Carnavales
José el Lalo, persona caricmatica que siempre destacaba por la originalidad de sus composiciones. Colección: Decarrillo
Don Carnal, hombre corriente y amante de los placeres y el libertinaje, es retado con la cruz en la mano por doña Cuaresma, la beata implacable, a sostener una batalla que durará una semana, finalizando el miércoles de Ceniza con la “victoria” de esta última.
Origen
La mayoría de nuestras tradiciones y fiestas tienen su influencia en los repobladores murcianos, alicantinos y valencianos llegados después de la expulsión de los árabes, la proximidad de la región de Murcia y las aportaciones universales que este mundo cada vez más globalizado hace que se absorban de inmediato.
Fiesta anterior a la iglesia de Jesucristo que significa “adiós a la carne” y su origen puede estar relacionado con las bacanales o fiestas de los dioses Baco y Saturno (saturnales), o de las antiguas fiestas de los “bárbaros” germanos. Sea cual sea su origen, la realidad es que el carnaval ha sido y es, el momento más relajado del año.
En España se hicieron populares en el reinado de Carlos III y posteriormente reprimido por las dictaduras y enfrentado siempre con la iglesia. La costumbre anual de la aparición de algunas máscaras por las calles, animados bailes y grupos de aficionados formando murgas y comparsas, que se reunían para cantar sus coplillas y animar la calle con el fin de obtener un aguilando, se pasa a un Carnaval multitudinario y participativo a mediados de los años 90, muy influenciado por los carnavales de Cádiz que ya se retrasmitían por televisión llegando a todos los hogares andaluces.
El origen de carnaval en el Almanzora es algo incierto. Durante la república cogieron un gran auge en Cantoria, al igual que en la mayoría de los pueblos de Almería. Los carnavaleros utilizaban un trapo blanco con dibujos varios como careta, sombreros o pañuelos para la cabeza y vestimentas variadas en desuso que se podían encontrar en cualquier casa, denominándose Máscaras (actualmente se mantienen a duras penas en Vera y Cuevas del Almanzora). Una fiesta entre pagana, costumbrista y tremendamente contestataria con el poder, siendo objeto de disputas, alegrías, prohibiciones y persecuciones. Nunca se ha librado de los intentos de control por parte de las autoridades. En el año 32, el alcalde de Tabernas manda detener y multar con 25 pesetas a varios vecinos por celebrar el Entierro de la Sardina, al que califica como un “acto escandaloso indicador de poca cultura”.
Carnaval del IES Valle del Almanzora en 1996
En 2006 no se pudieron celebrar San Antón debido a la lluvia, por eso ese año en los carnavales una peña lanzó un guiño a los carretilleros, recreando la procesión de los patronos.
Franquismo
Durante el franquismo el carnaval fue directamente prohibido. El Gobernador Civil recuerda a los alcaldes de los distintos municipios que, en razón de la Orden de 3 de febrero de 1937, “quedan suspendidas las llamadas fiestas de carnaval desde el domingo de Sexagésima hasta el primero de Cuaresma”. Es circular se repitió durante todo el tiempo de vida de la dictadura, que recordaba sistemáticamente la prohibición del “uso de caretas y disfraces en las calles y lugares públicos, ni casinos, cafés y círculos de todas clases, además de los bailes que acostumbran a organizar con tal motivo”. Fueron unos años en los que la expresividad y libertad popular sufrió un duro golpe.
Aunque no faltó quien se disfrazó a escondidas y valga como ejemplo la siguiente anécdota protagonizada por Andrés Marín el Bollero. A este buen señor no se le ocurrió otra cosa mejor que disfrazarse una noche de carnaval de fantasma, con una sábana grande y unos dientes de patata que se hizo expresamente. Así salió a la calle (antes no estaban asfaltadas ni había alumbrado eléctrico). Su intención era la de ir a las casas de sus conocidos, pero claro, vino a toparse con unas pobres mujeres, que al ver a ese “ente fantasmagórico” en la oscuridad de la noche, se llevaron el susto de su vida y que corrieron con el corazón en un puño al cuartel de la Guardia Civil. Temblorosas alegaron haber visto un ser vestido de blanco, con unos dientes afilados y aspecto fantasmal. Los Civiles salieron a dar caza a ese “ente del otro mundo”, y claro, si los guardias salieron rápido, más rápido llegó él a su casa, quitándose el atuendo y metiéndose en la cama. Su mujer, al verlo llegar en ese estado, le preguntó que qué le pasaba y el respondió: “si viene la guardia civil preguntando por mí, le dices que estoy muy malo”.
Y así fueron pasando los años y como no hay mal que cien años dure, Frasquito se fue en buena hora, aunque tarde, al otro barrio y en engranaje franquista empieza a desvanecerse abriendo las puertas a la democracia y la libertad.
Andrés Marín vestido fantasma un día de carnaval en las posguerra cuando estaba prohibido. Colección: Ana Guerrero
Democracia
Mientras que en puntos clave de la provincia empezaron a retomarse los carnavales con fuerza, en Cantoria lo hizo muy tímidamente, casi de manera insinificante. Madres o abuelas que vestían con trapos a sus hijos o nietos y se paseaban por el pueblo y poca cosa más.
Corría los años 90 y en Cantoria había una escuela de baile que regentaba Maria del Carmen Pastor en un salón del edificio conocido como del “Traopa” y un año organizó un pequeño pasacalles con sus alumnos más pequeños acompañados por sus padres.
Al año siguiente, la profesora de la Escuela de Adultos Felicidad Pardo metió la recuperación de los carnavales en sus planes de Centro, financiados por la Diputación, organizando con sus alumnas una peña vestidas de bebés. Todos los trajes se lo ingeniaban y cosían ellas mismas. Ese año para el pasacalles, fue Manuel Pedrosa, teniente alcalde que las acompañó con una de las furgonetas de su empresa a la que le acopló un equipo de sonido.
El siguiente año recorrieron las calles del pueblo vestidos de Romanos, con un espectáculo final en el Teatro Saavedra. Al tercer año tocó vestirse de Macetas y ya se unieron varias peñas más como las de los alumnos del IES Valle del Almanzora que también empezaron a celebrarlos como actividades complementarias. En Almanzora también empezaron a celebrarse gracias al impulso de la Escuela de Adultos junto a la Asociación de Mujeres y la Asociación Vecinal.
A partir de ese momento empezaron a crecer cada año, donde la imaginación y la diversión se juntan de la mano para inundar las calles de colorido no sin cierta ironía, teniendo en la actualidad política y social su fuente de inspiración. Un sinfín de disfraces, tantos como el ingenio pueda llegar a alcanzar y la economía permita.
Un grupo de amigas vestidas de diferentes épocas a mediados de los años 70. Colección: Brígida Masegosa
Recorrido de fotos de la recuperación de los carnavales de Cantoria en los años 90 con la peña de la Escuela de Adultos. Colección: Felicidad Pardo
Peña de carnaval del Bar Carrillo de Almanzora en 1983. Todas las integrantes de esta peña estaban en una asociación juvenil, cuya sede estaba en una casa antigua en la avenida de la Estación, enfrente del Bar Andaluz. Hacían desfiles y pases de modelos para recaudar dinero y poder hacer frente a los gastos corrientes como luz y agua. La ropa para los desfiles la proporcionaba la tienda de Rita, que por esos años tenía fama de traer buenos géneros. La primera imagen está tomada en el bar y la segunda, en la casa. Colección: Isabel Miras
Otra imagen de la misma peña de Carnaval. Colección: Isabel Miras
Actualidad
El viernes anterior a la fecha señalada para su celebración, ya se empieza a calentar motores con los desfiles de los alumnos del Colegio Cerro Castillo y de la Guardería, potenciando el “gusanillo de la festividad” entre los más pequeños.
Entre la entrada del Polideportivo Municipal y la puerta del IES Valle del Almanzora se convierte en el punto de encuentro para iniciar el desfile que recorrerá las principales calles de Cantoria. La comitiva finaliza en la Plaza de la Constitución donde acto seguido da comienzo una fiesta en la Caseta Municipal durante toda la noche, aprovechando para la entrega de los premios a las peñas ganadoras, que se obtienen con la puntuación de un jurado compuesto por personas ajenas al municipio y que comenzará su valoración a lo largo del pasacalles.
Carrusel de imágenes de los carnavales de 2010 hasta 2018
El Entierro de la Sardina
Mención aparte merece el entierro de la sardina que se celebran el miércoles de ceniza y que concluye con la quema de la sardina en la Plaza de la Constitución. Antiguamente era una comitiva casi íntegramente compuesta de hombres que con un ataúd auténtico al hombro, de los tantos que se fabricaban en las industrias fúnebres de Cantoria, vestían de muerto a algún voluntario que le gustaba en abundancia “el pilitraque”. Los personajes de viudas, plañideras y amigos del difunto acompañaban al féretro y donde el vino del país corría a raudales. En la actualidad fue la peña del carnaval de la Asociación de Carretilleros la que recuperó la tradición en 2015, organizándola en la actualidad el Centro Guadalinfo con sus mayores, que elaboran una gran sardina de fantasía en los talleres de envejecimiento dinámico.
Entierro de la Sardina de 2017.
Entierro de la Sardina de 2022 con el grupo de envejecimiento dinámico del Centro Guadalinfo.