Felicidad Pardo Mármol 

Sus Primeros años

Feli Pardo Mármol nació una tarde-noche de final de agosto en La Loma de Albox, en casa de su abuela materna Felicidad, siendo la segunda de tres hermanos. Nació muy chiquitilla y morena de piel, con unos 3 kilos, que para aquella época se consideraba poco.

Se crio en el Llano de los Olleres en la casa familiar paterna, junto a sus padres Fernando y Anita, sus hermanos Rosa María y Ángel Francisco, su abuela Rosa y sus tíos Catalina y Francisco. Estos ejercían también de abuelos por los años que los separaban de sus padres; su niñez fue muy feliz y gozaba de algunos privilegios que en aquella época no todos podían permitirse, como ir a la playa de vez en cuando, recibir regalos de reyes, estrenar algún vestido cosido por su madre en las mejores fiestas, o que su padre le trajera un cartucho de garbanzos torrados los martes después del mercado...

Su hermana Rosa María es la mayor y cuando esta empezó a ir a la escuela del Llano, a Feli le encantaba acompañarla como oyente con doña Consuelo. Cuando ya tuvo la edad, hizo sus primeros años allí también, hasta que la cerraron y trasladaron a todos los niños a los diferentes colegios de Albox. De esa primera etapa recuerda con especial cariño a don Francisco Fábrega, que al ver la facilidad que tenía con los idiomas, le prestaba libros de inglés y quizás por eso surgió su afición a este idioma que tantas satisfacciones le ha dado a lo largo de su vida docente.

Si tenemos que resaltar algo en especial de su carácter era su timidez, que la acompañó hasta que empezó a ejercer como profesora. Por eso cuando a los seis años hizo la lectura en su primera comunión, asombró a su familia y a los presentes de lo bien que se expresó, como si de un adulto experimentado se tratara, hasta el punto que su tío Francisco le decía qué porque no hablaba como leía en la iglesia. Después en Semana Santa se encargó durante varios años de la lectura de la Pasión en los oficios religiosos.

Ni que decir tiene que le encantaba leer, era muy aplicada y antes de acostarse (que lo hacía temprano), tenía que tener todos sus deberes hechos y las lecciones aprendidas, porque a la mañana siguiente madrugaba mucho para coger el autobús que la llevaría al colegio Virgen del Saliente de Albox. Todos los profesores hablaban bien de ella, de lo responsable, lista y aplicada, cosa que demostraba siempre son sus buenas notas.

Cuando salía de la escuela ayudaba en casa, cuidaba de su hermano Ángel que era diez años menor y que hoy todavía se acuerda de las carreras en su carricoche por los bancales y ribazos jugando detrás de las amigas. Ayudaba en el campo, en especial en vacaciones de Navidad que había que recoger la oliva que daba el sustento de aceite a la casa y en el verano la cosecha de almendra. Entre medias, ya por los meses de junio y julio le encantaba recoger tápena con su hermana y todo el dinero que sacaban lo empleaban en algún capricho. Rosa en tintes para el pelo y Feli en en nocilla y  chocolate.

Rosa María y Felicidad en el colegio del Llano de los Olleres, cuando asistía con su hermana como oyente. Colección: Rosa María Pardo

Rosa María y Feli. La ropa estaba cofeccionada íntegramente por su madre. Colección: Rosa María Pardo

Feli el día de su primera comunión con 6 años. Colección: Rosa María Pardo

Sus Padres

Conforme la familia iba creciendo, Fernando veía que necesitaba liquidez de manera más continua para hacer frente a los gastos de la casa, y que no podía esperar a los dos ingresos principales, derivados de la aceituna y la almendra, por eso decidió emprender un negocio de distribución de huevos en pastelerías, tiendas y bares. Como en casi todos los negocios, el comienzo fue muy duro, con una pequeña moto de segunda mano que se compró a la que incorporó una caja detrás, se lanzó a la aventura. Cuando el invierno estaba en su punto álgido, tenía que meterse entre la camiseta y el abrigo papel de periódico que le hiciera de cortavientos para combatir el frío. Poco a poco fue prosperando y se pudo comprar una pequeña furgoneta pudiendo ampliar el número de pueblos a donde distribuir, como Cantoria, Albanchez, Fines, Olula, Purchena, etc.

Por su carácter afable y mucho sentido del humor, se fue ganando clientela, y en vacaciones solía llevar a sus hijas con él. En Cantoria comenzaban a repartir por los comercios y bares de la plaza, aprovechando para desayunar en el Casino o en el bar de Castejón, continuando después por la pequeña tienda de Andrés el Bollero, la de Mariquita del Amor y la de María la Turronera. En esta última, María siempre tenía algún trozo de turrón para darles y aunque ella le pidiese sólo un cartón de huevos, siempre mandaba a sus hijas a la furgoneta a que se trajeran cuatro o cinco. Una vez dentro le decía –“Anda María, ya que las chiquillas se han dado el viaje no vamos a hacer que se vuelvan”-. Y aunque María era más lista que el hambre, al ver que Fernando el de los huevos, que así se le empezó a conocer, se la estaba intentando colar, claudicaba y no protestaba al ver a las pobres criaturas cargadas. En el colegio se daban la vuelta y si se hacía la hora de almorzar, solían parar en el bar de Amador.

Después de comer siempre tenía la costumbre de pegar una cabezada en la misma mesa durante unos 20 minutos. Normal, porque muchas veces se levantaba de madrugada para recoger la mercancía que luego había que distribuir. Ponía los brazos en la mesa, de tal modo que se viese el reloj, y le decía a sus hijas, que cuando la aguja del mismo se pusiese en tal lugar, lo despertasen. Acto seguido apoyaba la cabeza en las manos y a dormir. Ambas hermanas se entretenían jugando en el patio, pero pendientes en todo momento de la tarea encomendada. Después ya le quedaba hacer la tienda de María la Última como le solían decir, aunque en Cantoria es María la Titaña,  mujer de Pepe el Oria. Siempre recuerdan la puerta de esta mujer llena de chiquillos y cuando Pepe, que era taxista estaba por allí, siempre le solía decir la coletilla –“Pepe, aunque los chiquillos son tuyos, los huevos los he puesto yo”. A lo que María por detrás bromeando le contestaba –“No sé cuántos alpargates he roto hoy Fernando, me llevan frita”-

Por el camino de vuelta siempre entretenía a sus hijas haciendo cuentas, sumando todos los cartones que habían dejado en los puntos de venta, multiplicando por lo que le habían costado y restando la cantidad por los que los habían vendido, calculando así el beneficio.

Anita, la madre era una ardilla, lista y muy dinámica y siempre haciendo algo y pendiente de los suyos. Se casó con 27 años, algo inusual en su época. Estaba a cargo de la panadería tradicional de la familia y pendiente de sus hermanas menores, hasta tal punto que hasta que nos las dejó bien colocadas, ella no se casó. Hasta la ropa les cosía, ya que se le daba muy bien la costura, labor que continuó con sus hijas.

Una vez en su nuevo hogar, hizo que le construyeran un horno, en el que hacía todo tipo de dulces y pan para la familia, siempre había quien al olor de esos manjares se acercaba a probar lo que había hecho.

Fernando el de los huevos. Colección: Rosa María Pardo

Anita en el horno-panadería familiar. Colección: Rosa María Pardo

Sus Estudios

Acabada la escuela Felicidad pasó al instituto, donde siguió en su línea y todo lo sacaba con buena nota; hasta en los veranos a petición de algunas vecinas, daba clase a sus hijos en las asignaturas que peor llevaban y que hoy la recuerdan con mucho cariño. Siempre tuvo claro que quería ser maestra, tenía madera para ello, continuando con sus estudios de magisterio en Almería.

A punto estuvo de dejar la carrera cuando su padre murió con 55 años. Fue un duro golpe para todos, era el alma de la casa, el sustento de la familia y como nunca las desgracias vienen solas, ese año le denegaron la beca por falta de fondos. Pero la familia no permitió que abandonase. Su madre que le quedó una pequeña pensión, empezó a coser para la calle, su tío Francisco se hizo cargo de las tierras y su hermana que ya había montado la peluquería, contribuía en la casa con lo que podía. En Almería Felicidad daba clases particulares y en Albox ayudaba a su hermana. Y así hasta que terminó la carrera.

De vuelta a su pueblo se preparó sus primeras oposiciones con mucho esfuerzo y dedicación, pero se vino un poco abajo al no sacar la nota exigida. Continuó durante unos años en la peluquería y por la noche impartía clases para los exámenes de Graduado Escolar en la academia Radio Ecca.

Felicidad en su etapa de estudiante. Colección: Rosa María Pardo

Matrimonio

A los 21 años se casó con Andrés Molina, gran pintor Albojense, que fue su novio desde el instituto. Andrés desde muy joven, fue jugador de fútbol del Sevilla y cuando volvió a Albox se matriculó en el mismo centro educativo. La vio y se enamoró al momento, cortejándola y buscando siempre cualquier excusa para verla. Cuando algún día bajaban al pueblo para tomar algo o a la discoteca, si para la vuelta no encontraban algún amigo que le prestara su coche para llevarla a su casa, cogía su bicicleta y ambos montados se dirigían al Llano.

A los dos años de casados nació su primera hija, Ana Victoria (hoy es enfermera y madre de dos nenes, Andrés y Anita, que convierten a Felicidad en una abuela pletórica).

Dos imágenes de la boda de Felicidad y Andrés con sus familiares. Colección: Rosa María Pardo

Cantoria

Un día la llamaron para hacer una sustitución en un pueblo cerca de Murcia al que sólo fue un día. Y a la semana siguiente la volvieron a llamar ofreciéndole Cantoria, que alegría, tan cerca de Albox y que lo conocía desde niña. No sabía para el tiempo que era ni cuál sería su cometido, pero poco a poco fue adaptando su saber y su desenvoltura a su trabajo y la gente empezó a aceptarla y quererla.

Todos los comienzos son difíciles, y el suyo lo fue. Era el primer año que Cantoria había solicitado una escuela de adultos, por lo que había que buscar alumnos para poder comenzar. Hizo Carteles y los fue pegando por todos los rincones, se fue por todos los comercios que tanto había visitado de niña con su padre para darse a conocer. Todo eso unido a su timidez, pero una vez superada, ya no se achicaba con nada, hacía de todo. Había que atraer a los cantorianos a su escuela como fuera.

Se empezaron a impartir las clases para obtener el Título de Graduado Escolar y como talleres complementarios, baile de sevillanas, gimnasia de mantenimiento, manualidades, taller de corte y confección. Con los años se fue ampliando con clases teóricas del carnet de conducir, cursos de auxiliar administrativo, auxiliar de enfermería y jardín de infancia. Más tarde el Centro de Cantoria fue pionero en la Comarca por impartir el Graduado en Secundaria de forma semipresencial y a través de las TIC,s, y no nos olvidemos de los idiomas, impartiendo inglés básico.

Las primeras clases empezaron en los bajos del centro de salud, compartiendo espacio con la Banda de Música. Después sufrió varios traslados más, como el de la casa del Alemán, el Colegio, el centro de Servicios Múltiples y ya por último a un aula propia en el recinto de la antigua estación del ferrocarril. Al mismo tiempo también se impartían clases dos días en semana en Almanzora. A todo esto siendo directora, jefa de estudios y todas las funciones que una escuela requiere.

Por ahí en medio de todo esto vino su segunda hija Sara María (a día de hoy es funcionaria de justicia).

La mayor parte del grupo de residentes británicos que viven en los alrededores, han pasado por la escuela para aprender español y relacionarse con la población local y beber de sus costumbres. Pero aparte de su labor docente, se le recordará siempre por las actividades complementarias y proyectos que han servido para mejorar la vida de los vecinos. Fue la impulsora de la Asociación de Mujeres "El Valle" de la que fue secretaria en los primeros años, llegando a ser una de las asociaciones más fuertes del valle. Se empezó a celebrar el Carnaval, el día de Andalucía, el día de la Cruz, viajes de estudios, exposiciones, etc. En esa etapa siempre decía que su pueblo era Cantoria y dónde dormía era en Albox.

Muchos de sus antiguas alumnas afirman que en principio se apuntaban por la cantidad de actividades que había y ya después, si había que sacarse la EGB pues se sacaba. Sabía “engargar” a la gente como nadie.

Dos Imágenes que corresponden con los inicios de la Escuela de Adultos.

Nuevo Destino

Y fue un fatídico 2011 cuando se trasladó a la Delegación de Educación de Almería para elegir destino y se encontró que Cantoria no estaba. -“¡No puede ser y ahora qué hago!”- Es la frase que  más repitió esa semana. Rosa le ayudó a elegir los 100 pueblos que tenía que seleccionar en la solicitud consiguiendo una plaza de infantil en Albox, a la vez que le daba ánimos porque los lagrimones le bajaban cara abajo como puños.

Le costó mucho hacer una maleta con los 21 años de recuerdos, vivencias y de tantas gentes que le dieron su cariño y afecto y de hecho, estuvo muchos años sin poder volver por la cantidad de recuerdos que la llegaban a emocionar.

Y no es para tanto ya que por la escuela han pasado diferentes generaciones y al menos una persona de cada familia como mínimo, comenzando en el curso escolar de 1989-1990 hasta 2010. Han sido 21 años, que se dice pronto. Asique Felicidad, nuestra Feli, nunca dejó Cantoria, fue el destino quien lo hizo.

En 2015 se inaugura la exposición 50 mujeres para la historia de Cantoria en el Centro Cultural, realizada por el Centro Guadalinfo y el Centro de Información a la Mujer y como no podía ser menos, Féli contaba con su panel. Lo acompañaba una imagen preciosa realizada por su sobrino Germán. Fue una tarde de reencuentros, y abrazos… muchos abrazos.

Último grupo de Feli en Cantoria en 2010.

Jubilación

Ahora vive una etapa de su vida más relajada y pausada, quizás impuesta por una maldita enfermedad que ya ha superado dos veces, con unas fuerzas tremendas, seguramente por la ilusión de disfrutar de sus nietos que ocupan su pensamiento día y noche y sobre todo, recibiendo con una enorme sonrisa a todos nuestros paisanos cuando se encuentran por el pueblo vecino.

Cantoria se puede decir que ha sido el pueblo que más gratitud y felicidad le ha dado, se sentía a gusto, conocía a sus gentes y lo consideraba como suyo.

La familia al completo. Hermanos, hijos, sobrinos y  nietos. Colección: Rosa Maria Pardo

Albúm Familiar

los hermanos Felicidad, Rosa María y Ángel Pardo.

Su tia Catalina que ejerció como segunda abuela. Colección: Rosa María Pardo

Sus hijas Ana Victoria y Sara María. Colección: Rosa María Pardo

Una de las grandes aficciones de Feli y que comparte con su hermana son los viajes en caravana. Colección: Rosa María Pardo

Anita, madre de Feli, una mujer adelantada a su tiempo que sacó adelante a su familia al quedar viuda. 

Celebración del cumpleaños de su hija Ana. Colección: Rosa María Pardo

Con sus hijas Ana Victoria y Sara María. Colección: Rosa María Pardo

Galería de la Escuela de Adultos

Dos veces por semana Feli impartía clases en Almanzora. En la imagen con su primer grupo.

La primera Cruz de Mayo que se hizo en el Hogar de la 3ª Edad antes de su inauguración. Se montó una barra y se hizo baile para recaudar fondos para constituir la Asociación de Mujeres el Valle.

En Cantoria llevaban décadas sin celebrarse Carnavales. Cuando el grupo de la Escuela retomó la tradición, el teniente Alcalde Manuel Pedrosa los acompañó con uno de las furgonetas de su empresa y unos altavoces para hacer el pasacalles.

Cuando la escuela de Adultos se encontraba en el Centro de Servicios Múltiples.

Feli y un grupo de alumnos.

Uno de sus últimos grupos en Almanzora.

Una de las exposiciones de artistas locales que luego se ubicó la Biblioteca Municipal.

Exposición de Trajes de Novia que se realizón en 2010 en Almanzora en su Semana Cultural.

Feli en una de sus clases de español a la comunidad inglesa. 

El primer año que se celebró el día de Andalucía con unas migas en el antiguo solar de la Guardería Muncipal.

Viaje de Estudios a Sevilla.

Una palabra que resume su estancia de más de 20 años en Cantoria.

Felicidad cuando recibió el homenaje por su labor en el municipio de Cantoria el 16 de mayo de 2022 por parte del Ayuntamiento y el Centro Guadalinfo. En la imagen rodeada de autoridades, familiares y amigos. Colección: Decarrillo

Testimonios