Inundaciones de 1973

Las Inundaciones de 1976. Por Juan José López

El agua, fuente de vida, elemento imprescindible; ese bien tan preciado que comienza a escasear y que actualmente está creando enfrentamientos políticos en ésta, nuestra querida España, fue protagonista desagradable, de fatal recuerdo en la memoria, para la población del Valle del Almanzora y demás vecinos de Almería, Murcia y Granada. Aquel otoño del 73, nuestros vecinos vivieron las 36 horas más largas que jamás recuerdan. Parece mentira, como un elemento tan aparentemente sencillo como el agua, puede con su escasez, significar la ruina, miseria de un territorio o su abundancia en demasía, la tragedia.

Aquel inicio de fin de semana, viernes 19 de octubre de 1973, a pocas semanas de vivir la festividad de la feria de Albox, preámbulo del día de Todos Los Santos, los vecinos del Valle del Almanzora, miraban con esperanza el cielo. Después de un seco y duro verano, se esperaba con ansia las primeras lluvias del otoño. Pero ese año, todo fue diferente. El cielo, descargó como nunca, cántaros y cántaros de agua, una lluvia torrencial como jamás se había notar en la zona. Aquello era como si todas las precipitaciones de varios años, se descargarán en un instante. Lo siguiente, ya fue el caos.

Almería y Murcia presentan una orografía en su terreno y condiciones climatológicas similares. La escasa vegetación de sus montes, desprovistos apenas de cubierta vegetal, salvo en contadas zonas y su fuerte erosión, son responsables de las inundaciones.

Cuando comienzan las lluvias torrenciales, el agua baja de los montes de forma rápida, sin apenas obstáculo, pues la escasez de vegetación no es capaz de retener el agua. En su camino, arrastra areniscas y rocas de varios tamaños que terminan llenando barrancos y torrenteras. Conforme mayor es el ímpetu de la lluvia y acumulación de agua, mayores son los materiales que arrastra a su paso. Los barrancos, pequeños arroyos y demás torrenteras, terminan por confluir a cauces de mayor tamaño denominados “ramblas”. El volumen de las aguas y materiales arrastrados (barro y piedras), actúan como una verdadera máquina de destrucción, que asola todo lo que encuentra a su paso.

En la provincia de Murcia, las 2 localidades donde las inundaciones dejaron un trágico balance fueron: Puerto Lumbreras y Lorca.

En la provincia de Almería las inundaciones afectaron a la cuenca del río Almanzora y otra en el sur de la provincia, donde se encuentra enclavada la desembocadura del río Adra.

En el valle del Almanzora, más de 20 municipios se vieron seriamente afectados, sobre un total de población de 65.000 personas. Aunque la distribución de precipitaciones fue desigual en la provincia, se establecieron medias de entre 100 y 125 litros por metro cuadrado, por lo que da lugar a una cifra de mil millones de metros cúbicos los recibidos en menos de dos días. Las principales cuencas receptoras: Andarax, Almanzora, Nacimiento y Adra, registraron más de 600 millones de metros cúbicos. En algunos puntos, las aguas rebasaron los 15 metros de altura, dándonos cuenta la magnitud de la catástrofe.  

Hay que lamentar las 10 víctimas mortales que se produjeron entre las localidades de Zurgena, Vélez Rubio y Macael, así como varios heridos Además se produjeron cuantiosas pérdidas en la agricultura, con pérdida de arbolado, cosechas, fértiles tierras en los márgenes del río Almanzora y más de 8000 cadáveres de animales de granja. En este aspecto, en Cuevas de Almanzora se registraron 5500 cadáveres de animales.

Los daños en edificaciones fueron numerosos. Aparte de las casas de campo que se encontraban en las inmediaciones del río Almanzora, los pueblos más seriamente afectados fueron: Albox y Zurgena.

En Albox, hubieron graves derrumbamientos y toneladas de barro y demás materiales en sus calles. En este sentido, no  fue la acción del río Almanzora ya que no pasa por la localidad, sino de su Rambla.

En Zurgena, la destrucción de edificios supuso el 50 por ciento del total de la población.

Las comunicaciones telefónicas, redes de alcantarilla, agua potable y suministro eléctrico, quedaron totalmente destruidas.

El caos se iba apoderando de la zona. La imposibilidad de acceder a las localidades implicadas en la catástrofe, hacía más trágica la situación si cabe.

El puente de la carretera Murcia-Almería, a su paso por Cuevas de Almanzora, quedó destruido.

A la mañana siguiente a la catástrofe, se dispuso el suministro de alimentos y medicamentos mediante helicópteros.

El problema sanitario más urgente, fue el suministro de agua potable para consumo humano y el evitar los focos de epidemias, por lo que se estableció vacunaciones masivas a toda la población.

El municipio de Cantoria, recuerda la fatídica fecha de la gran inundación, en la crónica que Francisco García Serrano relató al periódico ”La Voz de Almería”:

El 19 de octubre de 1973, será una de las fechas imborrables para todos los habitantes de esta Cantoria, que en unas horas  ha perdido su alegría señorial y esos calificativos por la que era conocida como “Granada la chica”, “Perla del Almanzora” y “Cantoria la llana”. Su ropaje, formado por los colores distintos de toda clase árboles frutales y el azahar de sus naranjales, ha quedado reducido a una miseria sorprendente, a un dolor y tristeza en el rostro de sus habitantes.

Día trágico ese 19 de octubre. El río Almanzora desbordado con sus aguas a catorce metros de altura, llegando a saltar por encima del famoso Puente de Hierro, que tiene 63 metros de anchura por 12 de altura, ha venido a destrozar por completo los dieciocho kilómetros de su vega fértil. Ha dejado lleno de escombros, peñones, arenales, coches, tractores y toda clase de enseres, las 800 hectáreas de regadío. Los cuarenta kilómetros de cauce para regar estas tierras, que se encuentran a las dos márgenes del río, han quedado totalmente destrozados, así como los mismos nacimientos.

La lluvia torrencial, como jamás han conocido los más viejos, ni aún en el año 1924, de que ellos hablan llenos de temor y espanto, puede compararse con esta catástrofe, que ha dejado a familias totalmente despojadas de la poca tierra que tenían. Conozco a personas que, con mucho trabajo, llegaron a juntar lo necesario para vivir muy modestamente y se han quedado en unos momentos sin cortijo, sin animales y sin tierra. Gentes que han estado en Alemania o Francia, hicieron unos ahorros a fuerza de sacrificio, compraron una pequeña propiedad para vivir en su pueblo, y en unas horas lo han perdido todo.

Gran cantidad de familias no cesan de llorar; de pronunciar frases que se claven en lo más profundo del corazón; de pedir socorro y ayuda, porque lo han perdido todo. Verdaderamente, es la tragedia más grande y la prueba mayor que están aguantando estas gentes.

Víctimas no hubo, porque se pudieron prevenir al ocurrir este hecho hacia el mediodía, abandonando los cortijos y casas, que pasada la gran tormenta, ya no las han visto más. La Iglesia Arciprestal y la Ermita de los Patronos ha evitado el que se hubieran producido muertes, que entre todas las desgracias, ésta hubiera sido la irremediable, ya que estos templos sirvieron de cobijo a mucha gente.

Nos quedamos incomunicados, sin luz, sin teléfono ni telégrafo. Todo era oscuridad. Sólo nos quedó la estrechez peligrosa de la carretera que nos conduce a la capital.

En estos momentos, en que ya han transcurrido varios días, y el mismo cronista ha llegado a serenar los ánimos, me dicen que termina de solucionarse un problema candente y angustioso: el de la falta de agua potable, ya que termina de llegar un camión cisterna que manda el mismo Ayuntamiento de Almería.

A los dos días nos llegó la luz eléctrica, y hoy empieza a funcionar el teléfono, por lo menos para las cosas oficiales.

Todos los ánimos están o se encuentran en una presión muy baja. Dentro del dolor y angustias de tanta gente, predicamos la esperanza, de que todo se solucionará con el tiempo. No podemos desfallecer. Sabemos que la tragedia abarca a gran parte de nuestra provincia, y que el Estado y los españoles nos ayudarán, como hicieron en otro tiempo con Barcelona y Valencia cuando se desbordaron sus ríos y quedaron arrasadas, como se encuentran ahora mismo estas tierras cantorianas.

Los medios de comunicación escrita, las televisiones, radios, se hacían eco de la catástrofe.

En la tarde del día siguiente a la tragedia, el Gobernador Civil y Jefe Provincial del Movimiento, convoca una reunión con los medios informativos, para dar a conocer los detalles de la magnitud de la catástrofe.

En palabras, del Gobernador, el Sr. Gías Jove “Almería es la que menos vidas ha perdido, pero los daños materiales son muy superiores”.

Técnicos de la Delegación Provincial de Agricultura se desplazan a varios puntos de la provincia para hacer una aproximación de los daños. Aunque no es posible concretar la cuantía, sólo en relativo a cultivos, pueden estimarse unas pérdidas por valor de 3500 millones de pesetas.

El sonido de los helicópteros, se hacía notar los cielos de la cuenca del Almanzora. El Ministro de Vivienda, Gobernador Civil, Presidente de la Diputación, Delegados de Agricultura y Trabajo, visitaban las zonas más afectadas por la catástrofe, transmitiendo el mensaje del firme propósito por parte del Gobierno, de facilitar la pronta recuperación de las localidades afectadas por las inundaciones.

Molino de Amador cuando ya las aguas habían bajado mas de tres metros. Colección: Noelia Piñero

La riada a su paso por Capanas. Colección: Juan Ignacio Jiménez

Puente de Santa Bárbara en Overa en 1898 realizada por Gustavo Gillman. La estructura de hierro de la llevó la riada de 1973. Colección: Legado de Gustavo Gillman

Restos del puente de Santa Bárbara que la riada de marzo de 2022 han quedado al descubierto a pocos metros del puente. Colección: Decarrillo

Medidas adoptadas por el Gobierno:

Se aprueba un decreto ley de Hacienda, que faculta al Gobierno para suspender la exención de tributos pendientes y el aplazar pagos a los afectados.

De igual modo, se aprueba una línea de crédito oficial de 2000 millones de pesetas, que permitirá a lo largo de diez años y tres de carencia, disponer de recursos adicionales para la recuperación de las actividades.

Desde el titular de Agricultura, se aprueba la recuperación de los caminos, cauces de arroyos, etc, mediante la disposición de maquinaria de obra y más de 140 camiones basculante.

La línea ferroviaria Guadix-Murcia, interrumpida en 22 puntos, comienza a restablecerse.

Se trabaja con toda intensidad para la reconstrucción de carreteras y puentes, así como la actividad portuaria.

Desde el Ministerio de Información y Turismo, se conceden ayudas por valor de cinco millones de pesetas, para la reparación de las instalaciones hoteleras.

Por el Ministerio de Trabajo, se concederán subvenciones para combatir el paro forzoso en las zonas afectadas por las provincias de Almería, Granada y Murcia, por una cuantía de diez millones de pesetas para cada una de ellas, y con cargo a los fondos de empleo comunitario.

 Así mismo, se otorgarán moratorias para el pago de cuotas individuales de los trabajadores, aplazamientos y fraccionamientos del pago de las cuotas de empresarios y trabajadores a la Seguridad Social. Ayudas a la empresa, trabajadores autónomos y prestaciones de subsidio de desempleo.

En materia de Vivienda, se aprueba el envío urgente de 486 albergues provinciales. El Instituto Nacional de la Vivienda queda autorizado para la puesta en servicio de 586 alojamientos provisionales y se inician los expedientes para la construcción de las viviendas definitivas, que pueden cifrarse en cerca de mil.

A estos buenos propósitos del Gobierno y sus diferentes Ministerios, hay que sumarse la del Banco Central. Al frente, el más alto cargo de la entidad bancaria, D.n Alfonso Escámez. Apoyado por gran personalidad y buen decir, en rueda de prensa convocada en el Parador Nacional Reyes Católicos de Mojácar, estableció una línea de crédito especial por valor de 500 millones de pesetas, a plazo de cinco años, con el 6% de interés, idéntico al coste del banco,

 De esta forma, se concederían préstamos a los damnificados, sin beneficio alguno para el Banco. El proyecto es claro y decisivo: ayudar a todos.

Las muestras de ayuda no cesaban de llegar.  Un llamamiento a través de una emisora de radio de Marbella, animaba a las familias a albergar a niños almerienses  procedentes de las zonas damnificadas. La respuesta no tardó en llegar, familias de Marbella, adoptaron a niños almerienses en sus hogares en plano de igualdad con sus propios hijos, en cuanto se refiere a estancia, manutención y demás necesidades, y ello hasta no se normalicen las circunstancias de las zonas siniestradas o los padres de los niños, lo consideren oportuno.

Desde el Vaticano, el Papa Pablo VII, se sumó al dolor de los damnificados, familiares de víctimas y ofreció sufragios por eterno descanso de los fallecidos, en un telegrama dirigido al Obispado de Almería.

A pesar de las ayudas recibidas, la grave catástrofe quedará imborrable en las mentes de los habitantes de la zona. La desagradable experiencia no es fácil olvidar, a pesar que la comarca vaya recuperando la actividad poco a poco.  En ese sentido, la visita que protagonizaron los príncipes de España, Don Juan Carlos y Doña Sofía (actuales Reyes), a la localidad de Albox, contribuyó a difundir un mensaje de aliento y esperanza a los vecinos de la zona. Don Juan Carlos y Doña Sofía, se mostraron interesados por todos los detalles de la catástrofe, al igual que, visiblemente  afectados por la emoción, escuchaban las súplicas de todos cuantos se reunieron para recibirles. Con el deseo de que se resuelvan los problemas con la mayor rapidez y animando a las gentes a seguir adelante, continuaron su marcha en helicóptero entre el aplauso de la población.

Hoy en la actualidad,  se recuerda la catástrofe con respeto. Los amplios márgenes del río Almanzora y Rambla de Albox, son signos visibles de la grave inundación. ¿Se podía haber evitado? No lo sabemos. Pero bien es cierto, que cuando ocurren catástrofes de esta magnitud, la naturaleza nos avisa de que algo no está funcionando correctamente. Sirven estas líneas para recordar a todos, la importancia que tienen nuestros bosques; la labor como elementos para frenar el avance del desierto y como agentes para mitigar el efecto de las lluvias torrenciales sobre los montes, permitiendo que los terrenos no se desprendan.  Cuidemos de nuestro entorno y ayudemos a su regeneración.

Durante varias semanas después de la inundaciónes había que abastecer de agua a Cantoria con caminones cisterna, ya que las canalizaciones desde los pozos quedaron destrozadas. Colección: Noelia Piñero

Detrás del olivo se encuentra el cortijo conocido como la de Antonia la Relenca a pocos metros del puente de Hierro. Las aguas llegaron hasta las tapias de los corrales, llegando a saltar por encima los cerdos y demás animales del corral. Colección: Juan Chacón

El pago de Cantoria inundado. Colección: Miguel Aránega

Las aguas llegaron a saltar por encima del puente de Hierro, temiéndose que la fuerza del agua se llevase el puente como ocurrió con el de Santa Bárbara en Overa. Colección: Juan Chacón

Bibliografía