Gentes y Lugares
La familia Martínez Rodríguez en la puerta de su cortijo con un rebaño de ovejas en la década de los 60. Colección: Pedro López
Concha Carreño y Soledad Mesas con la bicicleta del fotógrafo Pepe Álvarez. Colección: Mundi Balazote
Félix Peregrín y Dolores Moreno. El padre de Félix era natural de Pulpí, allí poseían una gran finca conocida como los Peregrines, además de ser propietarios de una mina plomo en la Sierra Almagrera, en el barranco del Jaroso. Dejaron estos asuntos y negocios en manos de su hijo para hacerse cargo de la administración del Marquesado de Almanzora. Al agotarse las minas, se instala definitivamente en Cantoria, donde se casa con Dolores Moreno, propietaria del cortijo de la Mezquita o cortijo Grande, hija de Joaquín Moreno (industrial que construyó la fábrica de mármol de Capanas). Félix empieza a gestionar su patrimonio y el de su mujer, además de su labor política, que fue alcalde de Cantoria en diversos periodos, desde 1910 hasta 1922. Colección: Elsa Peregrín
Mercado Semanal a principios de los 50. En esta imagen, Félix Peregrín, Magdalena Castellanos, Ana María López, Beatriz la Sevillana y Antonio Castro. Colección: Elsa Peregrín
Antonio Lozano Ortega trabajó y vivió siempre del campo, vendía en el mercado y algunas temporadas vendía entradas en el cine de verano, y todo eso con una sola mano. Una persona que no contaba con apenas estudios y, sin embargo, aprendió por su cuenta a leer y a escribir, enseñando a su vez a su mujer y algunos vecinos. En palabras de su nieta Encarna, era la mejor persona a la que acudir en busca de consejo: "para quien quiera saber, mentiras en él". Colección: Encarna Lozano Reche
Las hermanas Magdalena, María, Remedios e Isabel Soto Redondo. Magdalena vivía en Almanzora, María en Cantoria, Remedios en Albox e Isabel en Barcelona, aunque eran todas naturales de Cantoria. Les tocó una vida muy difícil, sobre todo a María, que tuvo 12 hijos, dos de ellos sordomudos. Representan a las mujeres de nuestra infancia, que con cincuenta años parecían ancianas, enclaustradas en su vejez prematura por los sufrimientos, el trabajo y las miserias que les tocó vivir. Colección: M. Ángeles Jiménez Carreño
Todos los estamentos sociales, incluidos alcalde, médico, guardia civil, cura, maestros, tenderos, comerciales, industriales, etc, en una buena farra a principios de los años 60 en el que hasta el fotógrafo participaba. Colección: Ana Guerrero Marín
De izquierda a derecha, José Molina, Nemesia Ramos, Lola Padilla, Juan Martos, María del Mar Carreras, Antonia Contreras, Lola Carreras, Remedios Carreras y los niños Juan Martos, Diego Martos, Diego Piñero y Adela Padilla, esperando la salida de los novios en una boda a principios de los años 60. Colección: Antonia Contreras
Domingo el Morronero, Domingo el Gorras, Miguel el Oria, Ramón el Rinti y el Chiquito después de subir los santos patronos a la ermita, una vez que finalizó la fiesta de San Antón. Esta imagen está tomada en la calle de la Ermita, detrás podemos observar como un grupo de mujeres aprovechan el buen día para charlar y otras enguitar las sillas. La más humilde de las artesanías de las fibras vegetales, seguramente, es la realizada con paja de cereal, pero, a la vez que humilde, por lo frágil de su materia prima, logra objetos con gracia, finura y delicada belleza. Colección: Ramón Piñero
Un grupo de mujeres conversando en la puerta de Francisca la Dona, en la calle San Antón en la década de los 60. Colección: Familia de los Genovevos
Grupo de amigos comiéndose unas migas en el Bar de Pedro Castejón. El segundo por la derecha, con gafas negras y camiseta a rayas, era el médico don Joaquín Pareja, a quien, a pesar de hacer varias décadas de su fallecimiento, todavía se recuerdan muchas de las anécdotas que protagonizó, al ser esta una persona con un especial temperamento. Como una viuda que le llegó con picores en sus partes íntimas, siendo la receta y transcrita de manera literal: “falta de macho". Como la letra de los médicos es inteligible, la buena mujer no se enteró hasta que fue a la farmacia. Otra mujer mayor que iba todos los días al médico porque no podía dormir, no “pegaba ojo” como decía ella. Un día, harto ya de la misma cantinela, el médico le dio la receta y se fue a la farmacia. La dependienta la envió a la droguería de Ignacio, cosa que la dejó entrañada, porque el doctor le había recetado una gota en cada ojo y mano de santo. El medicamento en cuestión era pegamento Imedio. Colección: Pedro Castejón
María la Titaña en el cortijo de la Palmera, en el Fax, haciendo pan un domingo en la década de los 80. Este horno fue fabricado por su marido y sus hijos. Colección: Belén Martos Miras
Comiendo una buena sartén de migas en el huerto de la Frasquita y bajo la sombra de la higuera se encuentran Pedro el Galán, el guardia civil Liria, Pedro Castejón, su hijo Jacinto y su padre Jacinto, Juan Linares y Paco Remigio en julio de 1957. Colección: José A. Fernández Zapata
Martina Montoya y su hija en el lavadero de Almanzora. Este era un lugar también para la tertulia de las mujeres, que se reunían a lavar la ropa a la orilla de un río, un arroyo, en las acequias, pozos o en las fuentes, ya que en las casas no había agua corriente. Salían por la mañana y, en más de una ocasión, pasaban allí casi todo el día. Llegaban andando desde sus casas acarreando sus barreños de ropa sucia. Si lavaban directamente en el río o arroyo solían llevar una tabla llamada losa con adornos y hendiduras que facilitaban el restregado de la ropa, el jabón utilizado era hecho en casa con sosa y grasa, normalmente de cerdo, que sobraba de la matanza. El jabón elaborado artesanalmente se guardaba en una caja de madera, cortado en piezas cuadradas y rectangulares. Muchas veces, después de enjabonar la ropa, la tendían al sol, para que blanquease, la dejaban allí hasta el día siguiente y, entonces, se aclaraba y se llevaba a casa. Colección: Martina Montoya
Eduardo Giménez Molina con su mujer Soledad Sánchez. Eduardo fue abogado, llegando a ocupar el puesto de director general de lo Contencioso Administrativo en el Ministerio de Hacienda. En 1589, bajo la regencia de D. Francisco Serrano, duque de la Torre, fue elegido diputado a Cortes por la circunscripción de Huércal Overa, siendo el primero de los tres diputados que entraron por esta circunscripción. Don Eduardo era de Cantoria e hijo de don Alejandro Mª Jiménez, presidente del Ayuntamiento de Cantoria en 1856. Colección: familia Cortés
Ezequiel Castellanos González y María López. Ezequiel fue un activo empresario de pompas fúnebres de Cantoria, socio de Juan Tijeras y Enrique Carreño. También llegó a ser alcalde por unos meses en 1916. Colección: Elsa Peregrín
Alfonso y Pepita Jiménez en el Paseo de Cantoria. Alfonso estaba haciendo el servicio militar en Cádiz en el año 1968 y vino en el tren de permiso. Su hermana Pepita fue a recogerlo a la estación cuando se cruzaron con Juan Chacón el retratista, que tomó esta instantánea. Colección: Alfonso Jiménez
Esteban Jiménez Fernández empezó como municipal en los primeros años de la posguerra, permaneciendo en este oficio 35 años. Durante la guerra su familia lo dio por muerto al estar dos años sin recibir noticias suyas. Durante todo ese tiempo fue de frente en frente en el norte del país y las cartas nunca llegaron a su destino y, cuando ya nadie lo esperaba, apareció. Se jubiló en 1972 por invalidez y murió al año siguiente a los 62 años. Se encargaba de elaborar el censo de animales de las casas y los cortijos de todo el término municipal para establecer los correspondientes impuestos. Al principio lo hacía a pie, hasta que el Ayuntamiento le compró una bicicleta. Colección: M. Ángeles Jiménez Carreño
María López y Cati Castellanos. Catalina Castellanos estaba casada con Joaquín Llamas Jiménez y vivían en la casa de la calle Cristino Mª Sánchez, 12. En esa casa pasaba consulta un dentista de Granada llamado Manuel, amigo de la familia. Después de comer tenían por costumbre tomar el café y alguna partida de cartas en la sala de estar del piso superior. Corría el año 1966 cuando en una de estas sesiones de sobremesa se les une María López, que vivía enfrente, cuando ocurrió el trágico suceso que marcará a esta familia para siempre. Se desplomó el palomar situado en la terraza que estaba en muy malas condiciones, arrastrando consigo el techo de la sala de estar y falleciendo en el acto Cati y Manuel. Logra salvarse Joaquín porque en ese momento estaba en el baño y María López, que había bajado a las cocinas a por agua. Colección: Elsa Peregrín
Isabel Soler la Casillera llegando al paso a nivel que cruzaba la carretera en el pago de Tomacar, justo por debajo del cementerio a principios de los 80. Isabel fue la última guardabarreras de Renfe en Cantoria, heredera de una saga de ferroviarios que comenzó en los inicios del ferrocarril de la línea Lorca-Baza-Águilas. Se sabía de memoria el nombre de todos los trenes, las horas de paso y a los maquinistas. Sus padres empezaron de guardabarreras en Caniles hasta que los trasladaron a Cantoria y aquí se crió, donde su madre, Antonia Expósito ejercía este oficio. Además tenía un pequeño cortijo cerca de la casilla donde criaba animales, ya que el sueldo no era grande y había que complementarlo con otros recursos para sacar adelante a la familia. Colección: Ramón Cortés
José Carreño y Belén Martos. De pequeños se criaron como compañeros de juegos inseparables en la calle San Antón. Colección: Francisco Carreño
Feliciana García (de oscuro y con mandil) con una profesora de costura a finales de los años 40 en la fuente que formaba parte de los jardines del Palacio de Almanzora y que actualmente se encuentra en una casa particular. Colección: María Padilla
Francisco Oller con su Mujer Dolores Oller y sus hijas mayores en el patio de armas de palacio. Colección: Francisco Oller
Dolores Carreño y su marido Paco Peña en la calle Larga con sus dos hijos mayores a mediados de los años 50. Colección: Dolores Carreño
Las hermanas Encarna e Isabel González con unos amigos en el muelle de la estación de ferrocarril. Colección: Mari Felix Gea
Café Bar España (actual Casino) a mediados de los años 40. Colección: Dolores Carreño
Paco Peña, Dolores y María Carreño y familiares a principios de los 50 en la Calle Romero. Al fondo podemos apreciar el cerro Calvario sin edificar. Colección: Dolores Carreño
Estupenda panorámica desde el Peñón del Lugar Viejo donde nos podemos encontrar a los hermanos Peña. Colección: Dolores Carreño
Despedida de Encarnita Jiménez que se marchaba a Granada en vacaciones en 1956. Colección: Encarna Jiménez
Festividad de San Antón de 1960. Imagen tomada en la puerta de la iglesia. Colección: Encarna Jiménez
Paseo después de la misa de Domingo en 1958. En la imagen podemos ver a Encarna, la hija del Cigarrilla y a su hermano Antonio. Colección: Encarna Jiménez
Cortijo de la tía Pilar la Temprana en tomácar. En la imagen dando buena cuenta de unas buenas migas, están la tía Pilar, su hija concha, su nieto Antonio y su biznieto Carlos. Colección: Pedro Cortés
Mateo Borgoñoz con la mayoría de sus hijos en la calle de la Ermita después de pasar por la misma Juan el Chambi. Colección: Mateo Borgoñoz
Comunidad gitana de Cantoria en los años 50 en el Café Bar España. Nos podemos encontrar a gitanos tan recordados como a los de la familia de los Aguileras, la de Antón, el Porro, Miguel Gilés, Simón, etc. Colección: Pedro Llamas
Esta imagen está tomada al retratista Juan Chacón en los solares del actual paseo López Cuesta, con unas magníficas vistas de la iglesia y la cantera que suministró la piedra para la construcción de la misma. Colección: Juan Chacón
El alcalde don Cristino con las manos hacia atrás y un grupo de jóvenes cantorianos. Imagen tomada a mediados de los años 60. Colección: Juan Chacón
Familia del tío Taico en la calle Correos de Almanzora. Colección: Lola Cazorla
Isabel Fernández más conocida como la Rubia de Almanzora a lomos de su burra a mediados de los años 60. Colección: Luisa Liria
María Gea con sus familiares en el cerro de la Ermita a mediados de los años 50. Colección: María Gea
Grupo de amigos en las escaleras de la estación de Cantoria en la década de los 50. Destaca el célebre muñeco Pepito, que se rifaba en las tómbolas de la Feria de Noviembre de Cantoria. Colección: María Lozano Blesa
Familia de Martina en la Zimbra del Púlpito un verano de los años 60. Colección: Martína
Compañeros de trabajo de la fábrica de mármol de la familia Cuéllar en la puerta de don Cristino. Colección: Francisco Cuéllar
Familia Llamas y amigos. La niña ataviada con el traje de flamenca es Elvira García a principios de los años 40. Colección: Pedro Llamas
En la estación de Almanzora nos encontramos a Vicenta Oller y su sobrina Manolita a finales de los 50. Colección: Vicenta Oller