La construcción de la nueva Cantoria

Por Virginia Martínez Guerrero y Santos Agüera Pedrosa

Dos Luis Fajardo y los primero Cantorianos en el nuevo emplazamiento

En el presente artículo nos adentramos en un periodo convulso en el que se intercalan las conquistas, las guerras, las repoblaciones, los conflictos por la riqueza, las lucha de poder de los poderosos y un sinfín de avatares. Pero en este plausible caos se engendrará el ambiente donde se erija la primera piedra de Cantoria, donde se empiece a construir poco a poco nuestra tradición; será en ese largo siglo XVI donde se forjen nuestras actuales calles, nuestra plaza y donde empezaron a andar nuestros  antepasados. 

 

Los moriscos y la repoblación en Cantoria

Gracias al libro de Apeos podemos vislumbrar cómo fue la repoblación en la villa de Cantoria. Tras la conquista del reino de Granada por los Reyes Católicos comenzaron a convivir en este paraje los moriscos y los primeros repobladores castellanos. Los moriscos eran los musulmanes bautizados al catolicismo y que vivían en el nuevo territorio castellano, su número era muy superior al de los nuevos moradores de la villa. Según el inventario de Antonio Medrano[1], realizado en 1570, hay un registro de 10 repobladores, es decir, habría sobre unos 50 cristianos aproximadamente frente a unos 240 moriscos; esto es, unos 1.200 moriscos y un total de 1.250 habitantes aproximadamente.

Por aquellos años la villa de Cantoria pertenecía a don Diego Hurtado, Duque del Infantado, y las  gentes que habitaban en su señorío vivían en condición feudo-vasallática, es decir, los siervos mantenían una relación de obediencia ante el señor y los vasallos mantenían una relación de fidelidad. Don Pedro Fajardo el 5 de Octubre de 1515 compra a Don Diego Hurtado el Condado de Cantoria y Cartaloba por 2.500.000 de maravedíes, pagando una media de 5.000 maravedíes por siervo. Los primeros repobladores castellanos, al llegar a la tierra conquistada, ocupan sus suertes que fueron usurpadas a los musulmanes tras la guerra. Además,  realizaban la compra de un asno que le servía como medio de transporte y  la de paños para la elaboración de vestimentas[2]. El camino Lorca-Baza que tanta riqueza había traído a Cantoria durante el periplo Naserita estaba en plena decadencia en esta etapa y la economía de la villa de Cantoria se volvía mayoritariamente agrícola, basada en la explotación del olivo y de la morera. No obstante, la producción de la seda que oscilaba las 290 onzas daba importantes ingresos (alrededor de 650.000 maravedíes); según Lentisco Puche la entera producción de la seda era producida por los moriscos[3].

La segunda guerra de las Alpujarras (1568-1570) se produjo por el alzamiento morisco ante la pragmática del año 1567. La pragmática firmada por Felipe II contemplaba imposiciones tales como que los moriscos no podían hablar o escribir en árabe, prohibir su forma de vestir, obligar a tener la puerta de sus casas abiertas, etcétera. Pese a las grandes imposiciones, el morisco Francisco Núñez Muley intenta en la Audiencia de Granada rebatir la pragmática  de 1567: “(…) Veamos señor: hacernos tener las puertas de las casas abiertas ¿de qué sirve? Libertad se da a los ladrones para que hurten, a los livianos para que se atrevan a las mujeres (…)”[4]. Con este fragmento se muestra que en un principio los moriscos no tenían una actitud levantisca ante la Corona, por lo que sería tras la continua negativa, cuando se alzaría el Albaicín y a continuación toda la población morisca. En 1570, tras vencer la guerra, Don Juan de Austria ordena la expulsión a los moriscos de los territorios del sur y se dispersan los musulmanes por toda la Corona de Castilla: con la expulsión de los moriscos comienza la segunda repoblación.

 

Conflictos de poderes entre el Marquesado y la Corona

La expulsión de los moriscos supuso un gran parón económico en la villa de Cantoria. Se expulsaron unos 950 moriscos aproximadamente, lo que supuso la pérdida de la producción de seda y el ocaso del Lugar del Peñón Viejo, la antigua Cantoria. La segunda repoblación trajo consigo a unos 520 cristianos aproximadamente (serán los nuevos repobladores) que sumados a los 50 cristianos que ya residían en Cantoria (cristianos viejos), habría un total aproximado de unos 570 cristianos; por tanto, se palió en gran medida la demografía respecto al periplo naserita.

Los primeros repobladores (los cristianos viejos) y los segundos repobladores tuvieron diversos enfrentamientos entre ellos. Los conflictos eran derivados de la lucha por controlar la riqueza. Hay que entender que en esta época las principales fuentes de riqueza eran dos: la tierra y el agua.  Las luchas entre los cristianos viejos y los nuevos repobladores por las tandas de aguas y los repartos supusieron unas situaciones muy violentas en la villa. Este hecho no es anómalo de la villa de Cantoria sino que se repite en todo el marquesado de los Vélez pero en Cantoria tuvo que ser el enfrentamiento muy duro,  pues siguiendo a Tapia Garrido [5], es el único lugar en todo el marquesado donde se nombra a un alcalde de aguas, por lo cual se corrobora el alto grado de conflicto para tener que nombrar a un mediador. La lucha entre cristianos viejos y cristianos nuevos es fomentada por los poderes fácticos en beneficio de sus propios intereses, es decir, don Luis fajardo apoyará y fomentará al bando de castellanos viejos para el cobro de alcabalas a los nuevos moradores, y Felipe II apoyará a los nuevos repobladores debido a que incentiva una repoblación estatal para disminuir el poder señorial.

El 24 de Febrero de 1572 fue aprobada la Real Célula que establecía cómo debía de articularse el sistema de repoblación del Reino de Granada. Don Luis Fajardo intentó usurpar las propiedades de los moriscos que fueron expulsados. Pero, en 1571 Antonio Medrano era el comisario encargado de la inspección de la repoblación  y denunció a don Luis Fajardo por haber confiscado los bienes a los moriscos en vez de otorgárselos en suertes a los nuevos repobladores. Don Luis Fajardo fue multado por esta conducta y tuvo que pagar 2.000.000 maravedíes, pero el 30 de enero de 1570 mandó una carta al mismo Felipe II para alegar contra la sanción que había sufrido: “perder lo poco que me queda en este Reino de Granada, demás de los veinte mil ducados de renta que en este Reino tengo perdidos por servir a vuestra Majestad y cumpliendo su mandato en la guerra del, en las Alpujarras (…) y lo gasté en dicha guerra un año que anduve en, trayendo, casi tres meses, del todo el ejército a mi costa”[6].En este momento se produjo una fisura en las relaciones entre el Rey y el marqués.

Las tensiones entre Felipe II y don Luis Fajardo siguen aumentando, ante la desconfianza que tiene el Rey hacia el marqués le manda a un comisario de su plena confianza para asegurarse que cumple con la Real Célula y las ordenanzas reales, el hombre de confianza de Felipe II era el Licenciado Bonifaz. El licenciado Bonifaz no tardó mucho tiempo en observar los desacatos que había cometido don Luis Fajardo con las directrices de la repoblación impuesta por Felipe II: “pretende que desde las piedras del rio hasta las hojas de los arboles es suyo y solariego, y que los vecinos deste estado no tienen derecho alguno[7], escribía Bonifaz en octubre de 1573. Las visitas eran inspecciones de la burocracia de la Corona para controlar los impuestos, la administración local, las suertes, etcétera. Cantoria sufre varias visitas como las de 1576[8] y 1578[9] que implica que la administración estatal se introduce periódicamente en la administración del señorío. Bonifaz abrió todo su potencial para demostrar que don Luis Fajardo no había cumplido con las ordenanzas reales: sobre Cantoria el Licenciado entendía que no había sido bien repoblada, es decir, no cumplía con la cuantía de repobladores que marcaban las ordenanzas reales[10]. Además, alegaba Bonifaz: “heran del marques y de don Juan su hermano y de la camarera y de pobre y de otros cristianos viejos[11] en este fragmento se puede apreciar los hilos de vasallaje que tenían los Fajardo con los cristianos viejos que los convirtieron en una oligarquía frente a los nuevos repobladores. Don Luis Fajardo como apelación a las continuas denuncias de Bonifaz realizó la Relaçión de los agravios que recibió el marques de los Vélez que era una extensa lista de quejas de don Luis Fajardo, de la que nos gustaría destacar que pide que se le devuelva la suma de 400 fanegas de tierra de la villa Cantoria, que habían sido repartidas entre los nuevos repobladores y pertenecían a la compra que don Pedro Fajardo había realizado a don Diego Hurtado, como hemos visto anteriormente.

El continuo conflicto creado por Bonifaz para que se reduzcan los poderes señoriales frente a la Corona acabará con la victoria del burócrata frente a don Luis Fajardo. La repoblación estatal conseguirá anteponerse a la señorial gracias a la muerte en el mes de Julio de 1574 de don Luis Fajardo, y así anteponer los derechos, en primera instancia, de la corona y, en segunda instancia, de los nuevos repobladores frente a los derechos señoriales[12]. La única victoria que consiguió la casa de los Fajardo fue cuando le despojaron sus Almizaraques, pertenecientes a la jurisdicción de Cantoria, siendo ésta la única victoria que consiguieron del enfrentamiento con el licenciado Bonifaz.

 

La construcción de la nueva Cantoria

La construcción de la nueva Cantoria en detrimento del Lugar del Peñón Viejo se configura en un contexto de conflictos y litigios, como hemos podido ver con anterioridad. Las razones que se exponen para el cambio de localidad son las siguientes: “se nos fizo relaçion que la desta villa estava en sitio muy aspero, porque es mi deber acomodarlo (…)para que pudiesen poner las cassas de la población della en otro sitio mas comodo e baxo[13]”. Las razones que expone el documento son puramente orográficas pero no debemos descartar que el abandono se realizase por el alto coste de restaurar la fortaleza o por el abandono de muchas casas moriscas, las cuales estarían derrumbadas o en peligro de ello.

La construcción de la nueva Cantoria tuvo que ser una labor muy complicada, no solo por la labor de inversión tanto humana como monetaria, sino por la situación de continuo conflicto por la que están atravesando los nuevos repobladores y los cristianos viejos. El marqués que funda la nueva Cantoria será don Pedro Fajardo, hijo de don Luis Fajardo, y la funda el 27 de Julio de 1577:  “Despues de lo susso dicho en la dicha villa de Cantoria a veintisiete dias del dicho mes de julio del dicho año  El dicho señor alcalde mayor respondiendo a la esta real provision [deseo] quel atiene obedeçida y si es de necesario de nuevo la obedece con el devido acatamiento y por cuanto al cunplimiento dello dixo que la dicha rreal provision no [sabia] con el y que se le notifique a su excelençia el marques don Pedro Fajardo mi señor que es de a esta billa e sus terminos. En questa [sitiada] a quien conbiene dar la orden donde y conbiene que el lugar se mude y entretanto que no se le notificase, protesto no le pare perjuicio al derecho y Justicia a [aesto] su Excelençia tiene la notificación que a el se le [ilegible] y para este effeto si es necesario y en lo que se es o puede ser su perjuizio de su excelençia supo de la dicha rreal provisión y si visto por su majestad y [ilegible] sobre ello al dicho senor marques otra cossa mandare lo sera y si [testimonio] quissiese mando se le de y de a su majestad otro tal testimonio o testigos Juan Tortossa y Francisco Tortossa y el licenciado Barrionuevo, el licenciado Inigo de Guebara, Antonio de Quesada”[14].

La nueva Cantoria se fundará siguiendo las Ordenanzas de nuevos descubrimientos y repoblaciones dictadas para el Consejo de Indias el 31 de Junio de 1573, en concreto siguiendo la Ley sobre la construcción de las ciudades de Nuevo Mundo. En dicha ley se imponen unas pautas y normas a seguir a la hora de la fundación o construcción de nuevas ciudades, buscando una uniformidad en las villas y atendiendo tanto a la ubicación y dimensión de la plaza como al trazado de calles o a la misma ubicación de la iglesia. No debemos de olvidar que las ciudades en la Edad Moderna fueron los escenarios en los que se representó el poder, hecho que tuvo muy presente don Pedro Fajardo a la hora de construir la nueva Cantoria. A continuación, iremos analizando las pautas a seguir dictadas por Felipe II para la construcción de las nuevas ciudades, donde el lector podrá ver la similitud entre éstas y el trazado de Cantoria.

En primer lugar, la Ley[15] dice que "(...) la plaza central debe estar en el centro de la ciudad y debe tener una forma oblonga, con una longitud que equivalga, al menos una vez y media a su anchura, porque esta proporción es la más indicada para las fiestas en la que se usan caballos y para celebrar otros actos (...)". Fueron y son las plazas el corazón de la ciudad, ya que en ellas se ubicaba la iglesia, pero también por ser lugar de mercado, de paseo, de conversación...y lugar de poder, ya que la proximidad a la plaza determinó e indicó la posición social de los propietarios de los solares. La plaza de Cantoria presenta una similitud con las plazas de las nuevas ciudades del Nuevo Mundo, en concreto con la plaza de Lima, que sigue su misma estructura. Pero además, la plaza de Cantoria es similar a la de La Carolina (Jaén), capital de las Nuevas Poblaciones, en el que se llevó a cabo el trazado más monumental de plaza central aunque ésta es posterior a la de Cantoria, ya que data de 1846, cerca de 200 años después que la construcción de la plaza cantoriana. No debemos olvidar que las plazas fueron lugar de fiestas, concentrándose en ellas la combinación del poder político, religioso y ciudadano[16]. Fueron símbolo de la vida urbana y de la vida misma.

La Ley sigue diciendo que "(...) debe tratarse el plano sobre el terreno, con sus plazas, calles y solares, a cordel y regla, comenzando desde la plaza mayor y sacando desde ellas las calles a las puertas y caminos principales y dexando tanto compás abierto que aunque la población vaya en gran crecimiento, se puedan siempre proseguir y dilatar en la misma forma (...)." La importancia en el trazado de las calles fue otra aspecto destacado en la Ley: debían de ser rectas (a cordel y regla dice el texto) y conectadas con las puertas, facilitando el tránsito de la población y su posterior crecimiento. Además, las casas debían de estar alineadas y de igual altura para enmarcar las calles principales. La ausencia de murallas en Cantoria es una de las características identificativas de las ciudades americanas, ya que se quería una ciudad abierta, trazada a partir de la plaza, favoreciendo así el crecimiento de la población. Además, las ciudades de la Ilustración empedraron sus calles y las dividieron en barrios, atendiendo a su limpieza y ornato[17].

Y por último, la Ley hace mención a la iglesia, la cual "(...) no debe estar dentro del perímetro de la plaza, sino a una distancia tal, que la haga aparecer independiente, separado de los otros edificios, de manera que pueda ser vista desde los alrededores (...) Deberá alzarse sobre el nivel del suelo, de manera que la gente tenga que subir una porción de escaleras hasta llegar a la entrada (...)". Dicha descripción de la situación de la iglesia en la Edad Moderna nos recuerda a la situación de la de Cantoria, para la cual debemos de subir unos escalones para acceder a su perímetro; además, su grandiosa altura permite al visitante vislumbrarla desde cualquier rincón de la villa.

Por tanto, Don Pedro Fajardo atienda a pies juntillas la Ordenanza de Felipe II a la hora de construir la nueva Cantoria, teniendo muy presente desde el punto de vista del poder, el valor de una villa ordenada según las directrices geométricas y con unos espacios de poder bien definidos.

Epílogo

La construcción de Cantoria viene dada por un sinfín de pautas que se van entrecruzando unas con otras hasta dar lugar a la construcción de una villa que sigue los parámetros dictados por la Ordenanza de Felipe II, en similitud a las nuevas ciudades que se construyeron por aquellos años en el Nuevo Mundo. A lo largo del artículo hemos visto cómo en la primera repoblación de Cantoria el número de moriscos superaba con creces al de los nuevos repobladores castellanos, así como el papel tan importante, como invisible en los legajos, que desempeñó la mujer repobladora. La convivencia entre los cristianos viejos y los nuevos fue muy violenta por el ambicioso intento de controlar la tierra y el agua de la villa, pero tras esta inocente tensión, se ocultaba un juego egoísta de intereses fácticos entre Luis Farjardo, que apoyaba a los cristianos viejos, y Felipe II del lado de los cristianos nuevos. Tras la multa de Luis Fajardo y el posterior carteo entre rey y vasallo, éste perdió la confianza de Felipe II, hasta tal punto que envió a un comisario de su entera confianza. Fue en estos momentos de tensión, y tras la muerte de Luis Fajardo, cuando su primogénito Pedro Fajardo llevó a cabo la empresa constructora de la villa atendiendo a la Ley sobre la construcción de las ciudades del Nuevo Mundo, ante su incapacidad de restaurar la fortaleza morisca. 


[1] Asensio romero: El medio natural y social de Cantoria. pp. 147-149.

[2] ROTH: notas sobre la repoblación Vélez El Rubio, 1574-1585. p. 27.

[3] LENTISCO PUCHE: La repoblación de Olula del Río (Almería) en el siglo XVI: supresión de la sociedad musulmana e implantación de un modelo castellano. pp. 66-67.

[4] Biblioteca Nacional de Madrid. Mss. 6176.

[5] Asensio romero: El medio natural y social de Cantoria, p. 138.

[6] Cit. en ROTH: “Notas sobre la repoblación de Vélez el Rubio, 1574-1585” p. 22

[7] A. G. S., C. C., Leg. 1573.

[8] A. G. S., C. C., Leg. 2146

[9] A. G. S., C. C., Leg. 2201

[10] ANDÚJAR CASTILLO: “Señores y Estado en la repoblación de Felipe II. El caso del marquesado de los Vélez”, p. 151

[11] A. G. S., C. C., Leg. 2173

[12] ANDÚJAR CASTILLO: “Señores y Estado en la repoblación de Felipe II. El caso del marquesado de los Vélez”, p. 157

[13] A. M. S. Documento Nº 10

[14] IDEM.

[15] En todo momento nos referiremos a la Ley sobre la construcción de las ciudades del Nuevo Mundo de 1573

[16] GÓMEZ CÁMARA, A (coord):  Arte y poder en la Edad Moderna, Ramón Areces, Madrid, 2013, pp. 335-362

[17] IDEM, pp. 305-333

Imágen aérea tomada en parapente por Steve Brockett en 2007

La nueva Cantoria se fundará siguiendo las Ordenanzas de nuevos descubrimientos y repoblaciones dictadas para el consejo de indias el 31 de junio de 1573, en concreto la ley sobre la construcción de las ciudades de Nuevo Mundo. La plaza de Cantoria presenta una similitud con las plazas de las nuevas ciudades del nuevo mundo, con concreto con la plaza de Mexico (imagen superior), que sigue la misma estructura. Pero además, la plaza de Cantoria es similar a la de La Carolina de Jaén (imagen inferior).

Luis Fajardo de la Cueva II marqués de los Vélez

Llamado así en recuerdo de su abuelo paterno, de joven sirvió a Carlos V en diversas campañas (Hungría, Túnez, Provenza y Argel). Pero al heredar el marquesado vuelve a residir en los Vélez. La sublevación de los moriscos granadinos le hizo ponerse al frente de un ejército en 1569 aunque este conflicto no le fue favorable, ya que perdió riqueza y prestigio a favor de D. Juan de Austria. Muere en julio de 1574 tras largos litigios con la corona. 

Monumento a D. Luis Fajardo junto a la iglesia parroquial de Berja. Colección: Decarrillo

Felipe II concede los permisos para la construcción de la nueva Cantoria. Una obra muy complicada después de las consecuencias de sublevación morisca de 1569

En esta imagen se puede observar la perfecta alineación de las calles aledañas a la plaza, divididas en cuadrículas.

El papel de la mujer en la repoblación del siglo XVI

No nos debe extrañar ni sorprender, que aún prefiriendo la Monarquía Hispánica población, las mujeres de Cantoria no aparezcan visibilizadas en el listado de nuevos repobladores. Y es que la mujer moderna, heredera de la tradición socio-jurídica de la mujer medieval, era vista como un ser inferior tanto físico como mentalmente: se consideraba a la mujer el sexo débil, y por tanto, debía de estar sometida y bajo vigilancia de un varón, su marido o en el caso de no tenerlo, su padre o hermano. Es por esto que su invisibilidad en los Libros de Apeos de Cantoria no debe de ser considerado una anomalía.

Sin embargo, fueron las mujeres piezas imprescindibles en el negocio repoblador, ya que supusieron la llave del varón para acceder a la propiedad de tierra en los repartimientos. Birriel Salcedo señala que la documentación del Consejo de Población establece un modelo para recibir y poner en funcionamiento los bienes de Repartimiento: hombre casado, en edad de fecundar y con recursos. Por consiguiente, las mujeres fueron necesarias para garantizar tanto la reproducción biológica como social de las repoblaciones pero al estar el grupo doméstico bajo la autoridad masculina a éstas no se les reconoce el papel que desempeñaron, como reseña López Beltrán. Debemos de entender, como apunta Bel Bravo, el matrimonio como el destino de la mujer y la institución fundamental de la sociedad, ya que en esta época no se concebía a una mujer sola.

La desigualdad en razón del sexo repercutió en el día a día de las mujeres cantorianas. Tal es así, que a la hora de la transmisión del patrimonio no se ponía directamente el nombre de las hijas sino el de los yernos, es decir, de sus maridos. Las hijas no aparecen como herederas, ya que son las eternas tuteladas del varón por su debilidad femenina.

Bibliografía

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BEL BRAVO, Mª ANTONIA, "Un modo femenino de mirar el mundo", Mujer y cambio social en la Edad Moderna, Madrid, 2009 (visto en red el 15/01/2015)

BIRRIEL SALCEDO, MARGARITA MARÍA, “Documentos inéditos sobre el Consejo de Población de Granada”, Chronica nova: Revista de historia moderna de la Universidad de Granada, Nº 15, 1986-1987, pp. 329-348. - Las instituciones de la repoblación del Reino de Granada (1570-1592) Anuario de historia del derecho español,  Nº 58, 1988, pp. 173-204 – “Más allá del repartimiento: Género, familia y patrimonio”, Chronica nova: Revista de historia moderna de la Universidad de Granada, Nº 25, 1998, pp. 77-91. 

GÓMEZ CÁMARA, ALICIA (coord): Arte y poder en la Edad Moderna, Ramón Areces, Madrid, 2013

ROTH, DIETMAR: “Notas sobre la repoblación de Vélez el Rubio, 1574-1585.”, Revista Velezana, Nº26, 2007, pp. 21-36.

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LÓPEZ BELTRÁN, Mª TERESA: "Mujeres solas en la sociedad de frontera del Reino de Granada: viudas y viudas virtuales", Clío&Crimen, nº5, 2008, pp. 94-105.

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