Trinidad Férnandez Sánchez

Por Eduardo Fernández Muñoz

Un Ilustre Médico de Finales del XIX

A petición del inefable amigo Andrés Carrillo, Director de la Revista Piedra Yllora, escribo estas notas biográficas, siendo este encargo bastante gratificante pues Trinidad era abuelo mío. Fue un personaje importante de Cantoria y que no ha tenido trascendencia futura, creo que por haber muerto no muy mayor. 

Estudio una carrera poco frecuente entonces por estos “pagos”, pues los pocos que realizaban estudios universitarios lo hacían de Derecho, y rompió la tradición de la abogarcía, tanto en su familia carnal como con la que emparentó por casamiento. 

Hay que valorar el entorno en que vivió, en la segunda parte del siglo XIX, con los medios tan limitados que había para ejercer la profesión en el medio rural, con dedicación las veinticuatros horas del día y todos los días del año. Apenas había carreteras, solamente caminos estrechos y veredas que hacían mas difíciles el contacto entre los habitantes de una población, como era Cantoria muy diseminada, con dos núclos principales de población y una veintena de cortijadas. 

Todo esto hacía más difícil para los médicos la asistencia a los enfermos, mas meritoria y sacrificada su labor ya que ejercer en un pueblo tenía su tasa de valor añadido y había que sumar el aislamiento pues el ferrocarril al Valle del Almanzora empezó a gestarse en 1870, no finalizando las obras hasta finales de siglo. El medio de transporte era de tracción animal en las llamadas diligencias, para largas distancias y en caballerías por los caminos y veredas. 

Después le surgió la oportunidad de hacer carrera política, por mediación de su suegro, el diputado en cortes Eduardo Cortés Molina, pero sólo quiso llegar a diputado provincial, para poder seguir desempeñando su profesión médica.Hoy no nos podemos imaginar aquel mundo y darle el valor que tenía, aunque creemos que fueran mas felices que nosotros, con una vida familiar intensa y de gran contacto entre ellos.

Hijo de Alejo Fernández Giménez y de Paula Sánchez Giménez, nació en Cantoria en 1862 en el seno de una familia acomodada, propietarios de fincas rústicas y urbanas en esta localidad. Por línea paterna fue bisnieto de don Fadrique Giménez, destacado ciudadano cantoriano que participó como voluntario en la batalla de Bailén, en la Guerra de la Independencia, que tuvo lugar el 19 de julio de 1808, estando a las órdenes del General Castaños. Este derrotó por primera vez en campo abierto al ejército napoleónico mandado por el General Dupont.

Como era habitual en aquella época, estaba muy ligado a su pueblo y seguramente nunca se le paso por la cabeza la idea de ejercer en otra localidad que no fuera Cantoria, una vez que hubiera terminado los estudios de Medicina.

Teniendo en cuenta estos pensamientos quiso aprovechar los años de carrera para  conocer diversas capitales del país, matriculándose cada curso en una Facultad distinta. Que tenga constancia, fue el primer médico de la familia, produciéndose un salto generacional (sus dos hijos se decantaron por los estudios de Derecho) a dos de sus nietos, Jesús y el que suscribe, que hemos seguido sus pasos.

El mismo año que concluyó la Licenciatura (1885) hubo una epidemia de cólera extendida por todo el país (en Cantoria hubo 267 infestados y 90 personas murieron). Este hecho determinó que el decidiera comenzar a ejercer inmediatamente y así colaborar en la lucha contra aquella mortífera enfermedad. José Antonio García Ramos en sus publicaciones sobre Médicos Almerienses lo menciona por su asistencia a estos enfermos y cita que el periódico La Crónica Meridional resaltaba su laudable labor. En el blog Médicos Almerienses de García Ramos, se menciona por su trabajo en esta epidemia a otro Médico natural de Albanchez pero que ejercía en Cantoria, D. Antonio López Rubio, cuyo hijo Juan López siguió sus pasos profesionales y se casó con Carmen Giménez Saavedra sobrina a su vez de Trinidad (de este matrimonio nacieron dos hijos que ejercieron la Medicina, Juan y Adolfo).

Trinidad vino a sustituir como médico titular en Cantoria don José Acosta y Casquet natural de Antas, aunque residía en Fines, teniendo que dejar su plaza en 1885 por motivos familiares. Don José Acosta realizo una excelente labor sanitaria en esta primera fase de la epidemia, poniendo las bases de actuación para la excelente labor que realizó después nuestro biografiado. A los pocos días de ocupar su plaza, esta epidemia azota a su familia, falleciendo la tía y la prima de su esposa, hija y mujer de don Alejando Giménez Molina.

Trinidad se casó con Dolores Giménez en cuya familia abundaban los letrados y políticos, pues era hija de Eduardo Giménez Molina que se dedico a la política nacional en vez de a la política local como su padre Alejandro, que como Alcalde tuvo una gran influencia en el desarrollo de Cantoria, construyéndose bajo su mandato el Ayuntamiento (1856) en su ubicación actual. 

El mencionado Eduardo fue Diputado en Cortes por la circunscripción de Huércal-Overa y ocupó una Dirección General en el Ministerio de Hacienda. Consiguió por su influencia política y ayudado por otras personas, entre ellas Antonio Abellán (Marqués de Almanzora), el paso del ferrocarril por Almanzora y Cantoria con sus correspondientes estaciones, ya que en el proyecto inicial estaba previsto que su recorrido fuera por Albox. También la construcción de la carretera que va desde el cruce de la de Huércal-Baza con dirección a Albanchez y Almería, cruzando por el casco de la población. En lo referente al  ferrocarril les remito a  los documentados artículos publicados en esta Revista por nuestro paisano Miguel Ángel Alonso Mellado. Aprovecho este artículo para arrojar una lanza a favor de Eduardo Giménez ya que no se le ha reconocido lo que hizo por su pueblo y creo no equivocarme en manifestar que ha sido el personaje de más relevancia de la historia de Cantoria. 

Nuestro biografiado pensamos que siguiendo el ejemplo de su suegro, hizo sus pinitos en política, pero por su profesión no podía ausentarse largas temporadas a Madrid, como hacían entonces los Diputados y por eso sólo fue Diputado Provincial (Sabemos por periódicos de aquella época que lo era por la circunscripción de Huércal- Overa y Vélez-Rubio). 

De su matrimonio con Dolores Giménez nacieron dos hijos, Alejo y José, que eligieron la abogacía como carrera profesional. Este último llegó a ser secretario de la administración del estado en la Diputación de Almería hasta su retiro definitivo.

Es obvio que no tuve ninguna relación directa con él pues murió en el primer decenio del pasado siglo cuando su hijo mayor, Alejo, contaba con 19 años, pero esto no impide que sobre todo a través de mi padre y de sus libros de medicina que todavía conservamos, podemos hacernos una idea de la densidad de los tratados que estudiaban, entre ellos el célebre tratado de Anatomía Humana de Sapey que abarcaba cuatros gruesos volúmenes en esta asignatura. A pesar de la densidad del temario, obtuvo Matrícula de Honor. 

En su biblioteca médica había diversos tratados de Oftalmología (entre ellos dos libros históricos cuyos autores eran Fuchs y Wecker) especialidad en aquellos tiempos incipiente, y esto nos hace pensar que probablemente era la rama de la medicina que mas le atraía y dominaba y lo constata una noticia directa de un sobrino de él y tío mío que padeció una grave afección ocular siendo niño y que fue operado en aquella época por Trinidad con un resultado óptimo.

Parece que yo estaba predestinado, pues desde que empecé la carrera me atraía esta especialidad, que después hice y he ejercido con total vocación y satisfacción. Mi hermano Jesús se inclino por la psiquiatría, especialmente la forense, donde ha llegado a un alto nivel profesional.

De Trinidad se contaban muchas anécdotas pues era un hombre de gran personalidad y con mucho sentido del humor como demuestra la siguiente anécdota: había por entonces en el pueblo un paisano que presumía de su estrecha amistad con el General O’Donnell, un personaje político de máxima altura. La gente por entonces no solía  comprar periódicos y solo se recibía uno en el Casino de aquella época. Con frecuencia, mientras tomaba café, Trinidad leía en voz alta las noticias y un día “leyó” un acontecimiento muy importante pero apócrifo que trataba, relatado de forma muy minuciosa y con todo lujo de detalles médicos, del fallecimiento del General O’Donnell. Ante “esta terrible noticia” el amigo cantoriano del General se levantó con el rostro muy serio y sin decir una palabra, se dirigió a Telégrafos a ponerle un telegrama de condolencia a “la viuda”: “Ante el fallecimiento del general mi mas sentido pésame”. La respuesta inmediata del enfurecido político fue, en verdad poco amistosa: “Pese a quién a pese, aun sigo vivo”. Ahí también terminó “la estrecha amistad” del cantoriano con el célebre político. Igualmente acabó la relación del chasqueado con Trinidad.

Debido a su prematuro fallecimiento, su memoria se difumina con el tiempo. Ocurrió un 29 de abril de 1906 regresando de Baza en el ferrocarril donde había ido a visitar a un familiar enfermo de los ojos, falleciendo de forma repentina en trayecto a los 44 años de edad. El facultativo de Cantoria Emilio Corella Cuéllar certificó su muerte a las 11:30 de la mañana y la causa, un colapso cardiaco.

Yo desde aquí y ahora quiero rendirle este recuerdo tanto personal como profesional. Personalmente porque a pesar de no haberlo conocido, fue un referente para mi, decantándome por la oftamología gracias a él. Y profesionalmente por la valentía de enfrentarse recién acabada la carrera y si apenas experiancia médica a la epidémia de cólera que asoló el valle, sin un arsenal terapéutico efectivo a su alcance, pues en aquella época se limitaban exclusivamente a tomar medidas profilácticas e higiénicas.

Trinidad Fernández con su mujer y dus dos hijos. Colección: Eduardo Fernández

Trinidad Férnandez Sánchez. Colección: Eduardo Muñoz

Eduardo Giménez Molina con su mujer Soledad Sánchez. Eduardo fue abogado, llegando a ocupar el puesto de director general de lo Contencioso Administrativo en el Ministerio de Hacienda. En 1589, bajo la regencia de D. Francisco Serrano, duque de la Torre, fue elegido diputado a Cortes por la circunscripción de Huércal Overa, siendo el primero de los tres diputados que entraron por esta circunscripción. Don Eduardo era de Cantoria e hijo de don Alejandro Mª Jiménez, presidente del Ayuntamiento de Cantoria en 1856. Colección: familia Cortés


De superior a inferior, Jesús Cortés, Maravillas Giménez, Dolores Giménez y Trinidad Fernández. Colección: Eduardo Fernández.

Alejo Fernández. Hijo de Trinidad, estudió derecho en la Universidad de Granada donde además fue empresario en el sector azucarero. A su jubilación, vendió esta industria y trasladó su residencia definitiva a Cantoria. Colección: Eduardo Fernández Muñoz

Casa de Trinidad Fernández en la calle Doctor Adolfo López Giménez (antigua calle Álamo). Trinidad compró esta propiedad cuando estaba en construcción a un cura, modificando el proyecto original para adaptarlo a las necesidades de su propietario y familia. Colección: Decarrillo

Árbol Genealógico de Trinidad.

Trinidad y su labor política

Diario El regional. 8 de noviembre 1899. En este diario refleja la denuncia hacia Trinidad por ejercer de letrado remunerado de varios pueblos del distrito judicial de Purchena, por ser esta labor imcompatible con su acta de diputado provincial.

Trinidad alegó que nunca había cobrado honorarios por su labor como médico titular. La denuncia no prosperó.

Primera personalidad de Cantoria que cuenta con una obra de Teatro Original. Escrita por Mateo Muñoz Martínez

Copia de Trinidad