Clara Cuéllar Padilla

Mis orígenes...

Nací el 14 de Julio de 1976 en Almería y tengo entendido que pasé gran parte de mi primer año de vida en Cantoria. Más tarde mi familia se mudó a vivir a Córdoba, donde pasé mi niñez y adolescencia.

Desde que yo sé, mis raíces son Cantorianas... con un bisabuelo de Olula del Río, un tatarabuelo granadíno y otro tatatata que vino de Cuevas como Leguleyo del marqués de Almanzora.

Mis padres Encarnación Padilla Peña y Joaquín Cuéllar López marcaron sin duda mi percepción del mundo y dedicaron todos sus esfuerzos y energía a darnos a mis hermanos y a mí una formación que, como ellos mismos decían, Nos dejara el mayor número posible de puertas abiertas, para que pudiéramos hacer realidad nuestros sueños en la vida. Y realmente así ha sido.

Diría que mi padre me dio “las raíces”, esa conexión con la Tierra, con los olores antiguos, su profundo conocimiento del entorno natural de Cantoria, los diferentes cantos de los pájaros, sus anécdotas de la niñez contadas de esa forma suya con la que no puedes parar de reír. Y mi madre “las alas”, su actitud revolucionaria, su capacidad de trabajo, el pensar que las cosas se pueden hacer de otra manera y que el “mundo se cambia desde nuestro entorno más íntimo”. Y ese feminismo tan sufrido, por pertenecer a una generación que lo tuvo muy difícil para ponérnoslo fácil a las mujeres que veníamos después; no en vano fue la primera mujer licenciada de Cantoria.

De niña recuerdo el eterno viaje al pueblo en las vacaciones, se tardaba unas 7 u 8 horas desde Córdoba, había muy poca iluminación de noche, y eso me gustaba mucho, con esas farolas grandes de luz naranja que siempre miraban al suelo, como tristes, pero que daban la impresión de que lo que iluminaba las calles eran antorchas de fuego. Al llegar a la comarca se me activaba lo primero el sentido del olfato. Bajaba la ventanilla del coche para empaparme del olor de las cañas, de los taráis, de las ramblas y los montes de aromáticas, la leña de olivo ardiendo en la lumbre, el brasero, ir a buscar caracoles al amanecer... Si quiero buscar El Hogar, sólo tengo que conectarme con esos olores.

Cantoria era una constante en mi vida, tras viajar por diferentes lugares del mundo, estudiar bachillerato artístico en Alemania, Bellas Artes en Granada, y vivir una temporada en la Alpujarra experimentando un proyecto grupal de conservación medioambiental, llegué a Cantoria buscando el tacto de la piedra; comencé a esculpirla y me enamoré al instante.

Clara en pleno proceso creativo

Monumento a la Mujer en Benahadux. Colección: Decarrillo

Mi trayectoria vital y profesional

El primer proyecto vino de la mano de mi tío Antonio Cuéllar, fue una escultura de gran tamaño para un stand de una Feria Internacional de La Piedra en Orlando, EEUU. El tema: el tronco de un árbol. La escultura se vendió allí mismo, en la feria. En total realicé una serie de tres troncos, uno está en la sede de Cosentino en Orlando, otro en la sede de la misma empresa en Cantoria y un tercero que compró un particular. De este periodo en el que fundé mi propio Taller de Arte, destacaría trabajos como la Fachada del Museo Ralli (en Caesarea, Israel); esculturas de La Fachada del edificio de La Cooperativa (en Huércal Overa), y su logotipo en bronce, Monumento al Ferrocarril (Baza, Granada); Monumento a la Mujer (Benahadux, Almería), La réplica de la Pila Bautismal del Papa Luna en la iglesia antigua de Peñíscola, el Busto en Bronce de Juan Pablo II o el de Carlos Huelin en piedra, en Almería... 

Uno de los momentos más emotivos de mi carrera artística fue cuando gané el Primer premio del VII simposio Internacional de Escultura de Fines. También tiene una significación muy especial para mí el retablo de El Purgatorio, que pinté para la iglesia de Cantoria.

Paralelamente impartía clases de creación artística para adultos/as y niños/as, e invertí todo el dinero ganado en ese periodo en viajar y en construir el espacio Cortijo del Lugar Viejo con idea de organizar encuentros de creación artística en contacto con la naturaleza. Hacia 2008 tuve una crisis creativa que supuso el replanteamiento de mi trayectoria artística y en consecuencia de mi vida. Esta crisis tenía mucho que ver con la producción de objetos artísticos, había recorrido numerosos museos de arte, pinacotecas, galerías, bienales y ferias de arte por diferentes países y siempre me quedaba la sensación de que había algo de muerte en todo ello. Esos objetos eran los cascarones inertes de un proceso de creación previo fascinante, que para mí es realmente el ARTE, con mayúsculas, no son las obras, sino los procesos... Las obras de arte sostienen además (en parte) un sistema económico en el que no creo, así que decidí centrarme en los procesos y focalicé mi energía en el espacio Cortijo del Lugar Viejo y en experimentar con economías alternativas, así como volcar mi experiencia y conocimientos en ayudar a otras personas a conectar con su propia creatividad, a ser posible en contacto con la Naturaleza. Así comencé un periodo de vida autogestionada, centrada en mis clases y talleres de formación, fomentando el encuentro de grupos en mi casa, así como el trabajo de voluntariado (casi siempre extranjero), cuidando el campo y produciendo los propios alimentos y productos de uso cotidiano, practicando la Permacultura como filosofía de vida, y fomentando actividades como el encuentro mensual del Círculo de Mujeres o la asociación APTC dedicada al Arte y la Permacultura .

En este periodo empecé a formarme como facilitadora de grupos y mediadora de conflictos, para adquirir herramientas útiles en la vida, en los proyectos grupales y en la relación con los/as demás. Como suele pasar, las cosas suceden por algo, y llegan cuando tienen que llegar, y en otoño del 2010 vinieron a visitarme unos amigos de Alemania, que tienen un proyecto de Creación Artística en la Naturaleza en Poggenhagen (Hannover). Quedaron sorprendidos y muy interesados en lo que estaba haciendo en Cantoria y comenzó una colaboración recíproca en la que trabajábamos juntos/as allí y aquí un par de veces al año. Esta colaboración derivó en un hermanamiento que continúa hoy en día y que se está convirtiendo en un proyecto fascinante que espero suponga un activo cultural y turístico para Cantoria y sus gentes.

Entiendo que la biografía de una mujer, que es además madre, no se concibe sin mencionar esta faceta y además en mi caso creo que marca a hierro la persona que soy, y que reivindica  la necesidad que tenemos las mujeres de empoderarnos de nuestros cuerpos, embarazos y crianza. Que condiciona cómo compaginamos todo esto con el resto de nuestras vidas, inmersas en un mundo que nos deja poco espacio para ser mujeres y madres a la vez. Yo tuve a mi hijo en el momento de mi vida en que me sentía preparada para ello. Y lo tuve sin un compañero a mi lado porque estaba bastante descreída de la estructura familiar convencional, que no tengo muy claro que sea la mejor solución o formula vital, al menos para todo el mundo, ya que somos muy diferentes unos/as de otros/as.  

De pasada he mencionado la faceta didáctica en Cantoria con grupos de adultos/as y niños/as, pero quiero poner un poquito más de atención aquí. El Aula de Creación Artística de Cantoria supuso un foco de cultura muy importante para el pueblo, tras 14 años funcionando, surgió un grupo de pintoras aficionadas, que alcanzaron un nivel nada desdeñable y que realizaban obras muy interesantes, exponían sus obras todos los veranos en Cantoria. Pertenecen a  una generación acostumbrada a cuidar a los demás y muy poco acostumbradas a ser cuidadas y a que se valore lo que hacen, fue todo un proceso que ellas mismas entendieran que no estaban realizando una labor artesanal, porque no se pinta con las manos, sino con el corazón y la mente, y que no eran “primorosas” cuando pintaban, sino que estaban llevando a cabo un proceso creativo y artístico intelectual, de mucha calidad e interés. Faltó que el resto de sus vecinos/as lo valoraran. Con los/as niños/as entraba en juego, además de la conexión con la propia creatividad, el aprendizaje de la convivencia grupal y la resolución de sus conflictos de forma pacífica y positiva. Por ambas experiencias no puedo sentir más que agradecimiento, pues fueron auténticos/as maestros/as vitales. Tuve que dejar el Aula de Creación Artística y paralizar el proyecto del Lugar Viejo cuando a raíz de aprobar las oposiciones para ser profesora de secundaria me llamaron para empezar a trabajar de ello. En 2015 di el salto de vértigo de salir de mi hogar y del taller para empezar a trabajar en institutos, era un buen momento para mí y especialmente para mi hijo, que ya empezaba la primaria, pero tuve que prepararme mucho para ese cambio porque mi apego por Cantoria, Capanas y mi casa-taller era muy grande.

Desde el año 2018 he retomado además los proyectos escultóricos y he realizado la que es la obra más importante de mi vida, hasta ahora, Libélula, que está ubicada en una rotonda de entrada al pueblo de Cantoria. Se trata de una escultura en bronce sobre una peana esférica de mármol blanco, rodeada de un jardín de plantas aromáticas que dibujan un mándala. Esta obra es un Monumento a la Mujer, tiene un poco de todo lo que significa para mí ser mujer en nuestra sociedad pero también a nivel íntimo, lo aprendido de las mujeres de Cantoria con las que compartí tantos momentos maravillosos pintando, y la energía femenina que rezuma la tierra del Almanzora y Los Filabres. También se entrelaza de manera mágica con el retablo del Purgatorio que pinté para la iglesia de Cantoria.

En la actualidad, estoy desarrollando un nuevo proyecto de escultura monumental que se inaugurará el próximo otoño, lo estoy haciendo en mi taller del Lugar Viejo y es un regalo de la vida volver a crear allí.

Clara en el proceso de creación del monumento al ferrocarril de Baza. 

Monumento a Juan Pablo II. Se trata de un busto de 432 kilos conmemorativo de Juan Pablo II que está realizado en bronce, insertado en una peana de mármol.

Su última obra, "Nota Semilla" en honor al maestro Julio Lizarte y que se sitúa en la plaza recientemente renombrada también con el nombre del que fue fundador y director de la Agrupación Musical de Cantoria. Una nota musical (semicorchea) que surge de una semilla, como alegoría de la herencia musical de tan ilustre maestro legó a Cantoria. Colección: Decarrillo

Un lugar al que volver...

En resumen, Cantoria y especialmente el entorno natural que la rodea han sido el escenario de experiencias que me han marcado profundamente y me han convertido en quien soy. Así que, cada vez que un problema o preocupación cotidiana me ronda, cierro los ojos y me imagino con noventaymuuuuchos años sentada en mi butaca , bajo la sombra del Alatonero Abuelo que cuida día y noche del Lugar Viejo.

Clara con sus padres y su hijo en su cortijo del Lugar Viejo en Capanas. Colección: Decarrillo

Proceso de creación de la Libérula

La Libérula es un monumento a la mujer, todo lo que significa ser mujer en nuestra sociedad y también a nivel íntimo, donde se ha plasmado esperiencias vividas con sus alumnas de los talleres de Pintura de Cantoria y en general, la energía femenina que rezuma la tierra del Almanzora y los Filabres.