El Ferrocarril Industrial Cóbdar-Almanzora

Por Miguel Ángel Alonso Mellado

La industria minera del Valle del Almanzora. Primera mitad del siglo XX

Si hay alguna actividad que tuviera una trascendencia decisiva en la evolución socioeconómica de Almería en el s.XIX y que desencadenó el interés en nuestra provincia por parte de los inversores nacionales y extranjeros, esta es, sin duda, la minería, que provocó una tímida industrialización hasta mediados de siglo acentuándose a finales del XIX y principios del XX.

La extracción de minerales en el Valle del Almanzora se remonta al Neolítico, por lo tanto, dada la antigüedad de ciertas explotaciones de los recursos del subsuelo, ha conferido a la minería un carácter de actividad de gran tradición en la comarca; Siendo las principales explotaciones de hierro, plomo, carbón, oro, mármol, yeso y talco.

La incorporación almeriense al precoz proceso industrializador andaluz que tuvo lugar en el último tercio del siglo XIX, se manifestó en la evolución y despegue de las actividades minero-metalúrgicas. En él se distinguen dos fases fundamentales: Una primera de dominio autóctono y otro que revela la progresiva implantación del capital extranjero.

La exportación y beneficio de la minería tuvo un marcado carácter autóctono durante la primera mitad de siglo, parecido a un minifundio minero, como en sistema de explotación de la tierra en este valle, y que tiene su origen en las propias condiciones socio-económicas de la zona y en las formas que adopta la “desamortización del subsuelo”. Así cuando en 1825 aparecen las primeras normas jurídicas que desvinculan de la corona a los recursos mineros, van a incentivar un tipo de minería basada en unos pequeños campos de explotación que exige poca inversión financiera.

Este sistema no hacía necesario una gran inversión, porque tenía que adaptarse a las posibilidades de una sociedad atrasada. Estas primeras sociedades mineras se afanaban en la búsqueda del metal, aunque con una gran pobreza técnica. Los fracasos y los abandonos producían frecuentes denuncias entre los propietarios. El arcaísmo técnico y económico es otro de las características del laboreo minero durante la primera mitad de siglo XIX. Lo más común era la modalidad del “arrendamiento” de la concesión a un “partidario”, por lo general de escasísimos recursos económicos, que está obligado a entregar a la sociedad propietaria una parte de la producción como canon de arrendamiento. Como hemos señalado antes, una modalidad importada del mismo régimen de propiedad agrícola.

La incompetencia técnica y financiera de las sociedades locales va a correr paralela a la intensificación del carácter especulativo de la minería; proceso facilitado por las alteraciones que durante el sexenio revolucionario afectan al marco jurídico que regulaba estas actividades.

Dos modelos de locomotora de vía estrecha. Documentación: Miguel Ángel Alonso

Recorte de prensa el ABC de 1909. Documentación: Miguel Ángel Alonso

Registro de la mina Almanzora. Documentación: Miguel Ángel Alonso

Registro de la mina Almanzora Tercera. Documentación: Miguel Ángel Alonso

Registro de la mina Mi Fortuna. Documentación: Miguel Ángel Alonso

La industria minera en el valle en la segunda mitad del siglo XX

En el año revolucionario de 1868 se promulga una nueva legislación sobre minas, que es una absoluta liberalización de las condiciones de acceso a la propiedad minera. La nueva legislación trata de dar seguridad completa al concesionario; ahora la concesión es entregada sin condiciones (no es necesario tenerla en explotación), salvo la del pago del canon de superficie anual. Estas actividades tuvieron una clara consecuencia en la minería, la consolidación de la especulación y la promoción, dentro de la burguesía local, de actividades “parasitarias”. Es decir, solicitaban la concesión pero no para ponerla en explotación, sino a la espera de que una sociedad solvente (casi siempre extranjera) las arrendara y las pusiera en valor. En 1868, solo el 30% de las concesiones eran productivas y van a pasar al 9% en 1890.

La construcción del ferrocarril de Lorca-Baza supuso el despegue definitivo de la minería de la cuenca del Almanzora, el transporte de los minerales antes se hizo con anterioridad de manera muy tradicional, con carros de bueyes y sobre todo para construcciones exclusivas que podían pagar esos portes. La compañía Británica “The Great Southern Railway of Spain” supo ver en estas tierras el potencial de riqueza inexplotada y con el aporte de sus accionistas, crearon esta línea férrea , no básicamente para transporte de viajeros, sino para el de mercancías; necesitaron previamente hacer para rentabilizar el transporte el cargadero del Hornillo en Águilas ( 1903) y con posterioridad solucionar la bajada del mineral de hierro de Las Menas y Bacares mediante la construcción de 5 cables aéreos . Mientras se conseguía solucionar lo de los cables, la cuenta de resultados de la empresa estaba en números rojos, pues el tráfico de viajeros era muy inferior al esperado. Solo el aporte de los mármoles de la “Spanish Marble Co.” y de el Hierro de la desembocadura del Arroyo Albanchez pudieron amortiguar un poco los números de la empresa.. En 1909 desde la estación de Almanzora se transportaron un total de 15.386 toneladas de mercancía, con unos ingresos ese año de 70.000 pts; para darnos cuenta del desfase con otros centros de producción podríamos decir que la estación de Zurgena sólo movió 3.100 Tn,  la de Cantoria 400 Tn y la de Fines-Olula 7000 Tn. En esta estación de Almanzora se transportarían 86.000 Tn durante el periodo  1909-31.

 De las 40 concesiones mineras de Almanzora solo estaban en explotación a final del siglo XIX las 2 de la desembocadura del Arroyo Albanchez. La producción de las minas de Almanzora, proceden de la explotación que existían a poco más de un Km de la estación de Almanzora, por el camino que llamaban de los ingleses, hasta el Pozo del Fraile (en referencia a la compañía Spanish Marble y el recorrido que hacían para el transporte desde la desembocadura del arroyo Albanchez hasta el taller de aserrar mármol “actualmente granja de los Casimiros”, a unos 500 m de la estación) perteneciente a la Compañía Española de Mármol, situada en la Cuesta de la Herradura, llamada anteriormente “San Andrés” desde su primera explotación desde 1884 hasta 1895. Además estaban las minas de la Cerrada, llamada  “Mi Fortuna” desde su puesta en explotación en 1896.

La Mina de la cuesta de Herradura factura su producción hasta Águilas, en esta aflora una capa de mármol cepelino, el mismo de los criaderos de Serón y Bacares. El mármol lleva en su afloramiento vetas de mineral de hierro de bastante consideración, habiéndose explotado en condiciones muy defectuosas. En algunas zonas se veían frentes de hierro de espesor aproximado de 5 metros, conteniendo a la vez vetas de mármol. La mineralización se situaba cerca del techo del mármol, pero este se encontraba bajo una capa de pizarras que necesariamente se tenían que eliminar. El muro de dicha capa de mármol aflora en un punto del Arroyo Albanchez y descansa sobre las pizarras. La extensión de esta capa no está determinada, solo se conoce su dirección NS en  una distancia de unos 600 metros y su anchura hasta la capa de acarreo de unos 50 metros.

Estas explotaciones estuvieron en funcionamiento hasta principios de la segunda década del siglo XX, después tuvieron una segunda época dorada desde 1953 hasta el 57, donde se reanudó la explotación de hierro a través de la Sociedad Minascofe S.L. Y con el nuevo nombre de la labor: Mina Nunancia, dando de nuevo trabajo a numerosos trabajadores de la zona, que pasaban inconfundibles tras acabar los turnos, con sus caras aun cubiertas de rojizo.

 Sólo en Almanzora hay registradas en la Jefatura de minas casi 40, de ellas sólo dos en explotación: la de la Cerrá, llamada “Mi Fortuna” que inicia su explotación en 1896; y la de la Cuesta de la Herradura, llamada “San Andrés” que inicia su explotación en 1884 y con el cierre de la misma en 1895. Ambas situadas en la desembocadura del arroyo o rio Albanchez con el rio Almanzora. Habiendo dispersos por los cerros de Almanzora gran cantidad de “catas” del terreno, para saber si merecía la pena o no la explotación.

Fue una especulación en toda regla por parte de la burguesía local, y en algunos casos hasta la madrileña, participando en la creación de estas sociedades especiales mineras que monopolizan la propiedad del subsuelo. Cuando las sociedades extranjeras estuvieron interesadas en invertir, encontraron el terreno copado.

Este es caso de la mina de hierro llamada “Almanzora Primera” en Almanzora, en 1901, propiedad de Pascual de Frasi Frasmendi, vecino de Madrid, con 42 pertenencias (solares rústicos) de mineral de hierro y aluvión aurífero, sita esta última en la aldea de Almanzora, con la localización: como punto de partida la fuente de Lozano, situada en la orilla izquierda del rio Almanzora, y cercana a la casilla del guarda vías en dirección aproximada Oeste 25º Sur. Desde el referido punto de partida y sucesivamente se medirán los siguientes metros: al Norte 30º Oeste 800 m. al Oeste 30º sur 400 m, al Sur 30º Este 800 m, y al Este 30º Norte 400 m. Con lo cual quedaría cerrado el rectángulo de las dichas pertenencias. En otra propiedad de este Sr., la mina “Almanzora 3ª” tenía como punto de partida el cortijo del Albaricoque. Fueron 15 las propiedades que el Sr. Pascual de Frasi Llegó a tener en Almanzora, con el nombre Almanzora 2º, 3ª, 4ª... , “ Tres Amigos”, “El Planeta”,  “El Triunfo” y “Nuestra Señora de las Mercedes”, esta última en el cerro de Almanzora.

 En Cantoria nos encontramos otras como, “San Antonio 1º” en el cerro del Fax en 1886; “San Ramón“ en Torrobla, desde 1886 hasta 1895; “la Tontería” en el Risco, del 1890 a 1892; “La Unión de Cuatro Amigos” en el cerro de Juan Torres, desde el 1894 a 1895; “San José” en el lentiscar del 1886 a 1895;  “La Cantoriana” en la rambla la Jata, de 1894 a 1895; “ La Melcumpa“ en el cerro de la Melcumpa y Barranco de la Lobera de 1894 a 1895.

La situación de decadencia de la minería podríamos encontrarlos en:

1º Factores Endógenos: por el carácter especulativo del sector y en la resistencia que las sociedades van a protagonizar frente a los intentos de acceso a la propiedad de las compañías extranjeras.

2º Factores Exógenos: la continua depreciación del mineral en los mercados internacionales.

Minas de Serón a principios de siglo XX. Documentación: Miguel Ángel Alonso


Normas reguladoras y características de los ferrocarriles

Por las características físicas de la península Ibérica, hizo de los caminos y canales un objetivo técnicamente inviable, pero por la gran cantidad de costa, necesitó de un medio de transporte rápido y eficaz que ayudara a la indispensable modernización económica.

Para una mejor comprensión de lo que sería un ferrocarril industrial de uso particular, que es el que nos ocupa, debemos desglosar primero su definición. Podemos aproximarnos a esta desde varios enfoques, partiendo de una clasificación de los ferrocarriles (FFCC), esto es, desde el punto de vista de su aplicación o desde el punto de vista económico, es decir, según sirvan los FFCC a los intereses generales, comerciales y políticos de un país, o bien en función de su aplicación exclusiva a un fin industrial privado.

Desde el punto de vista técnico o de explotación, con distintas clasificaciones como el tipo de vía empleado, del motor, del sistema de explotación, etc. y finalmente desde el punto de vista legal, que es donde mejor podremos aclarar que es un ferrocarril industrial de uso privado.

En ocasiones se habla de FF.CC. Industriales atendiendo simplemente a su adscripción a una industria concreta, como puede suceder con muchos FF.CC mineros, lo que puede inducir a un error, ya que muchos de los así considerados combinaban el servicio a una industria particular o empresa privada, con el servicio de viajeros y mercancías, y en consecuencia, se inscribían dentro de los FFCC de servicio general e interés público, y no de servicio particular como es el caso del Ferrocarril de Cóbdar a Almanzora.

La primera norma básica al respecto corresponde a 1844 (el primer camino de hierro peninsular fue en 1848 entre Barcelona y Mataró), donde se establece que el ferrocarril es un servicio público de titularidad estatal, pero cuya construcción y explotación puede llevarse a cabo con particulares mediante el régimen de concesiones, lo cual incentivó el interés de capitales privados al percibir la rentabilidad del sistema. Según este sistema de concesiones se van a distinguir dos categorías básicas de FFCC, según el servicio que prestan: los FFCC de servicio general, que percibirán subvención del Estado por realizar un servicio de interés público; y los FF.CC de servicio particular.

Más tarde, en 1855 se matizará este régimen de concesiones, señalando que estas deberán otorgarse por ley, y que al tratarse de un servicio público, el Estado deberá participar siempre de alguna forma en el mismo, manteniendo la clasificación de servicio general y particular.

En 1868 las fuerzas navales con base en Cádiz, al mando de Pascual Cervera y Topete, se amotinan contra el gobierno de Isabel II, lo que supuso su destronamiento, a esta revolución se le llamaría “LA GLORIOSA” y a partir de ahora se puede apreciar una gran influencia de las políticas económicas liberales auspiciadas durante este “Sexenio Revolucionario o Democrático”. A raíz de  este nuevo giro, en noviembre de ese año se modifica la anterior concepción de FFCC al afirmar que estos no deben ser considerados como un servicio público, sino como una industria más, sin intervención del Estado y en manos privadas.

Con la ley general de FFCC de 1877 se dividían los FF.CC en líneas de servicio general y de servicio particular, siendo las primeras las que se entregaban a la explotación pública para el transporte de viajeros y tráfico de mercancías, y la segunda las que se destinaban a la exclusiva explotación de una industria determinada o al uso privado.

Dentro de esta normativa aparecería una tercera clase de FFCC, que corresponderá a aquellos destinados a la explotación de una industria o a un uso particular que por su importancia alcancen a prestar un servicio público, por lo que en consecuencia, podrán ocupar terrenos públicos y ejercer el derecho de expropiación. Las del primer grupo eran de vía normal, y la de los grupos 2º y 3º el ancho de vía quedaba a voluntad del particular que las solicitase, siendo en su mayoría de vía estrecha.

En el grupo 3º, que es el que nos ocupa, del ferrocarril industrial para uso particular en terrenos de dominio público, desde Cóbdar hasta la estación de Almanzora, necesitaba una fianza del 5% del presupuesto de las obras que afectaba al dominio público, y se depositarían una vez que fueran autorizadas.

Las líneas de uso público, estaban bajo la inspección constante del Gobierno, en cuanto a las de uso privado, no intervenía la Administración Central más que en la parte correspondiente a los terrenos ocupados por el dominio público.

En general, la decisión tomada por muchas empresas de construir sus propios ferrocarriles y demás instalaciones asociadas a ellos, que podían enlazar o no con la red ferroviaria general, se fundamentó en las enormes posibilidades que este nuevo medio de transporte proporcionaba para el desarrollo y rentabilidad de sus actividades empresariales. Desplazando gracias a su mayor rapidez y capacidad de carga a los medios de tracción tradicionales utilizados para el transporte de sus productos, que hasta ese momento eran fundamentalmente carros y caballerías, y convirtiéndose por tanto en una pieza clave dentro del conjunto de infraestructura y recursos de las diversas compañías. El tipo de tracción para el acarreo de los materiales fue la animal, de esta tracción de sangre se pasó a la tracción de vapor en algunas minas de las Menas y algunos otros lugares menos escarpados, se pasó a tractores que eran alimentados en sus inicios con gasógeno.

A pesar de su elevado coste, estos tractores o locomóviles, fueron utilizados durante toda la primera década de siglo XX por la “Spanish Marble Limite” la empresa que intentaría hacer el ferrocarril desde Cóbdar a Almanzora, recogidas en las magnificas instantáneas de Gustavo Gillman y la prensa de la época con la llegada de algunos de estos artefactos a la estación de Almanzora en 1908.

El marco institucional y legislativo favoreció la construcción de estas líneas, pero la falta de perspectiva de negocio de la vía ancha y la crisis de fin de siglo no ayudó demasiado.

Entre los intereses y actividades industriales, no sólo era debido a iniciativas de compañías del territorio Español, sino que hubo una gran actividad de capitales y compañías de origen extranjero, entre las que destacan Británicas, Francesas y Belgas. La presencia de capitales foráneos se explica en gran parte al subdesarrollo de la comarca y a su poca iniciativa empresarial, enclavada en lo tradicional más que en lo industrial, y sobre todo, en la experiencia de una revolución industrial ya pasada, como en la capacidad de encontrar accionariado que aportara capital a la empresa mientras empieza a generar dividendos, no asumible por la pequeña burguesía local.

La línea de ferrocarril que nos ocupa fue solicitada en 1903 por Vicente Cuervo y Loureyro al Ministerio de Industria y Comercio. Tras aprobarse en 1906, este la transfirió a Edwin Willie, representante en España de una sociedad Inglesa llamada, “SPANISH MARBLE LIMITED”, domiciliada en Cardiff. La transferencia se elevó a escritura pública el 13 de septiembre de 1906, ante el notario de Madrid Antonio Turón, siendo aprobada por R.O. del 13 de julio de 1907.  Esta sociedad inglesa ya explotaba una cantera de mármol en Chercos, otra en Cóbdar y poseía una fábrica en Albanchez con 2 motores de gas pobre, cuatro generadores de aspiración, dando ocupación a 88 hombres que cortaban en tablas el mármol extraído de sus canteras.

Locomotora Almanzora. Colección: Miguel Ángel Alonso

El proyecto de ferrocarril industrial Cóbdar-Almanzora

Don Vicente Cuervo, teniente de navío de la armada, propietario, viudo, y vecino de Madrid, expuso al Ministerio que deseaba explotar en grande escala las canteras de mármol de su propiedad, sitas en la Sierra de los Filabres, en terrenos de Cóbdar, Lijar y Chercos, dentro del partido judicial de Purchena. Pero esta explotación podría hacerse de manera remuneradora disponiendo de poderosos medios de transporte que conduzcan las masas de mármol desde las canteras hasta la estación de Almanzora, dentro de la línea Lorca – Baza, KM. 63,200 m, para poder expedir estos materiales al resto de país y del extranjero.

Estos poderosos medios de transporte a los que se refiere el Sr. Cuervo, consiste en un ferrocarril puramente industrial desde las canteras a la estación de Almanzora. Tras los estudios hechos sobre el terreno, respecto al trazado de dicho ferrocarril industrial, el único trazado posible y realizable de la vía resulta ser el que recorre gran parte por la rambla de Gomares y del rio Albanchez, cruzando después el rio Almanzora para continuar por terrenos particulares hasta la estación. Todos estos terrenos citados son de dominio público, perteneciendo la rambla de Gomares a los términos de Cóbdar,  Albanchez y Lijar; “el rio Albanchez” o de “los Molinos” en los términos de Albanchez y Cantoria; “el rio Almanzora” al de Cantoria.

El proyecto que se pretendía ejecutar era de una línea de ferrocarril destinado a uso particular para el servicio de esta industria privada de la explotación de las canteras de mármol y necesitando ocupar los terrenos de dominio público anteriormente citados.

La realización de esta emprendedora idea sería sin ningún lugar de duda, una fuente de prosperidad, riqueza y civilización para todos los pueblos de la comarca, pues la gran cantidad de mármoles de esta sierra se encuentran enclaustrados de tal manera, que el uso tradicional de transporte es abiertamente insuficiente para la rentabilidad de su explotación. Conseguir acercarlos a la estación de Almanzora de manera eficiente sería conseguir para todos ellos la llegada de la prosperidad y la cultura, de la cual carecían en absoluto, pobres y olvidados en lo más agreste de la Sierra de los Filabres.

El comienzo de este proyecto se sitúa en el punto llamado “Cañada de la Viña“ en Cóbdar, y debido a lo dificultoso del terreno, pues todo el recorrido está enclavado en la Sierra de los Filabres, se escoge para su recorrido la rambla de Gomares desde el punto citado hasta la terminación de esta en el rio Albanchez: en este sitio entraría el trazado de la vía en dicho rio, que recorre hasta su desembocadura en el rio Almanzora, cruzando este de una orilla a otra, asentada en su cauce a nivel de la superficie de su lecho e internándose ya desde este punto de su margen izquierda en terrenos particulares (el Tercio de Almanzora), viene a terminar dentro de ellos, próxima a la estación de Almanzora, desde donde se efectuará la expedición de dichos mármoles.

El recorrido pretendido es de 8.632 metros desde la “Cañada de la Viña” hasta la desembocadura de “la rambla de Gomares” en el Rio Albanchez, otros 10.206 metros de desde  dicha desembocadura hasta el rio Almanzora, contando el ancho de este, que hay que cruzar y de 598 metros por terrenos particulares desde la margen izquierda del Almanzora hasta la terminación del trazado próxima a la estación de Almanzora, formando un total de 19.436 metros. Como el trazado sigue exactamente el lecho de las ramblas, tenemos un total de 18.373 metros, que recorre el trazado por terrenos de dominio público.

La Rambla de Gomares es, como lo son las ramblas de esta región, un rio seco de cauce más o menos ancho, sin agua excepto en épocas de grandes lluvias y durante poco tiempo. Su suelo está constituido por piedras, grava y arena suelta apiladas por las aguas y limpio de grandes piedras. Este lecho era habitualmente utilizado por los lugareños como vía de comunicación y de transporte de mercancías mediante caballerías. Pero esta rambla no era utilizada para tránsito alguno por recorrer terrenos en su mayor parte inaccesibles, totalmente deshabitados e incluso obstruidos en varios sitios por peñascos amontonados que el trascurso de los siglos han ido dejando al descubierto las aguas torrenciales que formaron su cauce. Estos obstáculos son infranqueables, no sólo para el paso de bestias de carga y transporte, sino hasta para el de los peatones. En este tramo hay puntos donde la pendiente es fuerte, pero se desecha la compra por motivos económicos de terrenos vecinos, aparte habría que construir varios túneles por tener la rambla en muchos sitios encajonado su cauce entre altos escarpados de tierra y roca. Como hemos dicho, esta rambla nunca lleva agua, excepto en las raras ocasiones que en esta tierra llueve  torrencialmente, y aun entonces solo durante ese breve periodo el cauce cambia de 3 hasta 50 metros de ancho teniendo por término medio 12 metros de ancho y desemboca en el rio Albanchez en el paraje llamado “San Roque” a unos 400 metros más abajo del pueblo de Albanchez.

El rio de Albanchez, desde el citado punto de “San Roque“, tiene un caudal de aguas muy escaso y difícil de determinar por ser sumamente variable y estar ordinariamente formado sólo por las fuentes o manantiales que le vierten sus aguas, siendo en muchos sitios nulo dicho caudal, pues estas aguas se filtran por el suelo para volver luego a aparecer más abajo al encontrarse en su curso subterráneo con paredes  o capas impermeables. Pero siempre que llueve en abundancia, el caudal es importante durante varias horas o días, cubriendo todo su lecho de margen a margen pues recoge también las aguas de los ríos Líjar y Cóbdar, que pueden ir muy torrenciales en estas ocasiones, además de todas las fuentes y arroyos que en estos y en él se vierten.

Por esta causa también el curso normal de sus aguas es muy variable y es imposible señalar su cauce, aunque en invierno puede evaluarse su caudal en unos 6 litros por segundo, el cual corre por un cauce de 2 a 3 metros de ancho por término medio. El cauce completo de este rio, de margen a margen varía entre 15 y 150 metros de ancho y en su término medio es de 30 metros. A este rio le son aplicables las consideraciones expuestas a la rambla de Gomares, en relación a la naturaleza del piso de su lecho, pendientes y peñascos que existen, también utilizado para el tránsito de peatones y caballerías. Por este motivo del régimen de las aguas de este rio obliga a establecer doble vía desde la desembocadura de la rambla de Gomares hasta el Almanzora, próximas cada una de estas 2 vías a sus 2 márgenes para asegurar la circulación de los trenes en todas las ocasiones en el curso de este rio, además de su conveniencia para simultanear las expediciones en el caso en que lo exija la explotación industrial.

Todo lo expuesto sobre la rambla de Gomares y el rio Albanchez, respecto al régimen de sus aguas, es aplicable en general al rio Almanzora. En particular en el sitio por donde debe cruzarlo, el ancho es de unos 160 metros y su caudal de aguas es también muy variable, hasta el extremo de que durante meses seguidos del año está absolutamente seco, sin que al mismo tiempo deje de hacerse invadeable, aunque sea durante escaso tiempo inmediatamente después de fuertes chubascos o tormentas, para volver enseguida a quedar vacio su lecho. En sus grandes crecidas o avenidas su curso es imponente y enorme, afortunadamente no demasiado frecuentes y salvo en raras ocasiones es vadeable para peatones en el paraje que tratamos y por lo general puede cruzarse a pie. Su caudal de agua se podría señalar en esa época, en unos 9 litros por segundo, en un cauce de unos 3 a 4 metros de ancho.

En vista a lo que antecede se comprende que en ocasiones de grandes lluvias, la vía que se proyectaba quedaría sumergida bajo la corriente de las aguas durante varias horas, principalmente en el rio Albanchez y en el cruce del Almanzora y exigirá el limpiado de arenas, tierras y piedra menuda, antes de poder circular los trenes. Este sería el motivo de construir con piedra el firme o cimentación de la vía y el que esté poco o nada elevada sobre el nivel del piso o lecho de estas ramblas y ríos. En la rambla de Gomares sería de una sola vía y el resto de doble vía, metálica toda ella, de 0,62 metros de distancia entre raíles y sujeta y asentada sobre una cimentación de mampostería. La vía irá  directamente asentada sobre este firme y quedarán los carriles al nivel del piso y la cimentación protegida bajo el nivel, para soportar las aguas que lo han de cubrir y correr por encima, además de ser mas barato, pues dado el valor de los jornales de esa época en la comarca, resultaría un precio total de 1,75 pts por metro lineal de vía. El se compondrá de un número de unidades que dependerá de las necesidades industriales, pero no excederá de 5 incluyendo la locomotora y arrastrará en su bajada, que es cuando irá cargado únicamente, un peso máximo de 50 toneladas. La locomotora sería de vapor, y sin exceder de los 7-8 km por hora.

Con objeto de impedir que las avenidas y lluvias torrenciales puedan causar grandes destrozos en la vía al quedar sumergida y para compaginar esto con la economía que exige el proyecto, se escoge preferentemente en la rambla de Gomares la construcción de aquella por una de las orillas del cauce, sin salirse nunca de ella y cuando convenga o haya necesidad de cruzarla, hacerlo a nivel de su piso actual. El trazado de vía es de doble vía en toda la parte correspondiente al rio Albanchez, o sea,  una longitud de 10.206 metros; cada vía iría por cada lado del cauce de este rio para en caso de quedar anegada  o necesitar reparaciones de una de ellas, poder utilizar la otra y para cuando lo sean parcialmente ambas, poder establecer la comunicación entre ellas y asegurar en el mayor número de contingencias la circulación de los trenes, pasando estos de una vía a otra y cruzando el rio por una vía transversal movible o fija que las unirá, haciendo este cruce siempre a nivel de su piso actual y construyendo unas tajeas (alcantarillas) para que el agua de las avenidas pueda pasar por debajo de los carriles transversales sin impedir la circulación de los materiales.

El tiempo máximo de duración de todos los trabajos, hasta la completa terminación, se fija en 3 años, teniendo en cuenta la economía con que aquella se pretende construir, el número de obreros disponibles en la zona y el capital mínimo asignado para sus gastos anuales. Dichos trabajos se comenzarían inmediatamente después de la concesión y autorización pertinente del Ministerio. El presupuesto se refiere únicamente al coste de las obras que es necesario construir en dominio público para la colocación de la vía. Para hacer el cálculo se parte de que el metro de cimentación de 0,50 metros de sección tendría un valor de 1,75 pts el metro lineal de vía, pues el valor de la piedra y gravilla para la construcción se extrae de mismo entorno, mas el terraplenado y desmonte harían un total de 53.365 pts.

Este proyecto se presenta en Octubre de 1903 y es aprobado por Real Orden de 4 de Julio de 1906, nada menos que casi 3 años, lógicamente las cosas de palacio iban antes y ahora despacio; tiempo suficiente para que este empresario vendiera su proyecto de ferrocarril y canteras en 1906 a la ya anteriormente citada “SPANISH MARBLE LIMITED“, retomando este proyecto y mientras tanto sirviéndose de sus “locomóviles” para el transporte de el mármol de los Filabres hasta la estación de Almanzora y en su viaje de vuelta ir cargado con productos de las huertas del valle y manufacturas de Albox (telas, alpargatas, etc.).

Estos locomóviles fueron de los primeros en matricularse en la provincia de Almería, con la matrícula AL-5 y AL-6, eran dos vapores ingleses JOHN FOWLER, adquiridos por la compañía y matriculados en mayo y junio de 1908, el primero vino en abril y a la espera de tener la oportuna licencia fue encerrado en una cochera próxima a Albanchez (desde 1907 era obligatorio la matriculación de vehículos, pese a haber menos de 10 en la provincia), pero la impaciencia hizo que sacaran de allí el locomóvil y la ley no tardó en sancionarlos con 50 pesetas de entonces. El otro vehículo se matriculó el 6 del mes siguiente, a la vez que fueron protagonistas en 1909 de un aparatoso accidente, cuando el primero rompió frenos y se precipitó por el collado de los Molinos, y chocando con el que le precedía, destrozándose ambos e hiriendo gravemente a el conductor de uno de ellos.

Otros 2 locomóviles con matrícula, AL-3 y AL-4, del mismo fabricante, fueron desembarcados a primeros de abril de 1908 en la estación de Almanzora, quedando matriculados en Almería el día 6 de abril a nombre de José Rivas Massegur, propietario de la Compañía Madrileña de Minas, estuvieron dedicados al transporte de mineral de hierro desde la mina “Mi Modesto” en Cóbdar y por la rambla de Gomares y rio Albanchez hasta la estación de Almanzora. Estos dos vehículos fueron de la provincia de Almería los que primero transportaron mercancías sin que por medio hubiera un raíl.

Este proyecto forma parte de esta época no tan lejana, donde la comarca del Almanzora, se vio invadida por todo tipo de personajes, máquinas e infraestructuras que quisieron extraer los materiales, de la que esta sierra es rica, para apaciguar el apetito industrial de otras zonas y países. Lástima que este proyecto solo fuera eso y no hubiera sido un motor de desarrollo para zonas aisladas de nuestra Sierra como lo eran los pueblos anteriormente citados.

Diferentes instantáneas del locomóvil por el río almanzora y la rambla de Albanchez. El origen de los tractores de uso intensivo está en estos locomóviles. Legado fotográfico de Gustavo Gillman

En 1908 llegan a la estación de Almanzora dos Locomóviles Fouler. Fuente: IDEAL Granada

Operarios descargando unos sacos en la estación de Almanzora a principios del siglo XX. Legado fotográfico de Gustavo Gillman

Tren de mercancías sobre el puente de la rambla de la Jata. Legado fotográfico de Gustavo Gillman

Interior de las minas de la Cerrá del Arroyo. Colección: Diego Piñero Molina. 

Casa de la compañía inglesa Spanish Marble Limited, contruida entre 1908 - 1910. En ella vivía el gerente y el personal administrativo inglés de la compañía que gestionaban la fábrica y las canteras de Cóbdar y Chercos donde se extraía mármol. Colección: Francisco Martínez Botella

Fábrica de Mármoles de Chercos en el llano de San Roque hacía 1920.

Descargado fregaderos de mármol en la estación Olula-Fines a principios del siglo XX. Legado fotográfico de Gustavo Gillman

Bibliografía