Teatro Saavedra

Su Fundador, Vicente Giménez Saavedra

Don Vicente Giménez Saavedra, fue abogado, colaborador de varios periódicos, político (llegó a ser alcalde de Cantoria entre 1931 - 1934 y diputado provincial). La fortuna de don Vicente le venía de la herencia de sus padres, con fincas rústicas y demás propiedades repartidas por todo el término municipal de Cantoria. Era el hijo menor (le precedían dos hermanas) de D. Vicente Giménez Fernández y D. Carmen Saavedra. don Vicente, dotado de una gran sensibilidad artística fue mecenas del arte y la cultura en Cantoria (como recuerda Baltasar Fernández cuando donó a la Bada de Música las partituras para banda del sitio de Zaragoza, Leyenda de los bosques de Viena, la leyenda del beso, el señor Nicomedes… aunque algunas no se pudieron representar por falta de instrumentos) decidió en 1926 construir el Teatro Saavedra según consta en una placa de mármol que hay en su fachada lateral, encima de una de sus puertas de salida y que dice textualmente: “Este teatro fue construido en el año 1926 a expensas de don. Vicente Giménez Saavedra”. En aquel momento don. 

Vicente era el promotor y actor en una compañía de aficionados que llegó a alcanzar gran prestigio en la provincia y donde conoció a la que luego sería su mujer doña Patroncio Fornovi. Entre sus miembros destacaban Avelino Fernández, Enrique y José Fornovi, Patrocinio Fernández, Patrocinio Fornovi, entre otros. Esta compañía actuó muchas veces con gran éxito en el Teatro de su promotor. También llegaron a ser famosas sus comparsas de carnaval con coros de zarzuela y que llenaban el teatro hasta la bandera.

Don Vicente consiguió poner en el mapa cultural nacional a Cantoria dotándola de una personalidad propia y para ello no escatimó en medios. Este pueblo se convirtió en parada obligada para las mejores compañías de teatro del país. Para su inauguración contrataron a la gran María Guerrero que en ese momento estaba en todo su esplendor artístico y eso sólo fue el principio, porque hasta la muerte de don Vicente en 1948 a una edad temprana, no dejaron de venir las principales compañías que él contrataba directamente y que representaban comedias, revistas, dramas, etc. Toda una revolución teniendo en cuenta que la diversión y el entretenimiento en aquella época en que aún no existía la televisión se reducían a las fiestas patronales y alguna que otra verbena. También ayudó las buenas comunicaciones que para la época tenía Cantoria con Murcia y Granada, con la estación de ferrocarril a menos de 600 metros del teatro, con parada del autobús diaria, etc.

D. Vicente Giménez y su mujer D. Patrocinio Fornovi. Colección: Encarnita Jiménez

D. Carmen Saavedra Fajardo, madre de D. Vicente. Colección: Familia López

Construcción del Teatro

Para su construcción se utilizó el solar de un antiguo horno propiedad de la familia. En un principio se contaba con un solar contiguo (edificio de la farmacia) pero su propietario, D. Agapito Sánchez Pérez en último momento se negó a venderlo cuando el trato estaba casi cerrado, por eso se explica sus reducidas dimensiones. Pero a pesar de eso fue el ejemplo más esplendoroso de todos los pueblos de la provincia de Almería a excepción de Cuevas del Almanzora. El edificio es de planta rectangular y de estilo neoclásico tardío según el gusto de la época. Dotado de tres puertas en su fachada principal (Calle Romero, 16), y otras tres en su lateral (calle Ermita) una para los camerinos y dos de salida en cumplimiento de la normativa en materia de locales públicos.

El edificio se diseñó no solo para teatro, sino para también para cine asegurando su funcionamiento gracias a la autonomía de electricidad de un grupo generador de la marca inglesa Berkley que D. Vicente instaló en la parte trasera de su casa (actual cochera de la casa de los herederos de Juan Pastor) con una línea hasta el Teatro. En aquellos años Cantoria recibía un pésimo suministro eléctrico de una central de Bayarque.

Contaba con un escenario con Proscenio (borde del escenario que llega hasta donde cae el telón) donde había instalado una batería de candilejas y en el centro la concha del apuntador tapizada en terciopelo rojo a juego con el menaje del telón. Debajo del proscenio que era voladizo se situaba un pequeño foso para orquesta con piano al centro. La encargada de tocar el piano era D. Carmen López Giménez, sobrina de D. Vicente.

El patio de butacas estaba formado por tres pasillos, 14 filas con 16 butacas cada una en bloques de 4 atornillados al suelo. Las filas pares a la derecha (del 2 al 16) y las nones a la izquierda (del 1 al 15). Las butacas eran de madera y muy cómodas para la época. Cuando había gran afluencia de público se instalaban en el pasillo unas butacas abatibles a juego con el resto.

Su promotor no escatimó en gastos, además lo equipó con tres ventiladores, extintores, pararrayos, aseos, etc.

Muerte de D. Vicente

D. Vicente se había casado con D. Patrocinio Fornovi en la década de los 30 y no tuvieron hijos. Murió joven, en 1948 y su herencia pasó a sus sobrinos, pero en el caso del teatro la viuda recibió el usufructo. Antonio López Giménez, farmacéutico, era el sobrino favorito de D. Vicente y éste lo favoreció en la herencia. Le dejó el 50% de la propiedad y el otro 50% al resto de hermanos, Beatriz, Carmen, Juan, María Joaquina y Adolfo. Juan médico de profesión, murió joven, apenas rebasados los treinta años. Lógicamente, su parte fue a parar a sus hermanos. Sin embargo, nunca se pudo disfrutar de la propiedad del teatro, pues, como hemos dicho anteriormente la viuda gozaba del usufructo, y alcanzó una edad muy avanzada. De manera que, a efectos prácticos y de rendimiento, la propietaria era ella... Para su mejor rendimiento, D. Patrocinio arrendó el teatro varias veces destacando la gran etapa de Juan Jiménez Tijeras que ya conocía sobradamente el funcionamiento y mantenimiento del negocio (al principio de esta nueva etapa tenía como socio a Ignacio Jiménez Fernández).

Panteón de la familia de D. Vicente en el Cementerio Municipal. Imagen: Decarrillo

Juan Tijeras, el alma-mater del Teatro

El mantenimiento del teatro siempre la llevó Juan Tijeras, un manitas en toda regla con una gran inteligencia natural para amoldarse a cualquier oficio y basta como ejemplo la maquina de cine; este hombre hizo aquel artefacto preparado para el cine mudo funcionara como cine sonoro, luego como cine de pantalla panorámica y después cinemascope, ante el asombro y estupor de los técnicos cinematográficos que no conocían su buen hacer.

En la época estival se utilizaba la Plaza López Miras como cine de verano. Las butacas se sacaban del teatro, el telón que servía de pantalla se colgaba en la pared de la iglesia, se tapaba el callejón de la iglesia y en la barandilla de la plaza que daba a la calle de la plaza se ponía un cañizo.

Juan Jiménez Tijeras con su hija Encarnita. Colección: Encarnita Jiménez

Reseña del Teatro Saavedra en el Anuario del Cine Español de 1956 

El ocaso de un sueño

La decadencia del teatro vino a principios de los 70, ante el avance de la televisión como principal medio de entretenimiento, la radio y la disminución de la población debido a la fuerte emigración a la que Cantoria estuvo sometida durante todo el régimen franquista. Hasta su cierre casi definitivo a finales de los ochenta en que solo se utilizaba para alguna actuación escolar.

Venta del Teatro:

A mediados de los 80 el Ayuntamiento de Cantoria creó una comisión para negociar con los propietarios la posibilidad de que el local pasara a manos del municipio. D. Antonio López acogió bien la idea y habló con sus hermanos y con D. Patrocinio, a los cuales logró convencer. Se llegó a un acuerdo, y siempre con la idea de favorecer al pueblo, y de que el teatro quedara para siempre en manos de los cantorianos, y no como hubiera sido fácil que ocurriera, en manos de algún constructor que lo hubiera derribado para hacer pisos. El inmueble se vendió al ayuntamiento por un precio casi simbólico (5 millones de pesetas), más que nada por puro formalismo.

Reformas del Teatro:

Una vez propiedad del Ayuntamiento fue la Consejería de Obras Públicas que se hizo cago de su reconstrucción y puesta en valor respetando su forma, estilo y esencia. La obra le costó unos 125 millones de pesetas y una vez finalizada la reforma se cedió al Ayuntamiento gracias a las gestiones de su alcalde D. Miguel Aránega Soto. En este periodo de reformas se perdieron muchas cosas de valor, como su telón de terciopelo, sus ricos decorados de grandes dimensiones acoplados a la medida del escenario, las iniciales TS bordadas en oro de mas de medio metro cada una en el centro del telón, los mecanismos de sonido y la máquina de cine de la marca ROA con una chimenea para los humos porque funcionaba con carbones de proyección de alto voltaje digna de los mejores museos.

El Teatro en la Actualidad:

La utilidad que se le da al teatro es más bien escasa, alguna película subvencionada por diputación, obras de teatro para las fiestas, alguna actividad cultural o política, festivales del colegio o el instituto, recitales de la banda de música, etc.

Fachada e interior del Teatro en la actualidad. Colección: Decarrillo

El bienvenido  a la casa de los desesperados, una obra original escrita por los alumnos de D. Ana María y aunque en la foto no se aprecia, en el cntro hay una sartén de migas. De derecha a izquierda, Josefa, Ulpiana, Isabel Marín, Patrón, Marí Ángeles y Josefina Capel. Imágen: Josefa Carreño

Representación de la obra El médico a palos, que es una comedia-farsa de Molière en tres actos en prosa, representada por primera vez el 6 de agosto de 1666 en el Teatro del Palacio Real. Molière, que estaba enfermo al escribir esta obra, hace patente en ella su desprecio por la medicina. Imagen: Manuel Alcázar

Anecdotario

Durante la guerra civil llegó al pueblo una familia de artistas procedentes de Alicante donde eran muy conocidos en todo el levante español por sus espectáculos de variedades, cosechando desde hacía años muchos éxitos. Estaba compuesta por un matrimonio con dos hijos. El cabeza de familia era de origen italiano y su nombre artístico era Aretino, hombre que, en las veces que trabajaba solo, presentaba una compañía de varietés de lo más variado, siendo un innovador del transformismo. Su esposa era Lolita Navarro cantante con una portensosa voz para la zarzuela, su hija Aretinita, cantante y bailarina, conocida como la muñeca del varieté y su hijo Germán. Esta compañía vino para una función en julio del 36, pillándoles el levantamiento militar en Cantoria. Se quedaron hasta octubre de ese año ya que gustaron tanto y tenían un repertorio tan extenso y aunque repitieran nunca lo hacían igual y la gente no se cansaba de verlos y oírlos. 

Se hicieron tan populares y queridos por la gente del pueblo que hasta Aretinita hizo el saque de honor el el partido que jugó el Cantoria contra el Caniles el 12 de julio del 36. Cuando se marcharon, cuentan los mayores que mucha gente, en especial jóvenes, fueron a despedirlos a la estación al grito de ¡vuelve aretinita, vuelve!

Un hecho que dio origen al mejor y más ocurrente espectáculo que esta compañía hizo en Cantoria fue una ocurrencia de Aretino en una actuación al decirle a otro artista que estaba más triste que el bigote de Agapito Sánchez. Este vivía junto al teatro y no debió de gustarle nada la comparación porque esa noche, al pasar por la puerta de su casa, Agapito le arrojó un cubo de agua desde el balcón. A la noche siguiente se presentó Aretino en el teatro, pero no entró por la puerta de los camerinos, sino por la principal, entro en la sala de butacas por el pasillo central cubriéndose con un paraguas y con el gesto de la mano extendida con la palma hacia abajo y como mirando al cielo por si llovía. Y de esta guisa sin hacer el más mínimo comentario, se dirigió a los camerinos. Esa noche el público, que estaba al corriente de lo ocurrido, se vino abajo en aplausos.

Canción de Aretino:

Yo con mi canoa iba paseando

cuando de repente se paró el motor

y una señorita que me acompañaba

al ver los chispazos se desmayó.

Yo le vi.… tarara y le toqué… tarará.

Y con ella en brazos con tanto calor,

yo echaba chispas como el motor.

Yo le vi… tarara y le toqué… tarará.

cuando regresemos de aquel paseíto

y desembarcamos llegó la mamá,

que al ver su hijita algo demacrada

toda preocupada me fue a preguntar,

y yo le dije, -señora, no se preocupe usted,

que si hay avería yo la repararé-.

Díptico de la canción de Aretinita ¿Que castigo te mereces?

Publicidad del Luna Park de Murcia en 1932 donde comparten cartel con otros artistas la familia de Aretino. Diario Independiente del 12 de julio de 1932

Noticia del Diario Republicano el Luchador de Alicante sobre el éxito de la compañía de variedades de Aretino

Compañías de aficionados

Varias han sido las compañías de aficionados que ha contado Cantoria con mas o menos fortuna, como la que se creó en la década de los 50 con Pedro Fernández, Isabel y Encarnación Zapata entre otros y que duró poco tiempo o la más cercana en el tiempo, Argantaria.

Compañía de Teatro Argantaria

Esta formación nació en el seno de un taller de teatro en los primeros años de la década de los noventa. Lo que surgió como una actividad cultural más, auspiciada por el Ayuntamiento de Cantoria en colaboración con la Diputación Provincial, para potenciar la cultura en el municipio y dar vida al recién restaurado teatro, pronto se convirtió en algo diferente. El taller fue un éxito, consiguió atraer y unir a bastantes personas aficionadas al género, en un pueblo con larga tradición por este arte, como demuestra la existencia del Teatro Saavedra desde los años 20.

Los interesados fueron tantos que se formaron dos grupos: uno de jóvenes estudiantes, y otro de menos jóvenes. Ambos empezaron su andadura juntos, pero, tras el estreno de las primeras obras, Julieta tuvo un desliz, La venganza de la Petra, sainetes, y El tonto es un sabio, los dos grupos iniciaron diferentes caminos.

El de los jóvenes se escindió. Algunos de ellos pasaron al grupo de los mayores, y otros abandonaron para continuar sus estudios o iniciar una trayectoria profesional fuera del pueblo, incluso uno de ellos, excelente actor, decidió  marchar a Madrid para probar suerte en la Escuela de Arte Dramático y allí sigue, cosechando éxitos con su propio grupo de teatro.

El de los mayores, continuó unos años más, preparando excelentes comedias desde aquel Tonto es un sabio, que cosechó tantos éxitos, entre otros el premio al mejor actor para Pedro Berbel del Águila en el Festival Nacional de Teatro de Albox. El grupo, que se había especializado en comedia, pronto se incluyó en el PACA  (Proyecto Andaluz de Cultura Almeriense) que le sirvió de trampolín para representar sus obras en la mayoría de los pueblos de la provincia, y para incentivar la preparación de nuevos trabajos cada año.

En verano sobre todo, se convertían en “los cómicos de la legua”, viajando de un lado a otro. La agenda se llenaba de fechas y lugares, y apenas había tiempo para el descanso estival. Hasta grandes teatros como el anfiteatro de Cuevas del Almanzora, o el Teatro Dengra de Baza, o hasta pequeñitas plazas de nuestra geografía almeriense llegaban con su humor y alegría llenando las calurosas noches de verano de risas y arte.

Cuántas anécdotas quedaron entre aquellos bártulos transportados en la vieja furgoneta azul. Los nervios ante cada estreno, las risas frente a los contratiempos, las prisas para montar los escenarios adaptándolos a cualquier espacio y lugar, las charlas, las comidas, los encuentros, los lugares que se descubrían... la vida en fin, errante y divertida de aquellos cantorianos que jugaban a ser titiriteros. Son muchos y buenos momentos que se vivieron y se siguen viviendo gracias a nuestro amor por la farándula.

Representación de la Venganza de la Petra y Julieta tiene un desliz, respectivamente, por parte del grupo de teatro Argantaira. Colección: Ana Guerrero y Roberto Granero.