Situada en una colina y edificada el siglo XVIII, siendo de estilo barroco y dedicada a los Santos Patronos (San Antón y San Cayetano). Según nos narra Madoz, en el siglo XIX esta ermita estuvo dedicada a San Idelfonso y en ella se celebraba misa todos los días de precepto.

Planta en cajón con una torre adosada a sus pies en lado izquierdo. La fachada principal es muy sencilla, con puerta de entrada a modo de vano rectangular sin molduración. Las fachadas laterales llevan tres contrafuertes cada una de ellas, en forma de pilastra, que llegan hasta el arranque de la cubierta. Entre dos de los contrafuertes de la fachada lateral izquierda se abre puerta de vano rectangular con dintel incurvado. La torre es prismática de base cuadrada con tres cuerpos, y en el interior encontramos una nave única cubierta con bóveda de medio cañón, con arcos fajones de medio punto. En el altar mayor se sitúan las imágenes de los patronos.

Ha sufrido distintas reformas y arreglos para su conservación con más o menos suerte y acierto, pero pervive su estructura. En primer lugar la de Luis Juan, que fue un “santo” impulsor de esta ermita y de sus Santos, colaborando con su propio patrimonio a su arreglo. En segundo lugar, la de un grupo formado por Juan Aránega, Francisco Cerrillo, Ramón Pérez y Antonio Sáez, que realizaron una colecta para otro retoque. Y la tercera, la de un gran sacerdote, Silverio Sánchez Franco, que actuó en los tejados, ventanas, solería, pintura y en la torre realizó unas dependencias para las monjas que en ese momento vivían en Cantoria y ayudaban al párroco en su labor pastoral. Se utilizaron los materiales sobrantes de la iglesia parroquial, a excepción del suelo de mármol, donado por la familia Carmona Gutiérrez.

Por el pintor constumbrista murciano Victorio Nicolás (1896 - 1963), que pintó como nadie la huerta murciana y que visitó Cantoria en algunas ocasiones invitado por la familia de don Alejo Fernández.

¡Es tan bonita la ermita

que corona nuestro pueblo,

que nuestros Santos Benditos

la habitan el año entero!-

En silencio lentamente he subido hasta la Ermita

y extasiado desde ella he contemplado,

la belleza indescriptible de Cantoria,

y el perenne verdor de sus naranjos.-

Como faro que irradia un haz de luz

sobre Cantoria su favor extiende,

aglutinando en apretado abrazo

a su tranquila y laboriosa gente.-

Seco, polvoriento y blanquecino

se contempla el Almanzora por doquier,

el croar de las ranas enmudeció

y algunos juncos testimonian el ayer.-

¡Cantoria!, ¿qué fue de los moradores

de tus blasonadas casas ?

¿Qué fue de aquella estirpe de gentiles hombres

que te hicieron grande en épocas pasadas?-

Los Vélez, Fajardos y Mendozas

son historias por el pueblo ya olvidadas,

años duros nos separan del entonces

y nuevas savias, hoy corren por tus casas.-

Pero tu Ermita erguida se levanta

cual vigía de nuestro hospitalario pueblo,

el mismo que se enzarza en ocasiones

para luego congregarse en los entierros.-

Mas, la Ermita en silencio está llorando

porque olvidada de su pueblo ella se siente,

tu techo a trozos va cayendo

y sus paredes descarnadas se resienten.-

Miremos hacia Dios, hacia lo alto,

sin dejar en el camino a nuestra Ermita,

su estructura se va desmoronando

con peligro de los Santos que la habitan.-

¿Dónde está la devoción de aquellos tiempos

ni la fe que en los Patronos se tenia?.

¿Qué fue de los hombres que aportaron

su entusiasmo y trabajo cada día?.-

Grandes grietas se dibujan en su bóveda

y amenazadoras hacia el suelo irrumpen,

la luz ya traspasa sus paredes

y el peligro acecha escondido en la techumbre.-

De devoción, rebosando todos nos sentimos

pero olvidada nuestra Ermita casi siempre está,

¿no será que el mundanal ambiente

en orgullo va truncando el amor y la piedad?.-

Como un sueño los años han pasado

y almas nobles aún quedan todavía,

cantorianos generosos que alimentan

la antorcha viva de su querida Ermita.-

Ellos sabrán perpetuar

la joya que los tiempos les legó

devolviendo a la Ermita la belleza

que el paso de los años se llevó

San Antón era un francés

que de Francia a España vino

y lo que tiene a sus pies

es un hermoso tocino

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San Antón mató un marrano

y no me dio las morcillas

quien le diese a San Antón

con un palo en las costillas