de Purchena fueron a Olula. Los de Serón no se levantaron porque el cristiano Diego de Mirones los entretuvo. Los rebeldes llegaron ante Serón y prometieron que si entregaba el castillo lo dejarían libre junto con sus hombres. Sin embargo, el Maleh y el Hanon fueron con sus hombres pero no pudieron tomar el castillo y se marcharon a Tahali donde alzaron a los moriscos del lugar, atacaron el castillo y se apoderaron de la fortaleza. Pasaron a Cantoria y cercaron la villa durante un día hasta que se entregaron ”porque eran todos los vecinos moriscos”. Se levantaron los otros lugares del río excepto Oria, Las Cuevas y Serón que contaban con buenos castillos.

Ginés Pérez de Hita al narrarnos lo ocurrido con el Maleh en Cantoria nos dice que los musulmanes enviados por Aben Humeya fueron a las tierras del Almanzora para levantar la comarca. El relato, aunque muy novelesco no deja de tener gran importancia por informarnos sobre el lugar y las defensas que tenía. El texto es el siguiente:

Hecho esto así, é informado de que el marqués de los Vélez había salido de sus tierras y estaba en Terque próximo á dar batalla á los del rio de Almería, al punto despachó al capitan Maleh, quien con mil soldados de los suyos diese en Cantoria y la tomase, forzando á los moriscos de allí á levantarse, así como también á los de Oria, el Box, Pataloba y todos los demás lugares del marqués. El valeroso Maleh se puso luego en camino á la vuelta de Cantoria, y tomando en Purchena mucha gente armada, llegó a dicha villa, y no quiso darla combate, sino procurar antes por buenas palabras que se levantase. Los de Cantoria, teniendo aviso de la venida del Maleh, cerraron las puertas, y estaban bien apercibidos, con designio de mantenerse firmes y leales al rey y al marqués, su señor. Llegó el Maleh con todo su campo, y alojado muy cerca de la villa, él con otros quince soldados se arrimaron á la muralla, llevando en la punta de la lanza una bandera blanca en señal de paz. Dos hombres principales de Cantoria que habían sido nombrados capitanes por su valor, puestos de pechos encima de la muralla con otra bandera blanca, preguntaron al Maleh, qué buscaba, ó qué quería de Cantoria. Este conociendo muy bien á los dos capitanes, llamado el uno Avenaix y el otro Almozaban, varones de mucho valor y cuerdos, les habló de esta manera:

Razonamiento del capitan Maleh al capitan Avenaix de Cantoría.

«Avenaix, valiente, fuerte y grave, de esclarecida sangre producido; y tú, Almozaban, deudo de Mahoma, de Fátima su hija descendiente, como demuestran claros documentos, estad atentos bien á lo que digo, pues de ello alcanzaréis inmensa gloria, y dulce libertad para vuestra patria. Muy bien sabeis, varones esforzados, las causas principales de la guerra del reino granadino y de sus gentes contra los cristianos, por los agravios, demasías, y males que nos causaban, haciéndonos pagar mil tributos injustamente, y no contentos con esto quitándonos las armas, imponiéndonos gravísimas penas en caso que las hallasen dentro de nuestras casas y pueblos, vedándonos tener caballos y esclavos de que nos podamos servir, y asimismo privándonos de nuestro trage y propia lengua, cosa por cierto dura é insufrible. Y así queriendo Alá sacarnos de tanto ahogo, provocó á todo el reino granadino la indignación que muestra contra el injusto y bárbaro bando cristiano, para que defienda con las armas lo que es tan justa razón que se defienda. Ya tenemos de Argel buen socorro, y esperanzas de otro mayor, que el Gran Señor nos enviará pronto; de modo que con esto, y poniéndose todo el reino sobre las armas, como ya lo está, á escepción de los lugares de Fajardo que se mantienen temerosos de su señor, podremos sojuzgar á toda España, poniéndola debajo de nuestras leyes. Así para este fin el rey me envía ahora á aquesta vuestra villa, y que os dijese obedezcais luego sus provisiones, deis favor y ayuda á sus banderas, y os mostreis buenos vasallos suyos estando en su gracia; por lo que os promete hacer mercedes grandes, como es justo se hagan á los pueblos que le siguen; y donde no, amenazaros con el castigo que sería luego sobre vosotros, viniendo á derribar vuestras murallas con fuego cruel, y haciéndoos pasar por cruda muerte. A esto soy venido, y holgaría, valiente Avenaix, que de buen grado hiciéseis lo que el rey manda, pues ofrece mercedes y amistad con ruego humilde. » Aquesto dijo el capitan Maleh á aquellos dos valientes capitanes que estaban en los muros de Cantoria, y aguardó la respuesta de su parte, poniendo allí en su habla gran silencio. El buen Avenaix estuvo muy atento á todo cuanto el Maleh había dicho, y se maravilló de su decir y de su venida en aquel caso; pero como hombre de mucho valor, que tenia prometido ser fiel y leal al rey Felipe y á su señor el marqués, no haciéndoles traicion, sino antes morir, respondió al Maleh de aquesta suerte[3].

El discurso del Maleh nos permite ver resumidas las razones que llevaron a los moriscos a sublevarse. Sin embargo, la contestación del capitán de Cantoria[4] también resume las ideas que defendían muchos moriscos llamados de paz. Pérez de Hita continúa diciendo:

“Respuesta del capitan Avenaix al Maleh.

«Muy atento he estado, Maleh, á todo cuanto has dicho, y me maravillo mucho del grande yerro en que estais tú y los demas, que tan ligeramente seguís una guerra tan injusta y difícil, sin cimiento alguno en que apoyaros. ¿Por ventura pensais que el rey de Castilla y de España no tiene bastante potencia para humillar las flacas banderas que inconsideradamente levantais contra él ; y entendeis que aunque el Gran Turco viniera, como decis, con todo su poder, prevalecería contra el gran valor suyo y el de sus españoles? ¿No considerais, desventurados de vosotros, que el rey Felipe de España tiene ya sojuzgado todo lo mejor y mas florido del mundo, y que no han sido parte las remotas Indias con estar tan apartadas y ocultas para impedir que las sujetase? ¿No sabeis que tiene puesta á toda Italia debajo de sus piés, y que aun dentro de la fertilísima Africa y el mar Líbico tiene presidios respetables y castillos fuertes, á pesar del Gran Turco y de toda la morisma? Pues si esto es así ¿cómo vosotros y ese reyecillo que te envia pensais prevalecer contra un poder tan grande como el de Felipe, no teniendo otras fuerzas que las nevadas sierras y las oscuras cuevas de que os pensais valer? Muy errados y perdidos vais fuera de toda luz: peleais por libertad, y dais en mayor cautiverio; andais perdidos por las sierras, arrastrando á vuestras mugeres é hijos, muertos de hambre, y sujetos al frio, y al fin puestos en manos de los turcos, que os hacen mil deshonras, y las teneis que sufrir porque no os desamparen : y al cabo ellos y vosotros acabaréis de infame muerte, y los que sobrevivan cautivos, y sus haciendas perdidas. Me duelo de los hijos pequeños que se han de ver sin madres ; me duelo de las madres que han de verse sin hijos y sin maridos: y me duelo de vosotros que os habeis de ver sin hijos y mugeres, y sin bienes, repartidos y desterrados por agenas tierras y provincias. ¡Cuántas lágrimas han de ser derramadas por la gente granadina! Las madres han decir: ¡ay, hijos mios! y los hijos dirán : ¡ay, madre mia! Cuántas veces volvereis los ojos hácia vuestras tierras, y no viéndolas esclamaréis suspirando : ¡ay Dios, ay tierras mias! ¡ Cuántas veces habeis de echar menos vuestras casas, vuestras haciendas, tantas frescuras, tan dulces aguas, tan abundantes frutas, tanta perla, tanto aljofar, y tanta riqueza! ¡Cuántas veces vuestras zambras, leylas, y bodas hechas á vuestra usanza! Pero de lo que mas me duelo es, de que hayais dejado la fe de Cristo, y habeis cometido con vuestras manos mil sacrilegios, robando injustamente las ropas y ornamentos de las iglesias, sus vajillas de plata y oro, y hecho pedazos las campanas; todo lo cual ha de ser parte para que Dios os dé crueles castigos, enviando cristianos que venguen ofensas suyas tan grandes. Vete, Maleh, y dile al rey, que esta tierra no es para él, ni de ella tenga esperanza : dile lo que llevo dicho, y que hará mejor de allanarse y pedir perdon al rey, que no seguir sin provecho ni esperanza una guerra tan injusta; y si no te quieres ir, haz lo que quisieres; si quieres batalla te la daremos, y si no tenerla, está en tu mano para que escojas lo que más te cumpla, que para todo nos hallarás dispuestos».

Esto respondió el buen capitan Avenaix al Malen, quien, habiéndolo oido, se retiró afuera, y quitando la bandera blanca de la lanza, le dijo : « Ahora verás, capitan de Cantoria, lo que pienso hacer, pues mala cuenta daria yo al rey si no hiciera lo que me ha mandado.» Con esto se llegó á su gente, y poniéndola en órden, mandó que Cantoria fuese combatida por tres partes, como luego se hizo, con tanta valentía y estruendo, que parecia hundirse el mundo. Los sitiadores y los sitiados estaban todos muy bien armados; y así desde el principio se mostró la batalla sangrienta, habiendo de entrambas partes muchos heridos, aunque mayor número de la del Maleh, porque los de Cantoria herían á su salvo, estando tras de las almenas, y tirando por saeteras: llovía tanta piedra sobre los del Maleh, que era cosa de maravillar, y el ruido del combate era tal, que se oia en Purchena y en todos los lugares de aquel rio. Bien quisieran los cristianos de la fuerza de Oria salir al socorro de Cantoria, discurriendo lo que aquello podia ser, y aun teniendo luego aviso de lo que pasaba ; pero dejaron de hacerlo por temor de que se levantasen los moriscos, y tambien porque no quedase sin guarnicion la fuerza de Oria, y á peligro de perderse. Tres veces se retiró el Maleh con su gente maltrado,y otras tantas tornó á acometer por salir con su porfía; mas era inútil su afan, que mientras mas combatía, mayor resistencia hallaba en los de Cantoria. El punto adonde mas se acercaba el Maleh era la puerta principal de la villa, porque ganada esta todo estaba llano, y por lo mismo acudia allí la mayor defensa y resistencia del lugar: de este punto estaban encargados muchos cristianos viejos, vecinos de la villa, que le defendian con sus armas muy valerosamente, y hacian á los moros notable daño. Entre estos cristianos habia allí uno anciano, hidalgo, llamado Fernando de Almodovar, hombre valeroso. Era descendiente de los Almodovares de Murcia, y deudo de ellos muy cercano; y aunque él, su padre y abuelo fueron casados con cristianas nuevas, no por eso perdieron su nobleza ni el uso de llevar sus armas, siendo cristianos viejos, conocidos por tales. Este Almodovar, pues, y otros once cristianos, hicieron maravillas en esta batalla contra el bando del Maleh; y ya que hemos nombrado al don Fernando, será justo tambien no dejar en olvido á los demas cristianos viejos que se hallaron con él, pues no con menos valor defendieron la villa de Cantoria. Estos fueron el beneficiado Gomez, el beneficiado Juan Maesso y dos sobrinos suyos, Francisco Sanchez, Bartolomé Garcia, Francisco Lozano, Pedro de Tortosa, hijo del alcaide de Oria, Francisco de Caicedo, Luis de Cárdenas, Pedro de Valquenenda, de Cartagena, y Pedro Martinez, de Cartagena ; todos hombres de mucho valor, y que así lo demostraron en este dia. Verdad es que los de Cantoria no estaban tan bien armados como los del Maleh; mas con todo eso este quedó muy maltratado por las piedras y otras armas arrojadizas que llovieron sobre su gente; y como viese que era vana su pretension, mandó tocar la retirada, y alzando banderas de paz se llegó él mismo á la muralla pidiendo que le diesen ciertas moriscas que habia enviado allí el marqués de Velez, y ofreciendo que se iría sin combatir más la fortaleza. Los de Cantoria, por no ser combatidos y puestos en necesidad, sabiendo que si el Malen insistía allí muchos dias habian de pasarlo mal, acordaron de darle las moriscas que pedia. Estas las hubo el marqués de Velez así como llegó á Terque, antes de dar la batalla en Guecija, porque muchos soldados derramados sin órden entraron en algunos lugares, los saquearon, y se las trajeron ; pero el general se las quitó y las envió á Cantoria para que estuviesen allí guardadas. El Maleh, recogidas las moras, se retiró inmediatamente en aquella noche[5].

Los de Oria quería acudir en socorro de los de Cantoria y así lo hicieron marchando durante la noche bien armados pero a la mañana siguiente se encontraron que el Maleh se había marchado. Los de Oria “entraron en la villa, maravillados de la brava resistencia que habia hecho, y del gran número de muertos que dejaba el enemigo tendidos por aquellos campos. Pasado allí el dia, los de Oria, recelando que el Malen fuese á su pueblo y le levantase, se volvieron allá en la misma noche; pero aquel, al ver que Cantoria se habia defendido tan valerosamente, muy enojado de su desaire, dió contra los lugares del marqués, y los hizo levantar por fuerza[6].

El Maleh al enterarse que los de Oria habían acudido a ayudar a los de Cantoria determinó atacarles, preparó un ejército numeroso bien armado y cercó la villa, les cortó el agua de una fuente que surtía a la población.  Los de Oria pidieron ayuda a Lorca y Huéscar. El Maleh ante la ayuda que venía hacia el lugar determinó levantar el sitio y marcharse hacia Purchena. Informó a Aben Humeya de lo sucedido y se le ordenó volver sobre Cantoria hasta que la tomara. Pidieron auxilio a Lorca, Vera y Vélez Blanco pero no llegaron por motivos de que muchos hombres estaban en la guerra o que tienen que hacer frente a los hombres de Aben Humeya. Los pocos cristianos que había en Cantoria salieron del lugar hacia otros lugares y dejaron a los moriscos para defenderse ante el Maleh. Efectivamente, este se presentó de nuevo ante Cantoria con más de 10.000 hombres “y viendo los de Cantoria el gran poder que traia,y que no podian ser socorridos de los cristianos, determinaron entregarse ; lo cual sintió mucho el marqués de Velez, sabiendo el daño que de allí podia venir á los cristianos de todas aquellas cercanías[7].

Continúa Mármol Carvajal diciendo que tras la muerte de Aben Humeya se produjo la elección de Aben Aboo. Durante este tiempo en las tierras de Cantoria vemos como los de Lorca fueron sobre Oria. Se enteraron que en Cantoria había muchas mujeres, ropas y ganados y que tenían los moros una casa de munición, donde hacían pólvora. Prepararon el ataque a la villa, repartieron municiones a los hombres y salieron de Oria durante la noche para llegar de madrugada pero el camino era tan áspero que llegaron bien de día. Pasaron por Portaloa y por las huertas llegaron ante la fortaleza de Cantoria “y vieron estar en la muralla y sobre los terrados mucha gente haciendo algazaras con instrumentos y voces que atronaban aquella tierra, y muchas banderas tendidas por las almenas; los cuales comenzaron luego á tirar con dos tirillos de artillería que tenían. El alcalde mayor envió una compañía de arcabuceros por una ladera arriba á que tomase un peñón que está á caballero de la fortaleza; y con toda la otra gente se arrimó á la puerta del revellín, y comenzó á pelear con los de dentro, que se defendían con escopetas y ballestas y hondas. Duró la pelea desde las siete de la mañana hasta las dos de la tarde. En este tiempo nuestra gente ganó el peñón, y teniendo desde allí la muralla y los terrados á caballero, que no se podía encubrir nadie de los que andaban de dentro, mataron algunos moros, y tuvieron lugar de poder llegar los que estaban con el alcalde mayor á desquiciar las puertas primeras del revellín con rejas de arados y con hazadones y hachas, donde los moros tenían metido todo el ganado. Y entrando dentro, aunque de las saeteras y traveses del muro principal herían algunos soldados, se metieron en la casa de la munición que estaba entre los dos muros, y desbarataron el ingenio de refinar el salitre y de hacer la pólvora, y pegaron fuego al edificio y lo quemaron todo. Y porque no se podía entrar la fortaleza sin artillería ó escalas, sacaron dos mil y setecientas cabezas de ganado menudo y trecientas vacas, y se retiraron[8].

Martín de Molina con 30 caballos y 300 peones llevaba lo obtenido en el botín a Huércal de Lorca pues temían los cristianos que llegaran los moros en auxilio de Cantoria y les arrebataran lo obtenido. Así fue pues venían varias banderas hacia el lugar. Los cristianos vencieron a los moros y lograron una importante cantidad de reses y bienes con el que volvieron a Lorca. No tenemos otras noticias sobre Cantoria durante la rebelión morisca.

Efectos de la guerra en el casco urbano de Cantoria.

Los ataques realizados en primer lugar por las tropas del Maleh y poco después por los cristianos de Lorca lograron destruir muchos inmuebles. Esto lo vemos reflejado en el Libro de Apeo y Repartimiento de esta localidad. Las casas entregadas en suerte a los repobladores en muchas ocasiones nos permiten ver como algunas de las habitaciones estaban destruidas o en mal estado. No tenemos noticias sobre los materiales constructivos utilizados, ni el número exacto que las habitaban, pues esto escapó a las crónicas de la época. Nos dice el Libro de Apeo y Repartimiento que había en la villa en tiempo de los moriscos 250 vecinos y entre ellos 10 cristianos viejos. Por el estudio que realizamos sobre las viviendas y el reparto que se hizo entre los nuevos repobladores se contabilizaron 104 suertes incluyendo en ellas el cura y el sacristán. En total conocemos 285 propietarios moriscos dentro de Cantoria y sus alrededores. Esto nos lleva a ver como las viviendas moriscas eran mucho más pequeñas que las que más tarde tuvieron los cristianos asentados pues recibieron dos casas o más por repoblador. Entre las condiciones que la corona impuso a los repobladores se llama la atención que las casas de morada se reducirán al número de vecinos y para ello se determinó que: “todos los repobladores nonbren tres dellos, uno de las suertes mayores, y otro de las medianas, y otro de las menores, y estos juntamente con el juez, aviendo jurado primeramente que harán fielmente, igualen las moradas juntas haciendo cada morada del numero de suertes que paresçiere que debe ser desde media hasta tres, para que ninguno aunque lleve muchas suertes de bienes no a de llevar mas que tres casas de las enhiestas si dellas se hiziere una morada, dándole lo demás que le cupiere en sitio si lo oviere, y si los tres que se nonbraren en hazer e igualar las suertes no se concertaren, el juez y escribano las hagan e igualen, y fechas hecharan las suertes poniendo el nombre de cada uno y las suertes que a de aver, y el primero que saliere tome la casa que quisiere del numero de su suerte, y asi cada uno como fuere saliendo teniendo quenta los que an de igualar las moradas como los de menores suerte que tengan moradas enhiestas en que puedan abitar por la poca posibilidad que tendrán para hazellas, y advirtiendo que el que llevare suerte y media a de ser en casa como si llevare una no mas[9]. En otra de las condiciones se dice que si algunas casas estaban caídas y desbaratadas de forma que no se puedan habitar y se consideraba que no debían de entrar en el reparto, los materiales que se pudiesen sacar de ellas se repartirían entre los repobladores para que con ellos puedan reparar las casas que sea necesario reconstruir y arreglar.

También nos dice el escribano que se tomó la determinación que si había menos casas en buen estado que repobladores se repartirían las viviendas tratando de igualar las suertes y sus moradas, el poblador que recibiera una casa en buen estado pagaría cierta cantidad a los que obtienen casas en mal estado para que con este dinero realizara las obras necesarias. El dinero entregado quedaría depositado en una persona abonada para que los que realicen gastos los realicen sobre las viviendas en reparos de los edificios y no en otra cosa. Los materiales necesarios se compraban en las almadrabas donde se confeccionaban las tejas y ladrillos. El escribano nos dice en este punto: “En lo que toca a las almadrabas de teja y ladrillo an de procurar de dárselas a las personas que los hagan y den a preçios justos y moderados a los repobladores para los reparos de las yglesias y casas[10]. También se habla de los hornos de pan que pertenecen al concejo, otros eran particulares y otros de las iglesias. Los molinos de pan y aceite o almazaras deben de ser reparados y se entregan a algunos vecinos por un tiempo de seis años para que los reparen y pongan en funcionamiento, cobraran una renta a los demás y la maquila según costumbre de donde procedan.

Las viviendas moriscas se situaban dentro del casco urbano de Cantoria la Vieja y distribuidas otras en las tierras alrededor del pueblo. Junto al adarve[11] contabilizamos 35, en calles sin nombre 32, en la calle principal 2, en la plaza 9, y al lado de la iglesia otra, además se cita la cárcel, la mazmorra, el castillo y un horno. Fuera del lugar en la Huerta hay 13, en Handaque Alachuza una, en el Pago de Capanas 5, en Rambla Uder una, En el Pago de Cantoria 16, en el secano una, en el Pago Toraynina 22, en el río una, en el Pago Tontomacar una, en el monte una, en el Pago Acequia 2, fuera del lugar otras 2, en el Pago del Marge otra y por último, otras 44 que no sabemos dónde estaban exactamente. La población morisca vivía dispersa en las tierras que cultiva o tienen casas dentro y fuera de la villa compaginando la vida urbana con la rural.

Algunas casas de las que se entregaron eran solares, otras tienen dos cuerpos o pisos más el corral y una habitación en ocasiones a la entrada de la vivienda[12]. Entre las habitaciones importantes se cita los palacios[13], cámaras[14], cuerpos pequeños, cocinas, torrecillas medio cubiertas, caballerizas, corrales cubiertos y descubiertos, corrales de ganado, herrería, cercados, patios, porches, almacenes, algunas casas tienen en altura tres pisos aunque lo normal eran dos e incluso uno. Nos llama la atención como el escribano fue anotando en cada caso los efectos de la guerra sobre las viviendas entregadas a los repobladores detallando si los suelos estaban hollados y en mal estado, las habitaciones abiertas a la calle, rotas y en mal estado, casas caídas, solares, patios maltratados, etc. Toda una panorámica que no hay que olvidar que se vio afectada por los continuos ataques primero de los propios moriscos sobre sus correligionarios y después de los cristianos sobre los moriscos. Además se nos cita que la población tiene muralla y un castillo importante, entre los muros de la fortaleza y el de la población se cita una casa destinada a la fabricación de pólvora que fue destruida por los cristianos. Además de la iglesia o antigua mezquita, los hornos, molinos de pan y aceite, almadrabas y otros edificios. Era pues Cantoria una población importante dentro del río Almanzora, esto hizo que las tropas de Aben Humeya trataran de conquistarla y poco después los de Lorca la atacaran obteniendo un rico botín. Tras la llegada de los repobladores el pueblo cambió al sitio donde se ubica actualmente y enfrente existe el recuerdo del Lugar Viejo.

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[1]  Manuel ESPINAR MORENO: "Notas sobre la historia de villa de Cantoria. Bienes de la población morisca", Roel. Cuadernos de civilización de la cuenca del Almanzora, 3, Granada, 1982, pp. 81‑95; "Población y vivienda en Cantoria tras la expulsión de los moriscos", Roel. Cuadernos de civilización de la cuenca del Almanzora, 3, Granada, 1982,  pp. 53‑80; "Bienes rústicos de Cantoria. Las tierras de secano a la salida de la población morisca", Roel. Cuadernos de civilización de la cuenca del Almanzora, 4, Granada, 1983,  pp. 125‑148; "Aspectos urbanos y rurales de Cantoria musulmana y morisca", Roel. Cuadernos de civilización de la cuenca del Almanzora, 4, Granada, 1983, pp. 109‑124; "Los árboles en las tierras de Cantoria. Suertes confeccionadas y reparto", Roel. Cuadernos de civilización de la cuenca del Almanzora, 6, Granada, 1985, pp. 139‑169 y Manuel ESPINAR MORENO y Antonio FERNÁNDEZ ORTEGA:  "Bienes rústicos de Cantoria. Suertes confeccionadas en tierras de regadío". Roel. Cuadernos de civilización de la cuenca del Almanzora, 6, Granada, 1985,  pp. 93‑137.

[2] MÁRMOL CARVAJAL, Luis del: Historia del rebelión y castigo de los moriscos del reyno de Granada, dirigida por don Juan de Cárdenas y Zúñiga, Madrid, 1797.  También edic.  por la B.A.E, Tomo I, Madrid, 1946,  Libro VI, Capítulos XXV, pág. 275. Existe una abundante bibliografía sobre el levantamiento, guerra y expulsión de los moriscos, igual ocurre con otros aspectos socioeconómicos y culturales de esta minoría, para entender el problema y tener una idea exacta del mismo pueden confrontarse Juan ABELLAN PEREZ: “Algunos aspectos socio-económicos de Albox a través de su Libro de Apeo”, Roel. Cuadernos de civilización de la cuenca del Almanzora, 1, (1980), pp. 43-57; R. BENITEZ SÁNCHEZ-BLANCO: “Sobre la decadencia del reino de Granada: la consecuencia de la expulsión de los moriscos en el condado de Casares”, Estudis, 6, 1977, pp. 213-244; Fray Jaime BLEDA,,O.P.: Defensio fidei in causa neopytorum, sive Moriscorum Regni Valentiae, totiusque Hispaniae. Valencia, 1610; P. BORONAT y BARRACHINA.: Los moriscos españoles y su expulsión. Estudio histórico-critico. Valencia, 1901, 2 vols.; J. CARO BAROJA.: Los moriscos del reino de Granada. Ensayo de historia social. Inst. de Estudios Políticos, Madrid, 1957, 2 edic., 1976; M. GARCIA ARENAL: Los Moriscos. Madrid, 1975; D. HURTADO DE MENDOZA.: Guerra de Granada. Ed. B. Blanco-González, Madrid, 1970; F. JANER: Condición social de los moriscos en España, causas de su expulsión y consecuencias que esta produjo en el orden político y económico. Madrid, 1857; P. LONGAS: Vida religiosa de los moriscos. Madrid, 1915; F. ORIOL CATENA.: “La repoblacíón del reíno de Granada después de la expulsión de los moriscos”. Boletín de la Universidad de Granada, VII, (1935),  pp. 305-331 y 449-528; Darío CABANELAS, O. F. M.: El Morisco granadino Alonso del Castillo. Granada, 1965; A. DOMINGUEZ ORTIZ. y B. VINCENT: Historia de los moriscos. Vida y tragedía de una minoría. Biblioteca de la Revista de Occidente, Madrid, 1978. Todas estas obras recogen abundante bibliografía y datos para ver el desarrollo de los acontecimientos de la zona que estudiamos en este trabajo.

[3]  Ginés PÉREZ DE HITA: Guerras civiles de Granada. Colección de los mejores autores españoles, Tomo XLV, París, Baudry, Librería Europea, 1847,  Segunda parte, cap. V, pp. 227-233.

[4] En los juegos moriscos presididos por Aben Humeya nos dice Pérez de Hita sobre este capitán lo siguiente: “Estando ya Abenumeya sentado en su real silla debajo de un rico dosel, mandó que entrasen los que en este ejercicio quisiesen probar sus fuerzas. No tardó en entrar por la plaza Abenaix, capitan de Cantoria, bizarramente galan, y vestido de una hermosa marlota de grana franjada con muchos fluecos de plata, bonete de seda de la misma color, turbante con una pluma blanca y otra roja, y un rico alfange en el cinto. Calzábase de un gallardo borceguí azul, argentado con fuego, de tal forma, que el morisco parecía muy bien. Acompañábale un brillante escuadrón de caballería con su rica bandera, en la cual llevaba pintado el castillo de Cantoria con una letra, que decía así :

Tal la fuerza es de mi fuerte,

Que no hay fuerza que la fuerce.

Daba á entender Abenaix en esta letra de su bandera, que la fortaleza del castillo de Cantoría era tal, que no había otra más fuerte en todo el río de Almanzora. Entrando en la plaza con buen órden, y rodeándola toda, hecha la reverencia al reyecillo y á las damas cortesanamente, se fué al puesto diputado para la prueba, en donde había dos maderos no muy gruesos, tan apartados el uno del otro, cuanto alcanza la longitud de cada uno de ellos: sobre estos maderillos que estaban tendidos en el suelo, debían ponerse los ladrillos que cada uno se propusiera alzar, porque el que hubiera de probar su fuerza en esto, debía de meter la mano por entre los maderos. Llegado allí el valeroso Abenaix, fué sacando y poniendo sobre los maderos uno á uno hasta veinte ladrillos, de á tres libras de peso, y estos eran los que se proponía levantar en el aire con una mano, sin ser atados con cuerda ni con otra cosa, so pena de no ganar  la apuesta; para lo cual se bajó al suelo, metió la mano por debajo de los ladrillos, y haciendo un grande esfuerzo levantó los veinte en el aire, y á bastante altura para que todos lo pudieran ver. Quedó la gente muy maravillada de que con una mano hubiese alzado los veinte ladrillos, que pesaban por lo menos sesenta libras, y que después tornase á ponerlos á pulso sobre los maderillos como antes estaban. Había presentes al caso dos veedores y un escribano para tomar nota y dar cuenta del número de ladrillos que cada uno alzase. Abenumeya, maravillado también de que Abenaix con una sola mano hubiese alzado aquel peso en el aire, dijo á sus capitanes: «Bien puede decir Cantoria que tiene un valeroso y gallardo capitan » — «Eso pregúntenmelo á mí, dijo el buen Maleh, que estaba bien cerca de Abenumeya. Cuando por mandado de V. A. salí de aquí con más de diez mil hombres sobre Cantoria, estaba este allí con harto poca gente, y unos Almodovares, cristianos viejos procedentes de Murcia, los cuales me hicieron una resistencia tan brava, que después de haber muerto y herido á muchos de mis soldados, tuve que retirarme sin poder llevar á efecto la órden de V. A.; y es muy cierto que si á los de Cantoria les hubiera venido el socorro que enviaron á pedir á los cristianos, no se gloriara hoy V. A. de que esta villa fuese suya, por el insigne valor de los capitanes y soldados que tenia dentro».

[5]  Ibidem.

[6]  Ibidem. Los lugares citados son Portaloa, Albox, Arboreas, Albánchez, Benitagla, Yumuitini y otros carcanos.

[7]  Ibidem. Nos dice Pérez de Hita que se compuso un romance en el que el Maleh se apodera de Cantoria.

[8] MÁRMOL CARVAJAL, Luis del: Historia del rebelión y castigo…, ob. cit., Libro VII, cap. XX, pp. 301-302.

[9]  Libro de Población de la villa de Cantoria de el Marquesado de los Vélez. Archivo de la Real Chancillería de Granada. Cabina 58, sección Apeos, legajo a-2, pieza 50, fol. 10 r. El censo perpétuo entregado por los repobladores era de 24´5 maravedís para los de una suerte, 49 por las de dos y 73´5 para los de tres. Muchos pagan un censo para el reparo de las viviendas destrozadas.

[10]  Ibidem, fol. 12 v.

[11] Adarve significa camino detrás del parapeto y en lo alto de una fortificación. También muro de una fortaleza.

[12]  En muchas casas de esta población se nos indica la existencia de una habitación pequeña que sirve de entrada y sobre ella estaría colocado una azotea desde donde se controla la calle, la mayoría de las casas tenían terrados llanos como dice el texto del ataque a la población por los de Lorca.

[13]  Sala común y pública de ciertas casas particulares.

[14] Sala o pieza principal de una casa.

Grabados Moriscos del Reyno de Granada de Christoph Weidth

Modelo de casa morisca, donde sus moradores hacían la vida alrededor de un patio central

En la Batalla de Cantoria fue cogida esta bandera a los moriscos por los tercios de Lorca en 1569. Colección: Decarrillo

D. Juan de Austria