Cantoria, tierra de yeso

Antonio Berbel Fernández

Las Yeseras

La historia de la construcción no discurre en una evolución continua, sino que está marcada por períodos revolucionarios, que originan etapas de características muy diferentes, incluso contradictorias.

La revolución neolítica se produce con la aparición de la agricultura y proporciona al ser humano la posibilidad del sedentarismo, frente al nomadismo imperante hasta entonces. El hombre empieza a construir su espacio, como su vivienda, graneros y corrales para su subsistencia.  Así, cuando el hombre del Neolítico alcanzó el nivel tecnológico necesario para dominar el fuego a bajas temperaturas, pudo sustituir por yeso los morteros de barro utilizados en los revestimientos de sus cabañas y en las juntas de sus primitivas fábricas de piedra. En Catal-Huyuk (Turquía) en el IX milenio a.C. hay guarnecidos de yeso y cal que soportan pinturas al fresco. En Jericó, en el VI milenio a.C aparecen moldeados de yeso.

Desde entonces, el yeso se ha empleado tradicionalmente en la construcción de muy diversas  maneras. Como mortero de junta, unir piezas de mampostería, en bóvedas, en particiones interiores, escaleras, revestimientos (suelos, paredes y techos). También ha tenido un importante uso ornamental (escultura, yeserías, estucos, mocárabes...).

Desde entonces el proceso básico para la obtención del yeso es el mismo, y se ha ido perfeccionando con el paso de los siglos. Básicamente consiste en extraer el mineral, cocerlo en hornos de bóveda en los que se alcanzaban temperaturas elevadas para que se deshidrate y finalmente molerlo. Además de para la construcción, el yeso se ha utilizado como fertilizante para los campos, remedación de suelos (eliminación de metales pesados), fabricación de ácido sulfúrico, etc.

La base de todo el proceso es el aljez, el mineral de yeso crudo que se encuentra en la naturaleza. El aljez es sulfato de calcio hidratado (CaSO4 + 2H2O), y para obtener yeso lo que se hace es eliminar el agua que contiene mediante la cocción. Se trata de un mineral fácilmente reconocible por su color blanquecino y su transparencia, pero en realidad puede ser de muchos colores, incluso llegando a encontrarse aljez negro. También es muy característica su forma de punta de flecha.

Los terrenos de los que se extrae el mineral son las yeseras o yesares. El término yesera también hace referencia al lugar en el que se cocía el aljez para obtener yeso, y frecuentemente los hornos se encontraban junto a los yacimientos. El primer paso en la producción del yeso es la extracción del aljez. Los estratos de aljez pueden encontrarse a bastante profundidad, y el método para llegar hasta ellos no era otro que cavar con picos y palas hasta dar con la veta. Una vez descubierta la veta ésta se podía extraer a pico y pala o con explosivos, dependiendo de su espesor que pueden alcanzar más de 20 metros de espesor. Una vez que el aljez era extraído, se transportaba en carros tirados por burros o bueyes hasta los hornos.

Los hornos muchas veces aprovechaban la pendiente del terreno, en la que se enterraban. Normalmente tenían unos 3 metros de altura, y unas paredes de más de medio metro de espesor. La planta era circular o de herradura, y en algunos casos estaban cubiertos por un tejado para protegerlos de la lluvia y facilitar la labor de los operarios, que pasaban largas horas allí. El horno se cargaba con el aljez, y allí se cocía alrededor de 24 horas. Durante ese tiempo era necesario añadir combustible constantemente, y lo más frecuente era utilizar madera de encina, pino, olivo o almendro. También era fundamental vigilar que no hubiera demasiado fuego dentro del horno, y la temperatura se regulaba tapando más o menos la parte superior del horno con piedras y tierra. Finalizada la cocción, se dejaba reposar el yeso de 12 a 24 horas, se sacaba la ceniza y finalmente se sacaban las piedras ya cocidas de aljez. Aunque la cocción no era uniforme, un horno de tamaño medio podía producir más de 30 toneladas de yeso.

El paso final del proceso era moler las piedras de aljez. Primero se machacaban hasta dejar fragmentos menores de 7 cm, y después esos fragmentos se molían para obtener el yeso en polvo de la calidad deseada.

Todas estas yeseras se abandonaron cuando dejaron de ser rentables. La producción de yeso se trasladó a grandes industrias mucho más mecanizadas, y el oficio de yesero al uso tradicional casi ha desaparecido. Desde aquí queremos recordar ese fragmento de nuestra historia.

El término municipal de Cantoria contó, desde hace siglos, con un gran número de industrias yeseras (hasta 1945 se contabilizaron 9, como las del Patas Negras en el Badil, la de la Rambla Oribique, la de los hermanos López y la del "Talento" en la Rambla Albanchez, en la Hojilla, etc.), la gran mayoría explotadas a pequeña escala, trabajadas por miembros de una sola familia y algún que otro peón. El trabajo era de una verdadera dureza, con procedimientos rústicos, tanto para la extracción de la piedra en la cantera, como para el resto del proceso, hasta su distribución y venta. El precio no acompañaba a la penosidad del trabajo, cobrando sueldos de miseria, a pesar de que este material era y es elemento imprescindible en toda construcción. Al ser canteras que no poseían una gran cantidad de materia prima, no se hacía rentable su mecanización, por eso su laboriosidad y pequeños beneficios. Incluso era corriente que después de desescombrar cualquier obra, separar la piedra de los yesones, volverlos a cocer y triturar, aunque el yeso resultante no tuviera la fuerza del extraído directamente de la cantera.

Uno de los principales problemas del yeso como material de construcción es que, debido a su estructura interna, en presencia de agua sus cristales deslizan entre sí perdiendo resistencia mecánica el conjunto.      

Algunos ejemplos de Yeseras:

Yesera de la Piedra Íllora: Situada en el pago del mismo nombre, o Ramblar del Arroyo de Albanchez, a unos ocho kilómetros de la población de Cantoria.

Esta yesera fue creada y explotada durante muchos años por los hermanos Pedro y Ramón López Bernabé, hasta fue traspasada en régimen arrendatario. A los propietarios les acompañó en los trabajo el hijo mayor de Pedro.

Los hermanos López Bernabé una vez localizada la veta de la piedra de yeso, en una propiedad de ambos tomaron la decisión de montar su propia industria casi de manera artesanal, utilizando como herramientas un pico y pala para la excavación y limpieza de la cantera. Además fabricaban su propia pólvora, realizaban a mano los taladros en la cantera, y una vez cargados, hacían volar los grandes bloques.

Más tarde construyen el horno donde cocerían la piedra, la solera, donde después de cocida seria triturada por la fuerza motor de una caballería. Como curiosidad, inventaron un sistema, para que el yeso una vez triturado, pasase directamente a un depósito creado para este uso, movido por la misma caballería que hacia girar las piedras moledoras, con forma cónica e igualmente construidas artesanalmente por los dos hermanos.

Para el movimiento tanto de la piedra como del yeso, utilizaban las espuertas, con una cabida de treinta a cuarenta kilos de yeso, que era lo que solía pesar una fanega, según la esplendidez del yesero.

El precio que se cobraba en estos años (1940) era de ocho perras gordas, 0.80 céntimos de peseta los treinta kilos, equivalente a una fanega.

Más tarde según pasaban los años el precio se fue encareciendo, llegando a cobrarse 2  pesetas la fanega, en 1947 y cinco en 1954, años en que dejaron de funcionar estas industrias yeseras.

El sueldo de los trabajadores era de cuatro pesetas al día en jornada de sol a sol. El hermano mayor Pedro, cobraba un real mas al día, 0,25 céntimos de peseta, por hacer de encargado general de la empresa.

Esta yesera llego a tener en su mejor momento a tres trabajadores asalariados como peones, además de  los tres miembros de la familia.

En el año 1.956, esta industria se le traspasa a un nuevo propietario,….

La yesera de Ramón Sánchez Cuesta. La cantera se encuentra en el paraje de las Lomas, cerca del Arroyo de Albanchez. En los primeros años de su funcionamiento se realizaba toda la labor al pie de cantera. En los años  1.948–50 esta industria se traslada a Cantoria pueblo, instalándose en la parcela colindante con la casa conocida como "la sindical" propiedad  actualmente de D. Carmen Sánchez Giménez, situada en la calle Cristino María Sánchez.

Para su más y mejor producción, Ramón instala el horno para la cocción de la piedra en la parte derecha de la parcela, según su entrada, igualmente instala un motor de explosión de la marca Matacas, para la trituración y cernido de la piedra una vez cocida. Una anécdota de este motor que nos contó Baltasar Fernández, que cuando Ramón el yesero ponía en marcha su motor, eran tantos los decibelios de sus explosiones que no quedaba ni un solo pájaro desde las Mateas hasta Capanas, siendo igualmente imposible poder dormir la siesta  en cualquier lugar de Cantoria.

Ramón para realizar las labores que su empresa precisaba, adquirió un pequeño camión de carga con una capacidad parra 3000-3500 kilos, con un motor Diesel de la marca Barreiros con el que transportaba la piedra desde la cantera hasta su industria en el pueblo. Igualmente con este vehículo servía su mercaría a los clientes.

Pero no fue Ramón Sánchez Cuesta el primer industrial yesero de Cantoria que se hizo con un camión para negocio, también Antonio Galera, conocido como Antonio "el yesero" , a principios de 1936 compró un camión a estrenar de la marca Ford, de 4000 kilos de carga útil. Una vez que comienza la fatídica guerra, se presentan en su domicilio unos milicianos y le dicen que el camión se lo tienen que llevar para el frente de guerra y que cuando esta finalice le será entregado de nuevo.

La guerra finalizo tres años después y el camión no regresó a Cantoria. Antonio siguió realizando la labor de su pequeña industria con un carruaje arrastrado por dos caballerías.

La yesera de la Tía Mena. Situada a pocos metros de la cortijada de Los Ramos, en el paraje del Barranco del Agua. Esta cantera estuvo en uso hasta finales de la década de los 50 del pasado siglo. Como anécdota de esta cantera ya en la época en que estaba en desuso, fue que un grupo de pequeños propietarios de olivares, quienes tomaron la decisión de construirse una pequeña almazara. Para abaratar costes, extrajeron y prepararon el yeso necesario de la cercana y abandonada cantera de la de la Tía Mena.

Hornos de cocer yeso en Almanzora: Al calor de la construcción del Palacio de Almanzora y demás edificios para su administración, encontramos documentados, aunque ya no existen rastro de estas explotaciones, de dos hornos. Horno del Barranco de la Calera: las ruinas de este horno sobrevivieron hasta principios de los 90. La barriada de Almanzora estaba dividida por una pequeña barranquera, que partiendo desde la ladera norte de la montaña conocida como Cerro de Almanzora, continuaba hasta desembocar en los jardines del palacio de los Marqueses del mismo nombre. A esta pequeña vaguada se le conocía y se le sigue llamando por las gentes del lugar, como el Barranco de la Calera. Este fue enterrado en su primer tramo de recorrido, partiendo de la montaña, en los años anteriormente citados, para la construcción de nuevas viviendas.

En este  pequeño y seco cauce, en su margen derecha había uno de estos hornos artesanos, escavado en la roca, al que los niños llamábamos la Calera del Barranco del Tío Adolfo, por ser el propietario de estos terrenos desde la posguerra española hasta su muerte.

Horno del Barranco de la Casilla: igualmente existía otro de estos hornos en el barranco de la Casilla, a doscientos metros de la estación de Almanzora, dirección Cantoria.

Es cierto que nunca se conoció el lugar, o solera donde se triturase esta piedra una vez cocida, por lo que cabe pensar “hipotéticamente” que en este horno se cociese la piedra para la producción de cal. otro producto empleado por esos años en la construcción, de algunos muros de contención, he incluso como blanqueador para las fachadas. Otra de las posibilidades es que se construyese para uso particular de las necesidades de Palacio, ya que en muchos de las construcciones que se conservan, se aprecia claramente el uso de este material.

Pedro López Gilabert, antiguo propietario de la yesera de la Piedra Íllora con una piedra de yeso en la mano. Colección: Familia Berbel

Restos de un antiguo horno de la yesera de la Piedra Íllora. Colección: Familia Berbel

Restos de yeso junto a los hornos. Colección: Familia Berbel

Pequeña cueva que tenían los trabajadores de la yesera de la Piedra Íllora para guardar los enseres. Podemos observar habitáculos en las paredes para mantener la comida y el agua a buena temperatura. Colección: Familia Berbel

Ilustración sobre el proceso de moler el yeso

Curiosidades

Más sobre la elaboración, categorías, usos y manejo del yeso:

Tipos de Yeso:

Escayola: es un tipo de yeso seleccionado de las piedras de cantera más blancas y con un tratamiento especial de cocción, trituración y embasado. Tiene aplicaciones tanto en la construcción (acabados interiores, falsos techos, fachadas, etc.), en la sanidad (vendajes de escayola), en la cocina (elaboración de los garbanzos torraos, y como esculturas o figuras decorativas.

Yeso Negro: de calidad inferior, se utiliza principalmente para la construcción.

Sistema y materia empleada en la cocción del yeso: Este proceso se realizaba en hornos conocidos como “hornos árabes”

Estos hornos los construían haciendo un foso de cuatro metros de profundidad aproximadamente y un radio de dos aproximadamente. Se recubría todo su interior con un anillo de cualquier piedra capaz de resistir altas temperaturas, en la parte baja de este anillo, a ras del suelo, se le dejaba sin cerrar un pequeño hueco para introducir la leña necesaria para la cocción de la piedra. Una vez que este horno se llenaba con la piedra de yeso a cocer, esta se recubría totalmente, tapándola con una gran capa de tierra para evitar la perdida de calor durante el proceso de cocción. Este proceso se realizaba durante 24 o más horas interrumpidamente sin que en ningún momento se apagase la fogata en el interior del horno.

La leña usada podía ser de distintas clases, según en la zona del entorno, con el solo fin de aprovechar como materia prima las plantas autóctonas, retama, albaida, baladre y ramaje procedente de la poda de los distintos árboles de la zona.

Dos ilustraciones que representan dos tipos de hornos para cocer el yeso

Bibliografía

Testimonios de: