La Cultura del Agua

Pedro Sánchez Contreras

Presentación

El agua siempre ha estado ligada a nuestra  existencia y a determinado de una forma u otra la vida y costumbres de la cultura. Ya en la lejana época del Paleolítico el hombre buscaba la ubicación de sus asentamientos en lugares altos y protegidos por las oquedades de las rocas, pero a su vez cercanos a una fuente de oro líquido. Así, en el Neolítico se situaban a la orilla de los ríos y en zonas donde se pudiese cultivar y los primeros animales domésticos abrevaran.

La preocupación por el agua y su aprovechamiento está unida a todos los pobladores del sureste español, o sea a todos esos pueblos y civilizaciones que han pasado por nuestras tierras antes que nosotros y que han cogido entre sus manos los terrones para estrujarlos y mirando al cielo han pensado que hacer para que la fertilidad del suelo nos diese productos la mayor parte del año.

Cogimos la gran influencia del pueblo romano que sabía construir acueductos que llevaban el agua para abastecer a las ciudades y los árabes que desarrollaban acequias e ingeniaron formas para  extraer el agua y buscar entre las arenas esas bolsas de vida que se convertían en fuentes y caños que manaban esperanza por sus bocas.

Cualquiera de nuestros antepasados entendía el lenguaje del agua como una parte más de su cuerpo, como una prolongación de sus sentidos que afilaba entre parás y tablachos para sacar provecho de las horas a las que tenías derecho porque las agrietadas tierras pedían beber un poco más en las duras y largas jornadas veraniegas.

Vamos a hacer un pequeño repaso entre cañares, cimbras y zanjas para que los mayores nos digan que saben mucho más de lo que aquí ponemos, pero nosotros necesitamos recordar lo poco que sabemos para que no caiga en el olvido y a su vez motivar a todos aquellos para completar este sencillo articulo con datos inolvidables.

Crecida del río después de una tormenta en la cabecera del Almanzora en agosto de 2018. Colección: Decarrillo

Desbordamiento de la rambla de Partaloa a su paso por la Hojilla de Cantoria. Colección: Lolina Linares

Un hombre carga un cántaro junto a un riachuelo que desemboca en el Almanzora, mientras sujeta a su burro, cargado con alforjas de esparto. Sobre un pequeño promontorio, un adolescente y un niño esperan. Año 1900. Legado Gustavo Gillman

Rueda de Alcantarilla sobre la acequia mayor Alquibla. En la imagen, la rueda en funcionamiento. 1905. Legado Gustavo Gillman

Noria de la huerta de Ruano, en Águilas,. En primer término una gran balsa y, al fondo, mujeres lavando ropa en un lavadero que vierte al estanque y la noria de sangre movida por una mula. 1906. Legado Gustavo Gillman

Las galerías drenantes. Las Cimbras y las Zanjas

El desarrollo de las sociedades mediterráneas a lo largo de la historia ha estado ligado al uso y gestión del agua. Las condiciones geográficas del área han hecho de ella un bien escaso cuyo control ha sido uno de los objetivos prioritarios de las comunidades que aquí se han asentado. Las estrategias empleadas en espacios condicionados por la escasez hídrica dieron como resultado la consolidación de un conjunto de técnicas para el control del agua, que han modificado completamente los ecosistemas y el paisaje natural.

Pero cuando la disponibilidad de aguas superficiales es nula o escasa por la irregularidad de los aportes, las comunidades han tenido que hacer uso de las subterráneas y subálveas existentes, utilizando la técnica de las galerías drenantes.

Una galería drenante es un túnel que se abre por debajo de la superficie terrestre, cuya suave pendiente permite la captación y extracción al exterior, por la acción de la gravedad, de las aguas freáticas desde los acuíferos más superficiales o colgados.

Tanto las cimbras como las zanjas son la tipología de galerías drenantes más representativas de la provincia de Almería, por su abundancia y por su importancia

Las cimbras

Son un tipo singular de galería drenante. Además de captar las aguas subálveas de los acuíferos más superficiales, ubicados en los depósitos sedimentarios aluviales, se comportan como galerías filtrantes; es decir, a través de sus hastiales o paredes y cubierta rezuman las aguas que se infiltran desde la superficie, en periodos de crecida o de abundantes precipitaciones. Así, estas captaciones se ubican bajo las arenas y gravas de los cauces de ríos, ramblas y barrancos.

El túnel de la cimbra puede ser con techo abovedado o bien con techo adintelado. Generalmente, aquellas cimbras con techo adintelado son de dimensiones (altura y anchura) menores que las abovedadas.

El interior de la cimbra, cuando los materiales que atraviesa ésta son muy deleznables (arenas aluviales), ha de ser entibado. Para ello se utiliza la madera y la piedra seca, en aquellas cimbras más modestas y por tanto de dimensiones (altura y anchura) más reducidas (Fuente Parrona en Adra, Cimbra del Matorno en Zurgena, Fuente de Fatabla en Abla, Fuente Galindo en las Tres Villas, Fuente del Cocón en Oria, etc), la mampostería (Fuente de Pechina, Fuente del Estrecho en Taberno, etc.) y finalmente, la piedra labrada y piezas de hormigón en aquellas cimbras de mayor entidad.

Las zanjas

Son una variedad de cimbras cuyo rasgo definitorio es que han sido construidas a cielo abierto. Su origen está en la captación de aguas muy someras del subálveo de un cauce. Las zanjas han sido abiertas hasta alcanzar el nivel freático, con una sección rectangular o trapezoidal. Al igual que las cimbras la solera o piso de la zanja tiene una pendiente muy suave para que el agua mane por gravedad al exterior, y los hastiales o paredes están entibados de piedra o no dependiendo de la estabilidad de las arenas.

Las dimensiones internas de la galería que queda son muy pequeñas (1,20 metros de alto por unos 70 cm de ancho), lo que hace difícil las tareas de limpieza.

Cuando se hace necesaria su limpieza interna el procedimiento seguido consiste en la apertura de un agujero en los materiales del lecho y levantamiento de una de las losas que forman el dintel del techo, para acceder a la galería. Ejemplos de zanjas son: la Zanja en Purchena, Fuente del Ángel en Oria, Zanja de Gachasmigas, Zanja de la Huerta de Judas, Zanja de los Vaqueros y Zanja de la Hoya Alta en Cantoria.

Captación de agua mediante Azud

Sección de una galería subterránea construida bajo el lecho de una rambla donde el agua es captada y encauzada hacia la balsa o zona de riego

Cimbra del Púlpito en la barriada del mismo nombre. Colección: Decarrillo 

Aportación de la cultura musulmana

Los árabes que habían asimilado una amplia cultura en tierras orientales, importaron ese arte de trabajar y convivir en suelo hispano. Nacidos en tierras áridas, comprendieron la necesidad de aprovechar al máximo la gota de agua caída del cielo, hasta convertir auténticos desiertos en zonas fértiles.

No se contentaron con aprovechar el agua superficial de nuestros ríos, todo lo contrario, buscaron el agua subterránea y la elevaron hasta la superficie de la tierra, para regar sus cultivos. Uno de los mayores logros conseguidos en los sistemas de riego, está en la captación del agua subterránea que circula por las esponjosas arenas del río Almanzora.

Una vez acabada la galería en terreno firme de lecho del río, la cimbra se aparta de la ribera y comienza su andadura cruzando el río a lo ancho y largo de él, en una longitud que varía según los casos, entre 500, 1000, a más metros según los casos. Este tramo, a una profundidad de 3 a 4 metros hasta tener como base las margas del lecho del río. La construcción es muy sencilla en la actualidad, pero costosa en aquella época con los métodos rudimentarios y la poca tecnología. Dos muros de piedra seca sirven de cañón y como tapadera de la galería o cubierta, losas finas y anchas cubren el techo de la cimbra. El objeto de construir con piedra seca sin argamasa de cal, es la base de muchas cimbras que podemos encontrar en Arboleas. Cuando el agua que circula por la esponjosa arena del río penetra en la cimbra, esta se llena de agua y corre cimbra abajo. La sobrante sale por los espacios entre las piedras del muro y sigue río abajo hasta ser captada por otra cimbra inferior.

Los árabes distribuyeron el agua, comenzando por la cabeza de la huerta, hasta acabar una tanda de x días. Algunas cimbras tienen que regar dos huertas. Se empezaba a arreglar el primer bancal de la primera huerta, hasta acabar la tanda. De ahí pasaba a la segunda huerta hasta finalizar su tanda. Vuelta a la primera huerta y se empezaba a regar donde se dejó el tajo en la anterior tanda. Con este método todas las fincas recibían la misma cantidad de agua. Al no disponer de reloj, las tandas se contaban por días y desde la salida del sol, o la puesta.

En la actualidad cada huerta tiene un número de días de riego que se reparten por las fincas en horas y minutos según los celemines de tierra de cada parcela. (Un celemín es igual 251,5 metros cuadrados). El agua es propiedad de los dueños de las fincas, que pueden vender una o todas las tandas de su agua. También pueden vender su agua en propiedad a otros vecinos de parcelas, quedando su finca de secano para regar cuando sobra el agua en la huerta.

Los árabes profundizaron aun más en la cultura del agua, aprovechando las infraestructuras romanas, circunstancia ésta que hace extremadamente complicado fechar algunas obras hidráulicas.

 En Murcia, como en todos los lugares en los que se asentaron los romanos, las primeras obras de cierta envergadura relacionadas con el riego estuvieron realizadas por ellos. Fueron los primeros que organizaron las tierras en la región para procurarles un riego intensivo, preparándolas para hacerlas especialmente productivas en cada fase del proceso agrícola.

Los dos sistemas de regadío tradicionales todavía vigentes en la actualidad provienen de la época musulmana, además de las canalizaciones del agua ó acequias, por las que corría el agua de los ríos o de los manantiales, sirviéndose de los desniveles del suelo. En la utilización de las aguas fluviales emplearon los azudes o presas, y los alquezares o cortes.

Para sacar el agua de pozos, fuentes, manantiales, o ríos se utilizaron diversos medios: la polea, el torno de mano horizontal, el cigüeñal y las ruedas elevadoras.

Para captar aguas subterráneas se utilizaron pozos y, quizá lo más conocido y relevante de las canalizaciones de agua en el mundo árabe, el famoso qanä que consiste, básicamente, en unas galerías subterráneas, perforadas aplicando técnicas de origen oriental, por las que se conduce el agua desde un pozo madre que la capta desde las capas freáticas y que está provista de unos respiraderos o pozos de ventilación cada cierta distancia.

Boca de acceso a una fuente en la rambla de los Morillas. Colección: Decarrillo

Recogida del agua debajo de las arenas de la Rambla de Nogalte para trasladarla a los caños y a la fuente.

Las situaciones en el Almanzora

La realización de una galería es una tarea de envergadura que requiere la colaboración de todos los propietarios afectados, el empleo de sus bestias, la contratación de mineros y la compra de abundante cal. El éxito de la obra exige la dirección de un especialista con conocimientos hidrogeológicos y constructivos: un minero, que con la ayuda de uno o varios zahoríes localizarán corriente de agua o la zona de saturación freática y decidirán la profundidad y el trazado de la conducción subterránea. Una vez comprobado el caudal se aborda la construcción de la galería, que, dependiendo del terreno que atraviese, puede llevar encimbrado de obra o simplemente se practicará la galería.

El agua captada es encauzada hacia la balsa o zona de riego.

El mantenimiento periódico consiste en realizar las limpias, es decir, cortar las raíces que se introducen a través del empedrado de la galería buscando la corriente de agua y que llegan a obstaculizarla ocupando la parte impermeabilizada del lecho, formando lo que se denomina como madeja. La tarea es comunal, dividiéndose los comuneros en cuadrillas y se realiza en el estío cuando escasea el agua y finaliza el ciclo agrícola.

No vamos a profundizar en los sistemas hidráulicos de Cantoria -cuestión que se aborda en otro capítulo-, solamente mencionar que Cantoria se beneficia del río Almanzora y del Arroyo Albanchez; de las ramblas Arcas, Torrobra, Capanas, Montesinos, Palma, Hojilla, Colorada y Lentisco. Hemos podido localizar, sólo en torno a la actual población de Cantoria, cuatro cimbras de trinchera -(tres todavía funcionan), aunque también existen indicios de una galería. Captaciones superficiales como boqueras. Fuentes como la del Moral y la de la Balsa. El libro de Apeo menciona una cantidad ingente de acequias en función de los pagos de riego. El libro de Apeo menciona dos molinos en Cantoria.

La producción agraria más importante se daba en los distintos pagos, pero existían otros espacios muy característicos además de las vertientes de las ramblas o las laderas aterrazadas: se trata de la arboleja -pequeñas piezas de labor que se ganan al río junto a la ribera, en los meandros-, se menciona la Argualeja de Cantoria. El otro sistema es el marchal -cortijo en zona montañosa con terreno de regadío-, hemos tenido la oportunidad de documentar numerosos casos en la Taha de Almejíjar (Felix, Enix y Vícar). En Cantoria se mencionan tres: Fadalmarchar, Algaida y el Machar.

El funcionamiento de la Tahona es muy sencillo. Se sumerge la parte A en el agua y una vez llena, se inclina la parte B hacia el suelo. Entonces el agua que está en la caja de la parte A, pasa a la zona C y cae por la B hasta llegar a la tierra y regar. Esta acción se repite tantas veces sea necesario hasta regar el campo.

Bibliografía


La Fuente del Caño se sitúa a pocos metros del casco urbano, en la rambla del mismo nombre, cerca del camino antiguo de Cantoria a Albox. Era la fuente principal, junto con la de las Mateas, que surtía a la población de agua potable hasta la puesta en funcionamiento de los pozos. Posteriormente, un kilómetro más arriba, se habilitó una zona como vertedero de basuras, escombros y desechos del mármol, contaminando los acuíferos. Colección: Decarrillo