Eduardo Fernández Muñoz

Por María José Fernández González-Conejero

Eduardo Fernández ejerció gran parte de su carrera profesional en el hospital Arrixaca de Murcia.

Preámbulo

Hace unos meses, me pidieron de “Piedra Yllora” que escribiera unas líneas con la biografía de mi padre: Eduardo Fernández Muñoz, hijo adoptivo de Cantoria y sin duda, excelente embajador de esta tierra, pues desde siempre ha puesto a Cantoria, sus gentes e historias en el mapa por allá por donde ha ido.

Y es tal su amor por esta tierra que, durante este tiempo, he ido conversando con él para que me contara lo que para él ha sido más significativo en su vida y algunas de las historias relacionadas con Cantoria. Es por eso, que, en muchas partes de este artículo, utilizo la primera persona ya que he intentado transcribir parte de estas conversaciones.

Primeros años

Vine al mundo en Granada en 1942, pues mis padres, Alejo y Gloria residieron allí durante 40 años. Mi padre era de Cantoria y se trasladó a dicha ciudad a estudiar la carrera de Derecho, de la que se licenció, aunque no la ejerció pues se dedicó a la industria, montando una fábrica de elaboración de azúcar (los clásicos cortadillos de entonces y que todavía perduran, compartiendo su consumo junto con los sobres de azúcar en polvo).

Todos los veranos veníamos a Cantoria a pasar una temporada, que, para mí, un niño, eran inolvidables, el pasar de la ciudad al campo, aunque entonces debido a mi edad visitaba poco el pueblo, pues vivíamos en el Huerto del Administrador. Un recuerdo de entonces, es que venía a jugar conmigo, Julio “el Calores” y que en la juventud emigró a Barcelona.

La vida en el Huerto debido a mi edad y la numerosa cantidad de gente, entre padres, hermanos, sobrinos y demás familia, era idílica (todo lo relativo a la familia viene relatado en la Biografía de Trinidad Fernández, su abuelo paterno, y también en la Saga de los Alejandros, publicados ambos en esta misma página).

Cuando tenía 12 años, mi padre se jubiló y decidieron venir a vivir a Cantoria, pero ya la vivienda que ocuparon fue en la Calle del Álamo nº 30, cuyo primer propietario y diseñador fue mi abuelo Trinidad (el armazón y una parte reducida creo que la realizo un sacerdote natural de Albanchez), y que heredó mi padre. Me integre en el pueblo, pues venia en el verano, Navidad y Semana Santa, pues estaba estudiando el Bachillerato en Murcia y la carrera de Medicina en Madrid, aunque de esto hablaremos más adelante.

De estos años recuerdo los entretenimientos que teníamos, distintos a los actuales pues entonces no existían los artilugios electrónicos de ahora. Formábamos un grupo de amigos que ha seguido la relación a través del tiempo, hasta el momento actual, aunque ya han desaparecido de este mundo algunos. No menciono los nombres de los componentes de este conjunto de amigos por si me dejo alguno en el tintero”.

Una de las primeras imágenes de Eduardo realizada en un estudio en Granada.

Cantoria, punto de encuentro...

Sin duda, el gran vínculo que Eduardo ha tenido durante toda su vida con sus amigos de Cantoria ha supuesto que, pese a que muchos vivan en otras ciudades, el pueblo haya sido el punto de reunión, el lugar asociado a momentos felices de infancia, juventud, madurez... momentos que han sido motor para retornar una y otra vez, forjando una amistad que ha perdurado toda la vida.

Pero Cantoria no ha sido un sitio especial solo para Eduardo pues, desde siempre todos mis tíos (Gloria, Lola, Trino, Jesús...) hablaban con cariño y añoranza de los momentos vividos aquí.

Continuando con rememoranzas de la época infantil en Cantoria, mi padre me contaba:

Eduardo junto a la casa que fue de sus padres en Cantoria, en la calle Álamo. Colección: Decarrillo

Infancia y juventud

Mencionare algunos de estos juegos o entretenimientos: Ejército con caballos que eran cañas (hubo uno que le dijo a su padre que como hacia muchas guardias, que a ver si lo ascendíamos a cabo, y su progenitor tuvo el buen humor de comentarle a mi padre en el Casino, la petición de su hijo).

Casi todos los días subíamos a la Piedra del Lugar Viejo y al Cerro del Castillo. Como anécdota recuerdo que tres amigos con 12 o 13 años se fueron a fumar por primera vez a este lugar, y consumieron un paquete de una marca de entonces, llamada Ideales que contenía 18, por lo que tocaron a 6 cada uno, y la consecuencia es que al día siguiente estaban los tres enfermos.

Era una época feliz y sin preocupaciones. Ya en la juventud la diversión era recorrer todos los pueblos en sus fiestas, bailando todo lo que nos permitieran las chicas del lugar y asistentes. Pareciamos como las arcas del turrón que llevaban los que ponían puestos de dulces e iban de fiesta en fiesta (la gran mayoría de estos llamados turroneros, aunque vendían otro tipo de dulces, eran de Cantoria).

Todos estos años me integre en la idiosincrasia y costumbres del pueblo, tratando a todo tipo de personas, muchas curiosas que eran un santo y seña del lugar, y entre ellos citaré a los que recuerdo como son: Paco el Tatati, Antonio el Mudo, el Manco, el Gitano, el Grajo, el Hurón, Juanico el del Cine (era el primero en sacar la entrada y se enfadaba si le decían que no había cine), el Tío de las Patas Liadas (tenia amputadas las dos piernas y las llevaba liadas con unos trapos y se los quitaba en la puerta de la Iglesia, quedando al aire libre, y así producir compasión y que le dieran limosna), el Tortas, el Chimeneas...

Los años adolescentes viví las primeras fiestas de San Cayetano en la Ermita, creadas por un iluminado llamado Luijuan, al que reivindique en mi primer pregón de fiestas en 1989 y voy a contar de nuevo una anécdota sobre ellas y que tiene que ver con la creación de la fiesta, que me contó una persona ya fallecida: era una confidencia que le hizo Luis Juan (véase biografía) sobre la revelación en un sueño, donde San Cayetano le manifestó que hiciera lo posible por adecentar la Ermita y sus alrededores, y aunque era un  Santo modesto, también quería algunos honores como su compadre San Antón. Ya no podemos corroborar este relato por la ausencia del actor y del relator (que podía haber inventado la historia, y como es bonita y no perjudica a nadie, podemos darle el beneficio de la duda y darlo, por cierto)

Se celebró durante unos años en la Ermita, y por motivos no bien justificados se bajó a la Plaza, y para mi opinión perdió su encanto, aunque ha sido un acierto el trasladarla a su actual enclave en el recinto de la antigua Estación, ya que ha ganado en espacio y ha dado sosiego a los habitantes no festeros, al quitar el ruido de la música del casco del pueblo. La fiesta al principio solamente era baile, puestos de dulces y algunos columpios.

A partir de 1987 se le añadió un Pregón de Fiestas, realizado normalmente por una persona del pueblo o ligada a él. He tenido el honor de ser pregonero en tres ocasiones (1989, 1995 y 2015), siendo para mí una gran satisfacción y alegría, el colaborar a la mejora de la fiesta. También se le ha añadido la coronación de la Reina de las Fiestas y Damas de Honor. Junto a esto, en los días previos se celebran concursos lúdicos y deportivos, con entrega de los trofeos a la vez que lo anteriormente citado”.

Eduardo fue nombrado pregonero por tercera vez en las fiestas de San Cayetano de 2015. Colección: Decarrillo

Pinceladas

Pero además de vivencias y recuerdos asociados a Cantoria, en esta biografía me gustaría dar unas pinceladas sobre otros aspectos de su devenir personal y formativo que, sin duda han conformado una parte muy significativa de la experiencia vital de mi padre.

Eduardo es considerado por la comunidad médica como uno de los mejores oftalmólogos de nuestro país. Labor que se le ha reconocido en numerosas ocasiones.

Trayectoria Profesional

Antes de que en el curso académico 1960-61, en el que comencé la carrera de Medicina en la Universidad de Madrid (entonces solo había una en Madrid, llamada Central que hoy es conocida como la Complutense), realizamos un viaje de estudios de bachillerato a Madrid, Segovia, Toledo y El Escorial, y en el aeropuerto de Barajas, irrumpimos en pleno rodaje de la película Empezó con un beso de Glenn Ford y Debbie Reynolds y tras comprobar de primera mano cuán arduo es el proceso de filmación de un  largometraje, fuimos recompensados con una fotografía con el famoso actor.

Hasta 1966 continué en Madrid mientras finalizaba la carrera de Medicina. Fueron sin duda, años convulsos pues en 1965, empezaron en Madrid, la huelga y manifestaciones de los estudiantes universitarios contra el Gobierno. Todas ellas en la Ciudad Universitaria y comandadas por los catedráticos: Tierno Galvan, López Aranguren, Aguilar Navarro y García Calvo, que fueron expedientados y expulsados de la Universidad.

Desde el punto de vista juvenil fue toda una novedad y hasta cierto punto un cambio en la monotonía, pues habían pasado ya unos años desde otra protesta anterior que transcurrió en el cincuenta y tantos, con menos intensidad, aunque hubo un muerto.

Una de las facultades que cerraron fueron la de Medicina durante un tiempo (el único curso al que no afectó el cierre fue al mío, pues dábamos las clases y prácticas en la antigua facultad de la Calle Atocha, y los demás cursos estaban radicados en la Universitaria).

Una anécdota curiosa de esos años estudiantiles fue la siguiente: el curso que estudiábamos la psiquiatría, me inventé el complejo de paso de bala, y se volvieron locos los compañeros buscándolo en los tratados. Este al que llamé lo dicho anteriormente consistía: había un compañero de curso que era más bajo de estatura, y según mi complejo, no creció más debido a que siendo adolescente fue con su padre a una conferencia de Ortega y Gasset, en el cine-teatro Barceló de Madrid, pues Ortega había vuelto ya del exilio y tiraron un tiro que le pasó por encima de la cabeza y si hubiera sido más alto le hubiera dado, y este fue el motivo por tanto de su no crecimiento.

Fueron unos años felices e inolvidables, pero no olvide a Cantoria pues volvía en las vacaciones. Había tiempo para estudiar y divertirse. He de destacar que los dos últimos veranos realice los campamentos de la Milicia Aérea Universitaria en Burgos donde, algunos fines de semana nos dedicamos a visitar el País Vasco (las tres capitales y algunas playas) y Navarra, estando en los San Fermines, que es una fiesta que se recuerda toda la vida aunque es para ir preferentemente en edad juvenil; y al terminar la carrera, como era reglamentario, las llamadas practicas ya con el grado de Alférez del Ejercito del Aire, y que las hice en la Base Aérea de Son San Juan en Palma de Mallorca, de las que tengo un magnifico recuerdo tanto del periodo militar como de la isla.

Llegó el momento en el que todo el grupo de amigos, iniciamos el camino en la actividad que cada uno había elegido, estableciendo la residencia en distintos lugares y se empezaban a formar las familias.

Nuevamente vuelvo a Murcia a realizar la especialidad de Oftalmología como Médico Residente (primera promoción de este sistema en España que todavía perdura con el nombre de MIR) en el Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca, en dicha ciudad. En 1972 recién terminada la Especialidad, consigo la plaza de Médico Adjunto por Concurso-Oposición Nacional en dicho Hospital, y la ocupé durante 5 años, ya que entonces conseguí la Jefatura de Sección de Oftalmología Infantil, del Hospital Infantil dentro del Complejo Hospitalario de la Arrixaca, que he ocupado hasta mi jubilación en 2012.

Durante mi larga vida profesional, he tenido todo tipo de satisfacciones y honores. Durante ella he tocado todas las ramas de la especialidad, pero preferentemente la patología infantil y el estrabismo, donde modestia aparte he sido una figura nacional. Voy a hacer un resumen de mi vida académica: 31 Publicaciones Científicas, 96 Comunicaciones y Conferencias, 137 Diplomas, Cargos-Vicepresidente de la Sociedad Española de Estrabismos, Presidente de la Sociedad de Oftalmología del Sureste, Presidente de la Sociedad Murciana de Oftalmología, Vocal del Consejo Asesor de Sanidad de la Comunidad Autónoma de Murcia, Miembro de varios Tribunales de Concurso-Oposición para plazas de Hospital, múltiples Vocalías en Sociedades Científicas, Presidente de Honor de la Sociedad Murciana de Oftalmología, y Socio de Honor de la Sociedades de Sureste de Oftalmología y Pediatría.  En cuanto a publicaciones literarias, colaboré con la revista local de Cantoria Piedra Yllora durante los 9 años que publicó en papel, además, la asociación que la gestiona me dedicó un Homenaje en el verano de 2011 en el Teatro Saavedra".

Eduardo en una de sus constantes visitas a Cantoria.

Siempre en Contacto con Cantoria

"Al vivir cercano a Cantoria, he seguido en contacto con el pueblo y he asistido a muchos acontecimientos y avatares, sobre todo a las fiestas de San Cayetano a las que he faltado en muy pocas ocasiones.

Al volver a Murcia de nuevo conocí a la persona que ha sido mi compañera y con la que hemos celebrado felizmente los 50 años de matrimonio, teniendo dos hijas, familia de la que estoy orgullosísimo, aunque no todo son alegrías en la vida pues mi hija mayor falleció con 46 años en 2019, de la enfermedad terrible de nuestra época moderna más frecuente. Ha sido el golpe más terrible sufrido en mi vida.

Falta por mencionar un importante acontecimiento acaecido en 1992 y me lleno de gran alegría y me unió más a Cantoria, como fue el nombramiento por el Ayuntamiento, de Hijo Adoptivo (el primero realizado en el Municipio)".

Nombramiento de Hijo Adoptivo de Cantoria en 1992 en el Salón de Plenos del Ayuntamiento, siendo alcalde Miguel Aránega.

Despedida

Como he comentado al comenzar este artículo, Cantoria ha sido una constante en nuestras vidas y sus historias y personajes siempre han ido impregnando retales de conversaciones en reuniones familiares y con amigos.

Igualmente, creo que Eduardo, mi padre; ocupa también un lugar en la historia e idiosincrasia del pueblo, fiel testigo y memoria viva de tantas y tantas historias que conforman nuestro pasado.

Cantoria, a fin de cuentas, es un lugar muy querido por la familia Fernández y prueba de ello es que los restos de mis abuelos y tíos reposan allí, quien sabe si admirando la calma del Valle del Almanzora o tal vez, escuchando tantas y tantas historias que se siguen contando y transcurriendo en ese pueblo que tanta felicidad trajo a sus vidas.

Quiero agradecer a “Piedra Yllora” que haya considerado que la biografía de Eduardo Fernández Muñoz debe figurar entre las publicadas de tantas personas relevantes y conocidas de Cantoria.

Creo que la mejor frase para terminar este artículo, sería la conclusión que mi padre comentaba durante nuestras conversaciones porque qué es la vida sino una sucesión de momentos y en este caso, los momentos felices han superado a otros:

Ahora a los 80 años de vida, rememoro el pasado y no me puedo quejar de cómo ha transcurrido, con más luces que sombras.

Eduardo con Nucha, su compañera de vida en la Semana Santa de 2016. Colección: Decarrillo

Alejo Fernández y Gloria Muñoz, padres de Eduardo.

Dos imágenes del Huerto del Administrador, donde su familia pasó sus primeros veranos. Colección: Encarna Jiménez

Eduardo y Nucha el Jueves Santo de 2015 en la Plaza de la Iglesia de Cantoria. Colección: Decarrillo

Presentación de la III revista Piedra Yllora en el Teatro Saavedra de Cantoria, donde expuso unas pinceladas sobre el origen y relación de su familia con nuestro pueblo. Colección: Decarrillo

Representación de la Obra de Teatro "Volverás", escrita por Mateo Muñoz, y que la compañía de Teatro a la que pertenece Nucha, la representó en el Teatro Saavedra. En ella, uno de los personajes es Trinidad Fernández, abuelo de Eduardo. Colección: Decarrillo